mivideodemisemana - GUADALUPE PLATA "Exclavo" y otros videos


Llegó el día. Hoy toca concierto en directo, el primero de 2013. Hoy toca ver a Guadalupe Plata en la mítica sala El Sol.
Hoy toca ver si es cierta toda esa leyenda acerca de sus conciertos.
Pocos grupos que recuerde con solo dos discos y un ep en su haber, que no suman entre todos 100 minutos de música, hayan tenido la repercusión que está teniendo los de Úbeda (Jaen).

La crítica está de su parte y ensalza sus obras y más aún sus directos.
Tras un EP en 2009, les llegó la repercusión con su disco de 2011 y su posterior gira.
Ahora, con su tercer disco, publicado en enero de 2013, ya están confirmados para el Primavera Sound, para el FIB, etc, etc... pretenden llegar al máximo de público posible.

Como veréis, no he mencionado los títulos de los discos. Y es que no les ponen títulos. Son así de chulos.

En Madrid cuentan con una buena legión de fans, ya que tras la fecha inicial del 22 de febrero, han tenido que repetir para el día 21 tras colgar el "no hay billetes".

¿A que suena Guadalupe Plata? Si digo a Blues, puede confundir a la gente, si digo Rock tambien, y si digo Garaje más de lo mismo.
Su sonido es particular, como el patio de mi casa. Blues rock garajero sería una buena definición, con canciones que te golpean como un martillo y que no tienes que prestar mucha atención a las letras pues suelen estar compuestas por una frase que repiten una y otra vez.

Pero mejor que explicarlo yo, lean más abajo las tres notas que vienen en Bandcamp, de cada disco suyo.

Y les dejo con unos originales videos, que no podían ser de otra manera para acompañar tan original propuesta musical.
(Si no se han dado cuenta en la foto, vuelvan a mirarla, y atentos a como el bajista recrea los sonidos del bajo con un cubo de metal, un palo y una cuerda. Ole tus huevos.

Guadalupe Plata "Esclavo".


Guadalupe Plata - Lorena

Guadalupe Plata - Pollo Podrio


Serpiente Negra - Guadalupe Plata


extraido de Bandcamp.

GUADALUPE PLATA


Guadalupe Plata

(Everlasting Records / Popstock! 2013)

Nunca una banda de blues ha sonado menos a blues cantando en castellano. Puede parecer disparatado lo que digo, por eso voy a explicarme. Hace unos años Perico de Dios (guitarra y voz), Carlos Jimena (batería) y Paco Luis Martos (bajo y barreño) desempolvaron el envite tradicional afroamericano bajo la impronta de Guadalupe Plata, un trío que ni buscaba romper las reglas de un género incorruptible ni trascender más allá de la simple querencia por los patrones clásicos. Aparecieron sin apelar a la originalidad y sin poner a la vista su exquisito surtido de referentes estéticos; paradójicamente sonaban veraces y contemporáneos sin necesidad de disfrazar el discurso con el tipo de interés bursátil donde cotizan la mayoría de las bandas independientes nacionales.

Un EP y un larga duración editados en 2009 y 2011 respectivamente, ambos artefactos presentados con el nombre del grupo como único crédito, sirvieron como acicate para que la banda acabara recorriendo tantos kilómetros que, hoy por hoy, cuesta encajar la manera en la que sus cuatro miembros (incluyo a Toni Anguiano, el irreductible mánager) han podido llegar a tener vida privada más allá de una furgoneta.

Probablemente motivados por una inevitable necesidad exploratoria, los Plata han seguido trenzando durante éste último año otro trabajo con los mimbres de siempre, aunque esta vez hagan gala de un distintivo nuevo giro de muñeca. En pleno año de debacle económica, los andaluces vuelven con otro álbum sin título, defendiendo que lo suyo es lo vintage. Aunque yo no me trago todo esto tan a pelo. Y es que ellos podrán citar a Skip James, John Fahey y Elmore James, tirar del bootleneck y el slide o tratar de embaucarnos defendiendo que lo suyo es el blues añejo y destartalado. Pero la cosa no es tan simple, porque lo que se traen entre manos los de Úbeda es algo mucho más evolucionado, psicodélico y transgresor de lo que podría llegarnos a rebufo de sus primeras grabaciones o de sus fijaciones personales. La suma de esa incorrección formal, el impredecible mejunje costumbrista, la hipnótica templanza y ese humilde discurso personal que les caracteriza, rubrican la propuesta de una banda con antecedentes, sí, pero, sin ningún coetáneo con el que podamos realizar comparaciones. Estos tíos son únicos, sobre el escenario, en el estudio o de copas un martes de madrugá en cualquier bar del extrarradio.

