Coleccionando vinilos - 42 - CHUCHO - "Los años Luz" (2016)


Que decir de Chucho. Ya lo he dicho todo, ya he contado la batallita mil veces esa de que en Albacete surgen de la mano de Fernando Alfaro y Joaquón Pascual Surfin Bichos, publican 4 discos maravillosos y se separan y nacen Chucho y Mercromina, Fernando Alfaro es el perruzo y Joaquin Pascual quien nos cura las heridas.
Terminan sus proyectos de banda y continúan en solitario.....
Este sería un mini resumen, pero como el tiempo no va siempre hacía delante, Chucho se reúnen para unos conciertos y notan tan buen feeling que deciden encerrarse en el estudio.
Y nace esta pequeña genialidad de "Los Años Luz".
Le tengo mucho cariño además, es mi primer vinilo no solo de Chucho sino que cualquiera de esta historia que les contaba al inicio. Me lo regalaron por mi cumpleaños y me hizo mucha ilusión y desde entonces es uno de esos discos que escucho para encontrar mi puntito de alegría y energía para el día.
oso bi po lar lar lar lar

Los años luz


1.Esto es un error - 1:57
2.Flores sobre el estiércol - 4:39
3.Nadie es inocente - 2:00
4.Cosas hermosas - 3:37
5.Un inmenso placer - 3:40
6.Oso bipolar - 3:19
7.Predicar en el desierto - 2:34
8.Desidia - 3:31
9.Fuego fatuo - 2:46
10.Banderas negras - 4:12
11.¡Viva Peret! - 2:57
12.Los rayos - 3:52
13.Las chicas del calendario - 4:17


Como es un disco actual ha sido fácil buscar información y críticas de este gran disco.
Les dejo con 3 extraídas de tres webs que suelo consultar a diario.

extraído de MUZIKALIA


Los años luz (16), el celebrado regreso discográfico de Chucho -premeditadamente o no- se abre con un tema que lleva por título “Esto es un error”. Y desde ese mismo instante es esa afirmación la que se convierte en inmensa pregunta para todo aquel oyente que se considere fan con solera de la banda albaceteña.
Pero quizá lo mejor sea enunciar otras dos preguntas que pesan como una losa: ¿Es Los años luz un disco que está a la altura de un legado imprescindible? No, no lo está. ¿Es entonces Los años luz un mal disco? No, tampoco.
Más allá de la inmensa valentía que tiene recuperar un mito musical indiscutible de la mejor tradición independiente española en estudio –sobre las tablas ya habían demostrado de sobra que esta reencarnación del imaginario de Fernando Alfaro era la más excitante e indiscutible de todas (leer aquí)-, hay una serie de consideraciones a tener en cuenta para posicionar Los años luz en su justo lugar.
Para empezar, este nuevo trabajo de Chucho no suena del todo a Chucho, más bien remite en su tono y formas a los últimos trabajos en solitario de Fernando Alfaro cuando baja de revoluciones o, incluso, al imaginario primitivo de Surfin’ Bichos cuando tira de “malsanismo”. Los años luz no es ni tan desatado y eléctrico como 78 (97), ni tan épico y emocionante como Tejido de Felicidad (99) –probablemente una de las creaciones no ya musicales, sino humanas más imprescindibles en la historia del homo sapiens-, ni tan ambicioso y elaborado como Los diarios del petróleo (01) y tampoco tan arisco y desafiante como Koniec(04) –uno de los discos más infravalorados del universo conocido-.
Es como si tuviera un poco de todos, pero, a su vez, como si le faltara un bastante de todos ellos también. Insisto en que estos apuntes no inciden en lo negativo de un álbum, sino en recalcar la trascendencia asombrosa que esta banda ha tenido en el devenir de mi vida y del panorama independiente español.
Otra de las cosas más asombrosas de Chucho siempre ha sido para mí, lo sigue siendo de hecho, su tremendo músculo y enjundia musical como banda (recuerdo excitadísimo cuando se anunció su regreso escénico lo bien que sonaba en el local de ensayo “Motor de perro negro”). Pues bien, ese valor indiscutible lo aprecio ciertamente difuminado en este conjunto de canciones; no sé si quizá sea por la producción (los discos pretéritos de Chucho, cada uno en lo suyo, sonaban apabullantes) o por el tono espartano de las intenciones de la obra.
Estoy convencido de que el directo estas canciones van a crecer y que, ensambladas con su legado pretérito, irán engarzándose hasta formar un todo más armónico y asumible. Pero, a día de hoy, sinceramente, a mí me sabe a poco. Lo mejor que puedo decir de Los años luz es que me pide de inmediato otro disco posterior de Chucho; me resulta una suerte de impulso, una demostración que exclama “eh, estamos aquí”, pero que requiere y demanda con todas sus fuerzas y esperanza por mi parte un posterior “Y somos capaces de hacer algo tan brutal como esto”.
Pero, por supuesto, es innegable que Chucho  Fernando Alfaro en todas sus versiones, vaya- asegura un retén de nuevas canciones a incluir en nuestro imaginario ventricular. Aquí, personalmente lo son, por un lado, las bastardas y malsanas “Nadie es inocente” y “Fuego fatuo” y, por otro, las inusitadamente bellas e iluminadas “Cosas hermosas” y “Los rayos”.
Otra de las virtudes entrañable y hermosa de Los años luz es que suena a nostalgia de lo vivido, a un viaje al fondo de la memoria, de las sensaciones rememoradas y perdidas en el tiempo. Es este quizá el asiento que demanda y requiere su escucha para ser entendido y disfrutado un disco que más que deleitarse en crear nuevos incendios, se ensimisma en hacer minuciosos dibujos melancólicos con las brasas de antaño.

