miportadademisemana - SIGUR ROS - Kveikur (2013) y otras portadas

Otro disco más a tener en cuenta para las listas de finales de año.
Y es que si Sigur Ros saca disco siempre hay que tenerles en cuenta.
Únicos en su especie, pocas veces me desilusionan. Ideales para esos momentos de recogimiento personal, en el que no te apetece nada enérgico ni cantar las letras.

"Kveikur" es su nuevo disco tras el directo "Inni". Y como podrán leer más abajo han vuelto a dar en el clavo.

Como no son muy dados a las palabras, (al principio no ponían los títulos de las canciones) y cantan en su islandés natal, nada mejor que disfrutar de su música y de sus portadas, espléndidos cuadros que te atrapan.


que buenos son esta gente de hipersónica haciendo críticas de discos. Se salen totalmente de la estructura clásica que suelen utilizar al hablar de un disco.
Vean, vean....

¿Qué tienen en común un bebe difuminado, un feto de un ángel, un paréntesis, una pintura rupestre de un bosque, unas cuantas personas desnudas corriendo a través de un prado, un barco flotando sobre el agua tras haber sido sometido a filtros de Instagram y una misteriosa persona con una mascara hecha con un mantel de servilleta de un restaurante cualquiera? No, no es un chiste de Chiquito, es la discografía de Sigur Rós a través de sus portadas. Se habrá dicho muchas cosas de los islandeses, pero uno de sus aspectos que más me gustan y me parecen más divertidos es que hayan conseguido que nos refiramos a sus discos más por sus portadas que por sus impronunciables títulos.


Hecha la introducción esperpéntica y que habrá conseguido matar mi credibilidad (más aun) para terminar scrolleando hasta encontrar la nota final, toca ponerse en materia. No creo que haga falta explayarme en explicaciones sobre quienes son Sigur Rós. Si alguno ha estado despistado y no ha atendido las lecciones impartidas por estos islandeses, basta decir que se han convertido en un icono dentro del movimiento Post-Rock desarrollando un estilo más particular, más escorado hacia el Ambient y hacia el Pop. Manufactura deliciosa, producción recargada y atmósferas edulcoradas e hipnotizantes. Aunque hay quien lo define como “música para abrazar ovejas”.

¿Quienes son Sigur Rós?

Sin embargo, los dos últimos movimientos realizados por el grupo fueron algo controvertidos. Para empezar, el cambio hacia un estilo menos ornamentado, más festivo y más Pop que desarrollaron en Með suð í eyrum við spilum endalaust (b.k.a. “el disco de los culos”). Un cambio no del todo bien encajado por muchos, pero que dio buen resultado y habría una senda interesante para el futuro. Sin embargo, llegó Valtari. Vuelta a abrazar ovejas, vuelta a una producción recargada y vuelta a canciones delicadas y dulces. Un regreso autocomplaciente, un paso atrás en su evolución, un disco soso. De todo se ha dicho del álbum del barco volador, y mucho de lo que se dijo no fue del todo bueno. No obstante, yo soy de aquellos que disfrutaron con ese disco. La delicada belleza de esas composiciones me terminó atrapando.

Quizá reconocerme como defensor de Valtari haga que muchos ya me etiqueten como fanboy del grupo, pero no creo que yo pueda ser un buen ejemplo de fan de Sigur Rós. Cuando los escuché por primera vez ni siquiera me gustaron. No fue hasta pasado un tiempo que me terminé cruzando otra vez con ellos y su “disco del feto” para que terminará de interesarme por su propuesta. En ese momento me di cuenta de que con Sigur Rós me debía de acercar con la mente bien abierta y dejarme llevar. Así actué con cada disco, y así recibí este nuevo álbum, Kveikur, poco más de un año después del lanzamiento del controvertido Valtari. Alguno puede pensar que no habrá cambiado mucho la cosa en tan poco tiempo, pero la verdad es que sí ha cambiado.

Kveikur y el espejo que no halaga

Para empezar, la marcha del teclista Kjartan Sveinsson. Un cambio bastante sustancial y que ha terminado notándose en el sonido de este álbum. De primeras vemos que este Kveikur no cuenta con una producción ni un sonido tan recargados como es habitual en los islandeses, un aspecto que fue bastante criticado en Valtari. Aquí nos presentan a unos Sigur Rós, por así decirlo, desnudos. El ahora trío aseguraba que este iba a ser un álbum más eléctrico y agresivo. Razón no les falta porque estas composiciones presentan un sonido más directo (a su manera, claro está) y que poco se asemeja con las composiciones del pasado. No obstante, y aun con esa aparente ruptura con lo previo, quizá este sea el álbum de Sigur Rós que mejor ejemplifica las cualidades y las raíces de la banda. No es un “Hola, somos Sigur Rós y también somos duros y directos”, sino más bien un “Hola, somos Sigur Rós y esto es lo que somos bajo todas esas capas de sonido”. Casi como esa novia vestida de blanco y que se termina quitando el velo.

Esta presentación de viaje a las raíces de la banda ha tenido una muy buena acogida por parte de mucha gente, tanto en crítica como en público. Un esfuerzo menos autocomplaciente y que termina asemejándose a otros grupos de Post-Rock como Mogwai. Sin embargo, mientras todo el mundo tenía un entusiasmo generalizado, yo no terminaba de coger este álbum. Probablemente este sea el disco de Sigur Rós con el que más me ha costado conectar, más aun que con Valtari. No terminaba de asimilar esta faceta de los islandeses, aun pudiendo ser uno de sus esfuerzos más accesibles de su carrera.

¿Quería decir esto que me estaba encontrando decepcionado con el álbum? ¿A lo mejor veía demasiado cambiado al grupo? No, porque las bases siguen ahí. El cambio existe, pero siguen siendo Sigur Rós ¿Seré yo el que no terminaba de encajar? Probablemente. Intentaba racionalizarlo todo lo que pude, pero al final he visto que Kveikur no va de eso. Cuanto más te abres a estas canciones, más te atrapan. No se puede analizar la aparente violencia ‘Brennisteinn‘, los ecos de Valtari en ‘Isjaki‘ o la brillantez de ‘Kveikur‘ (seguramente el mejor corte del disco) porque al final todo es dejarse llevar. Sigur Rós se muestran como realmente son, sin alardes ni maquillaje, para que te acabes prendando de ellos. Estas canciones no han sido cubiertas por el habitual halo de onirismo y densidad que la banda imprime a sus composiciones, sino que estas se colocan frente a una especie de espejo que no halaga.

Mis experiencias sonoras con Sigur Rós siempre funcionaron así, yo dejándome atrapar mientras Jónsi y los suyos se encargaban de preñar esas atmósferas de densidad emocional y de capas y capas de sonido (con la excepción de la vivacidad del disco de los culos). Puede que ahí estuviera el conflicto con Kveikur. No es un disco de dejarse atrapar, sino de captar su esencia, de estar frente a frente ante el esfuerzo más sincero de los islandeses. Una vez la novia se ha quitado el velo, toca afrontar el siguiente paso. ¿Continuar con Sigur Rós o no? Eso ya es cuestión de cada uno. Cada uno debe tomar sus propias conclusiones, y por eso recurro a nuestro querido 1-10 para calificar a este disco. No podría comparar este disco con su discografía previa, ni siquiera calificarla, porque mi experiencia no ha sido igual que con el resto. Por mi parte, y aun con mis dificultades, afirmo que es un buen disco. Vaya que sí lo es.

Estas son otras de su envolventes y enigmáticas portadas.










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