“La idea era plasmar ese endemoniamiento que segregan los blues y el cante jondo. Se trata en general de la música que me gusta, esa que parece estar fuera de paisajes idílicos y que nace más bien del choque, del fuego y el malestar”, comenta Perico refiriéndose al arte gráfico de éste nuevo álbum lanzado en dos ediciones: una para el vinilo y otra para el CD. La primera con una portada al óleo obra de Beatriz Sánchez; la digital con un dibujo en tinta china pintado por Perico, responsable de la iconografía pantanosa de los anteriores álbumes. Dos visiones que parten de una misma idea. “En la portada hacemos un guiño a Jaén, con los olivos, el cortijo y la Virgen de Guadalupe, patrona de nuestro pueblo, con sus respectivos querubines manteniendo la paz en un paisaje presidido por un galgo negro a lo Julio Romero de Torres, que para mí representa al Diablo. Es un animal que me llama mucho la atención. Los que he visto por Úbeda suelen ser perros que sus dueños abandonaron cuando ya no servían para correr. Puedes encontrártelos pululando esquivos y asustados, como fantasmas. Siempre asocio esa imagen a la esencia del blues. En la contraportada la virgen desaparece y digamos que se lía parda. El cortijo acaba en llamas y del humo se desprende demonios de una manera muy goyesca. En la edición del CD el cortijo arde y el perro va hacia las llamas junto a una serpiente”.

Metáforas no les faltan, decorando trece nuevos temas (uno de ellos una revisión arrastrada del corte estrella de su primer EP, Jesús está llorando) que apelan a una rutina donde lo mágico y lo rural se entremezclan, ya sea mediante el uso de bombos de Semana Santa (presentes en canciones como Voy Caminando o Santo Entierro), la inserción de las campanillas penitentes que abren esa melodía introductoria llamada Lamentos (con Ry Cooder en un peculiar viacrucis etílico), o las constantes referencias a la España de secretos a puerta cerrada que corona el evidente homenaje a Los santos inocentes titulado Milana.

Cuando los Doors de L.A. Woman se cruzan con Perez Prado pueden surgir cosas como Rezando, con sus guitarras crujientes como tablones de madera hinchados por el frémito del mambo. Por otro lado, cuando les da por apretar el acelerador, composiciones como Oh My Bey o Esclavo acaban sumergiéndote en un desenfreno pélvico que, como bien comentaba recientemente una amiga durante uno de sus conciertos, “es un no sé qué que te pone”.

Grabado en directo durante tres días en el estudio de Ryan Anderson en Austin, el álbum cuenta con la colaboración de Walter Daniels (Oblivians, The Revelators, ’68 Comeback), demonio de la armónica con el que ya giró Guadalupe Plata en particular conexión artística hace varios meses. Un cameo inevitable que ha quedado impreso en el tema No me ama y en otras dos canciones que se editarán probablemente más adelante como single. La mezcla se hizo en Málaga, en el estudio de Maxi, de los tremebundos The Hollers, con Mike Mariconda (The Raunch Hands, Devil Dogs) celebrando su cumpleaños tras la mesa. El resultado final, en boca del mismo Mariconda, es un mejunje lisérgico y crepitante repleto de “slides asesinas”, líneas de bajo “fuera de serie” y percusiones marciales que invitan a fantasear con “una fábrica de la Seat sonando a blues del demonio”.

“Tenemos la impresión de que el carácter de la grabación es más oscuro y podrío que nunca, nos hemos acercado más a la involución”, apunta Perico. Y una vez más, no me trago sus palabras. Porque si esto que han logrado los de Úbeda es involucionar, pido a Dios que el noventa por ciento de las bandas actuales del país acaben volviendo a la Edad de Piedra.