--------------

extraído de JENESAISPOP
“Sé que esto es un error pero no lo puedo parar”. Empezar así un disco es esclarecedor, como pidiendo disculpas, algo que actualmente parecen casi obligados a hacer los grupos que regresan tras haberse separado o iniciar un periodo de inactividad más o menos largo. Después de todo, ¿tan raro es que los grupos vuelvan? ¿Cuántas veces caemos en el error de regresar con exparejas? Una banda forja una relación sentimental que va más allá de la amistad, porque el compromiso está por encima de la propia amistad. Y éste se puede romper pero los buenos momentos son los que, tiempo mediante, permanecen en la memoria. Así que, más allá de las puras intenciones económicas, no es extraño que los grupos vuelvan. Lo verdaderamente raro es lo contrario.
Tampoco se puede decir que la vuelta de Chucho sea estrictamente una vuelta. El propio Fernando Alfaro admite no entender por qué a la gente le ha chocado tanto este regreso: no ha dejado de componer en los 12 años que han pasado desde ‘Koniec’; nunca ha tenido proyectos paralelos, las canciones que iba pariendo se vestían con los ropajes que tuviera en el momento, ya fuera Surfin’ Bichos, Chucho, los Alienistas o, finalmente, su propio nombre. Esta será la primera vez en que asuma un repertorio según con quien dé el concierto. Y, aunque nos esforcemos en marcar diferencias entre el estilo de uno y otro grupo, éstas son ampliamente superadas por las constantes musicales del de Albacete. En un concierto de Alfaro en solitario pueden escucharse ‘Comida china y subfusiles’, ‘Ricardo Ardiendo’ y ‘Extintor de Infiernos’, encajando todas ellas perfectamente. Es posible que, si en la reunión de Chucho no hubiera saltado la chispa, los temas hubieran buscado otro acomodo, aunque el propio Alfaro ha reconocido que compuso pensando en su segunda encarnación musical: sin el empuje proporcionado por la química con su antigua banda, se hubiera dedicado más a presentar su reciente ‘Saint-Malo‘ que a ampliar repertorio.
A pesar de que el estilo de Alfaro es inconfundible, hay características que son propias de Chucho: siempre se ha dicho que ha sido su lado más rockero, más salvaje. En ‘Los años luz’ esta vertiente es claramente beneficiada: ‘Predicar en el desierto’ es un trallazo al estilo de ‘El Ángel Inseminador’; ‘Nadie es inocente’ y ‘Fuego fatuo’ suman arranques rabiosos, mientras que ‘Flores sobre el estiércol‘ combina el blanco y el negro, la tensión dramática y el alivio, como ‘Alicia rompecuellos’ lo hacía en aquel lejano ‘Tejido de felicidad’.
Sin embargo, no es un disco particularmente oscuro. La voz de Alfaro es más dulce que nunca en ‘Cosas hermosas’; ‘Un inmenso placer’ es pop tímido y bailable a la vez; ‘Oso bipolar‘ y ‘Desidia’ son tan melódicas como ‘Magic’ o ‘Cataratas de sueño’; ‘¡Viva Peret!’, con su homenaje a María Jiménez incluido, es uno de los temas más movidos que ha hecho nunca, y aunque el acento manchego-andaluz que se marca (aquí y en varios momentos del disco) sigue chocando a pesar de las escuchas, es un tema fresco y pegadizo.
Así las cosas, el disco recuerda más a ‘La vida es extraña y rara‘ que a ‘Saint-Malo’, sobre todo en los temas más lentos. El LP que alumbró el año pasado era lo más parecido a una celebración de la vida que ha conseguido Alfaro en sus tres décadas de carrera. Aquí, tira más del contraste entre momentos tiernos y amargos, y no abandona la senda del nihilismo tan presente en las letras de su repertorio.
El mejor ejemplo de ello es ‘Banderas negras’. “Te has encontrado un gusano en la bañera y al ir a matarlo te preguntas “qué me ha hecho a mí el gusano”. Tú dale tiempo”, comienza, para arremeter más tarde con uno de sus habituales juegos con el lenguaje: “Vamos juntos de la mano, de derrota en derrota hasta la victoria final”.
Otras constantes de la literatura “alfariana” regresan: la serpiente que “no puede dejar de morder” en ‘Cosas hermosas’, o la figura cánida, esta vez en forma de “perrete”, en ‘Oso bipolar’. El estilo de Alfaro siempre ha sido rabiosamente personal y aquí no cambia.
Un disco es como unos zapatos. Tienes que ponértelos varias veces para acomodarte a ellos. Una vez que lo haces, ya hay una cierta familiaridad que convierte esos zapatos de tienda en tuyos. De la misma forma, a las pocas escuchas ‘Los años luz’ pasa de ser un disco de regreso de Chucho a tan solo un disco de Chucho, y desaparecen los 12 años de hiato desde ‘Koniec’. Ni siquiera las diferencias en la producción (los excesos propios de los primeros 2000 y de estar en una multinacional quedaron atrás hace mucho tiempo) hacen mella en una de las personalidades musicales más inquebrantables de toda la música española.
Calificación: 8/10
Lo mejor: ‘Flores sobre el estiércol’, ‘Cosas hermosas’, ‘Banderas negras’, ‘¡Viva Peret!’
Te gustará si te gusta: toda la producción de Fernando Alfaro.
-------

