Coleccionando vinilos - 131 - LORI MEYERS "En la espiral" (2017)


Uno de los grandes del indie nacional. Pero que aunque les falta poquito, aún no dan con su verdadera identidad.
Hablo de los granadinos LORI MEYERS con su Noni al frente, y cuando tienes un frontman así hay que aprovecharlo.
En directo convierten sus conciertos en fiesta e himnos coreables uno tras otro.

Algo en cambio falla cuando tratan de dar forma a un album. No voy a hacer un super estudio, pero con este breve resumen puede entenderse fácil.
Su primer disco bebió de influencias planetarias, los nuevos Planetas bla, bla, bla... 
Con el gran Hostal Pimodan, miraron a los 60, a los Brincos, a Juan y Junior, a la canción francesa.... un disco atemporal.
En Cronolánea y sucesivos comenzó una búsqueda del hit definitivo que parece llegó unos años después con "Emborracharme" pero sus discos con ciertas dosis de sintetizadores que para el directo siempre ayudan, no terminaban de ser algo más que correctos.

Paran la máquina, se tiran 3 años sin sacar nuevo disco, y de repente se anuncia a bombo y platillo el regreso al sonido primigenio en su nuevo disco, sobre todo a su época del Hostal Pimodan.
"EN LA ESPIRAL", lo tengo cariño, me lo regalaron por mi cumpleaños en este precioso doble vinilo, pero como podéis leer más abajo el recibiendo fue tibio "está bien pero...." A mi me parece un buen disco pero de largo recorrido, no hay hits, no hay grandes estribillos ni muchos ritmos bailables.
Hay pop tranquilo, con letras que requieren de repetidas escuchas y, si, de algo de imaginación para comprenderlas, pero tiene algo que siempre le pido yo a los discos, que con cada nueva escucha saque algo nuevo.



Desde jenesaipop llegó esta crítica al disco algo fria como muchas que he leido.