Texto: Emilio R. Cascajosa




GUADALUPE PLATA ‘Guadalupe Plata’ (Folc Records, Sociedas Fonográfica Subterránea, 2011)

Texto: Emilio R. Cascajosa (facebook.com/espaciodemusicaindie)

Todo el mundo sabe que se está en la música por dinero. Ya era así cuando los mercenarios del soul alternaban horas en el estudio con bolos nocturnos para arañar el parné. Hoy la cosa tampoco ha cambiado mucho. Se hace música para ganar pasta con la que generar más música. Dicho de esta manera suena poco romántico, pero lo de tocar en una banda tiene mucho de renquear y poco de glamuroso. Es precisamente en esa confluencia entre necesidad y creatividad donde suele enroscarse el áspid de la distinción, una cualidad resbaladiza pero que por lógica siempre va cargada de veneno. Sucedía en los años veinte con los viejos bluesmen, referentes indiscutibles del sonido acuñado por Guadalupe Plata. Y hoy sigue replicándose dentro de un marco en el que la lógica de la industria se viene abajo. Sin discos en tienda, sin management, sin presencia en los medios habituales, a la banda solo debería quedarle el culto y a la larga la extinción. Resulta paradójico, pero grupos como el que forman Perico de Dios (guitarra y voz), Carlos Jimena (batería) y Paco Luis Martos (bajo) son ahora el símbolo de una nueva generación de artistas donde la autogestión se antoja modelo de permanencia. Esta vez se trata de una formación parida en una ciudad tan pequeña y anclada en el pasado como Úbeda, pero también podríamos estar hablando del Berlín de Einstürzende Neubauten o la Norte América de los mismísimo Wilco. Pero, ¿qué causas propician el carisma en condiciones adversas? ¿Qué se retuerce dentro de la lógica de la mediocridad hasta generar una cualidad distintiva? Probablemente el síntoma esté en el enfoque; en no buscar petróleo donde no lo hay; o en frases como “a veces nos apetece más ir a un sitio por las bandas con las que tocamos que por dormir en una cama decente”. Se entra en la música por dinero, pero también por otros motivos.

Guadalupe Plata no genera nada extraordinario. Hablamos de un género que ya fue exprimido hace casi un siglo por tipos de la talla de Charlie Patton, Skip James o Blind Lemon Jefferson. Además, Perico no posee una voz increíble, ni tampoco compone de maravilla. Jimena golpe raro, como del revés. Y Paco Luis Marto toca el bajo con un palo y un barreño de los de drenar la sangre en las matanzas. No es nada fashionable. ¿Cómo se explica entonces el interés generado por el trío andaluz? ¿Cómo excusar que con apenas un Ep publicado en limitadísima edición ya se habían paseado por festivales como SXSW, Blues Cazorla, Monkey Week o Primavera Sound? Puede que sea su capacidad para generar sensaciones, algo que cualquiera que haya asistido a uno de sus conciertos habrá experimentado. Es esa mezcla de tensión, hipnosis, obsesión y sexualidad contenida que se te clava hasta el colon. Un collage sonoro construido con parches arañados de la cara pantanosa del Rock & Roll: Hound Dog Taylor, Billy Childish, Captain Beefheart, Jeffrey Lee Pierce, Screamin’ Jay Hawkins… Aunque no les basta con explotar sus cualidades revisionistas, también ponen de su parte explorando guiños propios de la tierra en la que crecieron (sus letras delatan una tradición).

“Su único pecado es la fidelidad a un género que se quiebra entre guiños de chulería rural y espasmos de blues resacoso”, publicaba la revista Ruta 66 hace casi un año a la espera del lanzamiento de su primer disco largo.

Y ahora llega el homónimo ‘Guadalupe Plata’, que se pone en circulación como descarga gratuita a través de Badcamp. Pero también en una cuidada edición en vinilo con estampación en pan de plata y pop-up desplegable. El disco físico lo edita Folc Records, el sello de Los Chicos. Una inversión de auténticos inconscientes.

Son trece canciones en total, número cabalístico trabajado durante todo un año en tres espacios diferentes. Por un lado, Paco Loco se encargó de grabar y mezclar buena parte de los cortes en su búnker en El Puerto de Santa María. El resultado abruma por lo rudo; Maxi Ruiz de The Hollers hincó sus manos en las entrañas de dos piezas desde su estudio malagueño; y Pablo Sánchez (Producciones Peligrosas) terminó de pulir el resto en un recóndito cuartel de La Alpujarra granadina.

Son horas y horas de esfuerzo concretados en algo más de media hora de música registrada y donde la pringosa mano de Mike Mariconda ha estado más que presente (el rauncho se encargó de la masterización).

La lista de referencias que te asaltan con ‘Guadalupe Plata’ deja claro que el debut de los de Úbeda es un disco que rebosa experiencia física. A éstos te los crees, más allá del barrunte de guitarras y lo naïf de sus letras. Porque hay un trabajo de indagación, pero también de carretera y manta. Todo ello, cuentan por ahí, les ha valido una debacle en lo personal que se traduce en la tensión y la mala baba que destilan las composiciones.