Extraído de HIPERSONICA
En el panorama musical actual son tantas las reuniones que se rumorean, que intuyen, se especulan y, finalmente, se producen, que hasta dejan de hacer gracia. Salvo algún fetiche en particular, se ha perdido (o casi) el drama que suponía en su día que tal o cual banda anunciase su separación. Morrissey y Marr anunciaban que mandaban a tomar por saco a The Smiths, e iba a misa. Décadas después les sigue poniendo cachondos que la gente hable sobre ellos, tenga sueños húmedos con respecto a una reunión, pero sin noticias del tema. Especialmente respetable era la opción del que, sabiendo que se lo llevaría mucho más calentito de lo que en su día aspiró, se mantiene en su idea de que, a veces, los proyectos simplemente mueren. Me viene a la cabeza El Niño Gusano, y una conversación que mantuve en su día, hace mucho, con Vinadé, tras un concierto de Tachenko, suplicando la vuelta de los zaragozanos cuando aún era humanamente posible. Más que una conversación, fue que le di la brasa borracho, pero él, educadísimo, me explicaba que no tenía sentido, que era hacer cosas por pasta, no porque se las pidiese el cuerpo.

El regreso de unos héroes domésticos: la ilusión y el miedo

Ese desapego afectivo a cualquier tipo de reunión, como digo, aminora en caso de que se toque algún fetiche. Hace muchos años tenía una entrada comprada para un concierto de Chucho, durante la gira de presentación del fantástico Koniec (Sinnamon Records, 2004). Aquel concierto, que sería la primera vez que podía ver a Chucho en sala, fuera de formato festivalero, se suspendió sin motivo justificable aparente. Se había vendido un número más que respetable de entradas, y no se conocía enfermedad de nadie en el grupo. Olía mal la cosa. Un par de semanas después Chucho anunciaban su separación y a mí se me iban cayendo los castillos de naipes musicales que habían formado la fortaleza de mi paso a la edad adulta.
Años después, cuando en mi cabeza habían aparecido unas cuantas canas y en mi abdomen unos cuantos kilos, Chucho anunciaban una reunión para llevar a cabo una gira que repasase éxitos vetustos. Puede que ni ellos ni yo fuésemos los mismos, pero la oportunidad de aquella revancha se aprovechó y disfrutó como si no hubiese pasado ni una sola semana desde que Koniec hubiese visto la luz. Otra cosa es lo de ahora. Anunciar nuevo disco. Suena a que nos hemos venido arriba durante las giras, viendo que hubo una determinada cantidad de peña a la que le importamos hace años y, tras unas cuantas copas, soltamos un “¿qué coño?” y nos metemos en faena. La historia es conicida por repetida hasta la saciedad. El resultado final también suele ser el mismo. Un error enorme. Los mitos no se tocan.