Que un disco comience con una canción llamada ‘Vértigo I’ y se cierre con otra llamada ‘Vértigo II’ sólo puede esconder algún tipo de ambición conceptual. Lori Meyers, hacedores de algunos de los hits indiemainstream más significativos de los últimos años, con ‘Mi realidad’ sumando 8 millones de reproducciones en Spotify y ‘Emborracharme’ y ‘Luces de neón’ alrededor de 6, no han querido ir esta vez al hit directo durante gran parte del minutaje de su sexto álbum, ‘En la espiral’. Así, el disco se abre presentando ambientaciones densas en sintonía con esos Mike Oldfield y Supertramp a los que citan en las entrevistas, para dar lugar después a una amalgama en la que caben muy diferentes tipos de ritmos e influencias.
Una de las canciones más sorprendentes es ‘Zona de confort’, en la que Lori Meyers parecen haberse propuesto huir de la misma comenzando como un número muy Paul Simon y un poco ‘Sabotatge’ de los últimos Manel, para luego derivar hacia un final instrumental más rockero sin renunciar a los tintes indie pop, ligeramente cósmicos y psicodélicos. A continuación, ‘Organizaciones peligrosas’ presenta un ritmo más disco-funk, como ‘Heart of Glass’ pasado por el filtro de Danger Mouse en sus producciones para Black Keys o de las más oscuras de James Ford para los últimos Arctic Monkeys. Alguien podrá criticar que Ricky Falkner sea el productor en España que lo hace todo, ¿pero para qué llamar a otra persona, cuando él, lo que hace, lo hace tan bien?
Otra cosa es el mensaje que Lori Meyers va dejando en esa primera mitad del disco, más confuso o tibio. Aunque el grupo se define como “apolítico” y se empeña en afirmar que a lo sumo refleja cierto desencanto social, el lenguaje utilizado en ‘Evolución’ parece una llamada a las calles, entre esa “noticia llena de terror en televisión”, ese “hemos optado por la destrucción” o “esa conducta que nos retiene en esta prisión”. Aparte de que la insistencia en la rima en “-ión” es tan facilonga como inelegante, cuando llega una canción como ‘Zona de confort’, solo cabe la -glups- “decepción”. ¿Realmente es una recreación del amor con ecos de ‘Santa Lucía’ con esa mención a la “revolución”? ¿Acaso se está reivindicando el derecho a estar de fiesta en veranito a lo Beastie Boys? ¿Se está ironizando sobre ello con el título?
La misma ambigüedad (o falta de decisión) la encontramos en las poco definidas menciones a conceptos como la “corrupción” o la “abstención” que, aunque parezcan poco vinculados a la política en este caso, no pasan desapercibidas al oído por la poca cantidad de veces que aparecen en la música pop. No, no termina de quedar claro cuáles son las intenciones de Lori Meyers ni hasta qué punto pretender ser ambiguas. Ellos dicen que todo el mundo es bienvenido en su “hostal Pimodán”, pero hay alguien que no cabe a tenor de lo oído en ‘Organizaciones peligrosas’: todos aquellos que nos impiden “ser libres al fin antes de morir”, los “medios de comunicación” y aquellos que juegan “con nuestra libertad sin piedad”. ¿Los banqueros, los gobernantes? ¿De verdad el grupo es “apolítico”?
No soy muy partidario de que los grupos se metan en política, porque no se les suele dar bien, pero que Lori Meyers no hayan querido terminar de hacer un disco que abiertamente vincule cierto malestar personal con el malestar social, de lo concreto a lo general, es decepcionante, porque es la lectura más interesante de ‘En la espiral’. No a los grupos politizados por obligación, pero no también a las medias tintas. Por suerte, la segunda mitad del álbum presenta una ristra de canciones que funciona de manera independiente al margen de ambiciones, densidades y juegos entre lo personal y lo social. Si en la primera, el estribillo de ‘Pierdo el control’ sonaba algo forzado, ‘Océanos’, del guitarrista Alejandro Méndez, es claramente la canción eje del disco, no en vano situada justo en la mitad, con seis canciones por delante y seis canciones por detrás. Se trata de una bellísima composición sobre estar atrapado en el pasado, que se corresponde con el gusto que Lori Meyers siempre han tenido por las armonías sesenteras (Los Brincos, Los Módulos, Los Ángeles). A continuación, ‘1981’, otra bonita balada “nunca me abandones”, esta vez a cargo de Noni y en la que funcionan igual los punteos más propios del indie pop británico o de R.E.M., que los guitarrazos eléctricos y el teclado a lo The Doors. Remontada que se confirma con la evocadora ‘Eternidad’ y el single ‘Siempre brilla el sol’, que sabiamente se ha reservado para casi el final. No parece estar calando tanto como otros de sus singles antiguos, pero cuesta creer que no vaya a ser una favorita de sus directos ad eternum aunque solo sea por su carácter repetitivo y edificante.
‘Un nuevo horizonte’ confirma la vía del escapismo para huir de la ansiedad que menciona ‘No estoy solo’ y ‘Vértigo II’ quiere cerrarse con la calma en contraste con la bruma con la que se abría el disco. Con sus contradicciones y tiros errados, este álbum deja preguntas como si Lori Meyers se quedan en esa “espiral” a la que alude el título o, en verdad, salen de ella como parecen sugerir hacia el final. Pero también deja un puñado de buenas ideas, de teclados mucho más elegantes que en su pasado, y de canciones que vuelven a demostrar que la banda se mantiene inquieta y que es una buena retratista del amor y su importancia como refugio para hallar la felicidad. Noni Meyers se muestra culpable y muy vulnerable en algunas letras, pero la paz que aportan los coros de su pareja Anni B Sweet, en los hermosísimos finales de ‘1981’ o ‘Todo lo que dicen de ti’, son el remanso perfecto para los momentos en que sientes que la vida es una mierda.
Calificación: 6,9/10
Lo mejor: ‘Eternidad’, ‘Océanos’, ‘1981’, ‘Siempre brilla el sol’
Te gustará si te gustaban: Lori Meyers, pero les pedías algo más porque te estás haciendo mayor.


siempre brilla el sol


Desde hipersonica unas impresiones similares a las anteriores.