‘Como una serpiente’ es algo más que el título de una de sus nuevas canciones; también es la manera en la que despierta el álbum, perezoso y arrastrado, con un crótalo agitando peligro entre arpegios y feedback, anunciando llamaradas como las que escupen temas del calibre de ‘Lorena’ (con Perico aullando “Disparas tú o disparo yo”), ‘Serpiente negra’ (apertura instrumental), ‘Gatito’ (un canto misógino disfrazado de felino hechizo vudú) o ‘Estoy roto’ (beoda cantinela sobre amaneceres perdedores).

También hay novedades en el ideario sonoro de ‘Guadalupe Plata’. Por ejemplo, la letanía de organillo en que se desenvuelve la espectral ‘El tigre y la yedra’, otra de las instrumentales del álbum; una pequeña pieza que lo mismo te lleva a pensar en el Clint Eastwood de ‘High plains drifter’ que en la Holly Golightly de ‘You can’t buy a gun when you’re crying’.

Strippers, entierros, trajes de flamenca, baños en gasolina y corrales de vecinas, todo cabe en el imaginario del trío andaluz (en su MySpace están las pruebas). Desde el folk patibulario de 16 Horsepower (el polvoriento espíritu de la banda de Denver asoma en las nerviosas vibraciones de ‘Rai’ y ‘Satánica’) a la herencia del sello In The Red (‘Esqueleto’ podría haberla firmado el mismísimo Mick Collins) o la descarga cramposa a lo Lux Interior (‘Pollo podrío’, el único corte en inglés, escupe verdaderos calambrazos). Imagina por un momento un submundo donde pudieras encajar la guitarra de John Lee Hooker con la Cruz de Guía de la Virgen de Los Dolores, el espasmo etílico de Soledad Brothers, la callejera sensualidad de La Veneno y la peña futbolera de Úbeda. Suena retorcido, pero se acercaría bastante. Una banda de la que debemos estar orgullosos con un disco que no deja indiferente.

  GUADALUPE PLATA EP (2009)   LA PARABOLA DEL BLUES DEL PANTANO

En uno de los veranos más infernales que Úbeda recuerda, dos amantes del blues del pantano (Pedro de Dios y Carlos Jimena) realizaron un experimento químico mezclando el canto de la rueda de pozo oxidada de Hound Dog Taylor, la oscuridad de Skip James, el ritmo hipnótico de John Lee Hooker y R. L. Burnside, la locura de Screamin Jay Hawkins, la dulzura de Tampa Red, el slide asesino de Elmore James y la esencia de Son House.

La combustión fue inmediata, pero las llamas quedaron fuera de todo control cuando Paco Luis Martos apareció en el laboratorio con un primitivo bajo elaborado artesanalmente con un barreño de zinc, un palo de madera y una cuerda de arrancar motosierras. De estas llamas nació GUADALUPE PLATA, un compuesto diabólicamente adictivo formado por un blues crudo, sucio y serpenteante, letras de amor de ultratumba ladradas en castellano y una electrizante y sudorosa puesta en escena.

Una buena noche, en un cruce de caminos a la vuelta de un concierto, Guadalupe Plata se encontraron con el demonio y le pidieron un deseo. Que una única maqueta autopublicada en forma de vinilo de 10 pulgadas sin distribución alguna les permitiera en sólo un año tocar en los mejores teatros de Andalucía (Alhambra, Cánovas, Central) y en los peores puticlubs de Castilla, realizar una gira por la Costa Este de Estados Unidos y recibir la llamada del célebre festival South By South West, poner de acuerdo a incondicionales del garage y a puristas del blues, formar parte del cartel de festivales como el BluesCazorla, Primavera Sound o Monkey Week, protagonizar uno de los videoclips más delirantes de la temporada e incluir '500 mujeres' en la banda sonora del documental norteamericano 'The One World Tour'.

A cambio de la firme promesa de seguir muchos años más en la carretera difundiendo los poderes diabólicos del blues del pantano, y en el marco de la más sincera amistad, Satanás no sólo hizo que todo se cumpliera, sino que además les recomendó que su nuevo disco, que verá la luz en Octubre del 2010, lo masterizase Mike Mariconda y lo publicasen Los Chicos a traves de su sello Folc Records. Y es que más sabe el diablo por viejo que por diablo, como bien dijo Paco Luis.

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