Me enfrento a Los años luz con mezcla de sentimientos: nostalgia, miedo, ilusión, ansiedad, desconfianza. Y, tras escucharlo al completo, ya solo quedan dos: la alegría y el alivio
Así que me enfrento a la escucha de Los años luz (I*M Records, 2016) con una mezcla de sentimientos enormemente contradictorios. Nostalgia. Miedo. Ilusión. Ansiedad. Desconfianza. Y, tras escucharlo al completo, ya solo quedan dos: la alegría y el alivio. Los años luz es un disco que, salvo por algún mínimo pero que detallaremos a continuación, hace pensar que Chucho se han conservado perfectamente en el tiempo. Que las energías que los llevaron a hacer esto eran genuinas. Es más, que han sellado uno de los mejores discos de pop nacional de los últimos meses, cosa que tiene su punto de encanto y su montaña de preocupante (¿es que no ha cambiado nada en 20 años?).
Tras la agradable y breve ‘Esto es un error’, que rompe el prolongado silencio, llega un tema ya conocido, ‘Flores sobre el estiércol’: el flamenco-rock de Chucho, un sí exento de dudas. Algo tienen las letras de Alfaro, sus juegos de falsetes combinados con voces rudas, que parecen no caducar en su encanto. Y, a pesar de aquel grandioso La vida es extraña y rara, en su formato banda, en sus Chucho de toda la vida, parece detenerse el ritmo de envejecimiento. Las células carecen de capacidad de fallecimiento entre la amenazante ‘Nadie es inocente’ o las delicias pop ‘Cosas hermosas’ y ‘Un inmenso placer’, llenas de energía, optimismo y pasión, y una línea de bajo en estribillos absolutamente adictiva. El inicio de Los años luz trae cinco temas que disipan todo tipo de desconfianza.
7,8/10
Chucho se convierten en unos Love eléctricos en ‘Predicar en el desierto’, derrochan energía y cada uno de las virtudes que en su día, hace ya mucho, lograron enamorar a un puñado de fans. ‘Desidia’ pone el toque de calma de un disco que tiene como gran pero no haber conseguido entregar una de esas canciones largas y épicas marca de la casa, al estilo ‘El vientre del firmamento’. Pero bueno, ante la inmensidad del miedo previo, poco pero parece. Al fin y al cabo Chucho siempre se han encontrado mucho más cómodos en la derrota, en ‘Banderas negras’. Mucho más que en homenajes al ‘Se acabó’ de María Jiménez y a la rumba catalana de ‘¡Viva Peret!’. Cerraremos esta página, como quien cierra el año despidiéndose de Miss diciembre en ‘Las chicas del calendario’, y nos alegramos por el buen rollo que Chucho nos han conseguido transmitir. De nuevo.


Comentarios

Entradas populares de este blog

micanciondemisemana - ROSENDO - FLOJOS DE PANTALON

miportadademisemana - PINK FLOYD "The dark side of the moon" 1973

Capítulo 3. FRASES ESCONDIDAS EN CANCIONES. Hoy... IVÁN FERREIRO