Lori Meyers — En la espiral

La intención era buena. Lo que cuenta es participar




Hace un año me puse a dieta. Tampoco es que esté especialmente gordo, pero como he ido abandonando el deporte (hace años) lo noto en mi aspecto físico, claramente mejorable. No era la primera vez que ponía ciertos límites a mi alimentación habitual, y lo cierto es que en el pasado alcancé unos resultados bastante satisfactorios cada vez que me privé de algunas cosas y aumenté mi gasto de calorías/día. Pero en esta ocasión no fue tan fácil.
Algo consigues. Pero al mismo tiempo también hay factores dentro de ti que jamás volverá a ser lo mismo. Más allá de que con la edad es normal que vayas acumulando kilos, también lo es que no resulta igual de fácil perderlos. Como si hubiese un punto a lo largo de tu vida en que tu cuerpo te recuerde que has cambiado. Que ni eres el mismo ni, por mucho que te esfuerces, conseguirás volver a serlo jamás.
Lori Meyers lo han intentado. En la espiral (Universal, 2017) busca, en alguna medida, volver a la senda que hace años dejaron atrás, con una propuesta menos basada en los sintes facilones y la búsqueda (y captura) de un éxito deseado que dejó por el camino la frescura, magia y sonido amateur de aquella banda granadina que me enamoró con Viaje de estudios (Houston Party, 2004) y Hostal Pimodán (Houston Party, 2005), y que sentí ir perdiendo poco a poco en Cronolánea (Universal, 2008). Pero es que el cuerpo ya no responde igual. Es tarde.
Aunque mi interés por las últimas propuestas discográficas de los granadinos había ido en claro descenso, me alegraba de poder encontrar siempre, al menos, algún jitazo al que agarrarme. Es más, algunos momentos (el inicio, vaya) de Impronta (Universal, 2013) sentí que a lo mejor conseguían volver, pero finalmente el disco se me hace bastante insulso y falto de atractivo. El conjunto ya no me atraía casi nada, pero sí podía ir encontrando algunas piezas de maravilloso pop en todo momento. Así, le pillé gustosamente el truco a cortes realmente divertidos, como ‘Planilandia’ o ‘Emborracharme’. Eso, que puede leerse en clave peyorativa, no lo es en absoluto. Es más, hasta me sirvió para recuperar un pelín de ilusión.
Pero no. En la espiral es un intento bastante loable en el origen, pero bastante fallido en el resultado. Desde ‘Vértigo I’, una canción con una letra que ofrece dudas en cuanto a si se trata de que Noni haya perdido alguna apuesta y se haya visto obligado a hacerla pública o si realmente lo de rimar hasta la saciedad con ese “-ión” les pareció buena idea, Lori Meyers quieren mandar el mensaje de que se han currado unas melodías menos facilonas, más maduras. Y más o menos siguen en ello en ‘Evolución’ (de nuevo las rimas con -ión hasta lo ridículo). La cuestión es que En la espiral, dando por buena esa intención de sonar más maduro, que vaya usted a saber, lo único que consigue es resultar tremendamente aburrido.
Supongo que debería ser más generoso con el esfuerzo que detecto, con el que yo mismo les pedí cuando les notaba perder el rumbo. O, al menos, ver en cortes como ‘Pierdo el control’ algo de los jitazos que antes se parían por aquí. Pero veo que, efectivamente, la canción acaba cayendo en su propio título y me cuesta horrores conectar. Irremediablemente voy perdiendo el interés a medida que pasan los temas y no encuentro un saliente al que agarrarme antes de precipitarme colina abajo.
¿Hay algo rescatable en En la espiral o todo resulta un desastre inapelable? Bueno, algo sí. ‘Zona de confort’, un corte que no tengo claro si cae premeditadamente en lo que anuncia o no, tiene momentos de cierto encanto, y aguanta el tirón de unos seis minutos que la banda no está acostumbrada a utilizar. Y, sin duda, ‘Océanos’, esta vez con Alejandro en las voces. Una canción bastante meritoria que abre camino a una parte no especialmente notable, pero sí más salvable de En la espiral. La que vuelve a bucear en los sonidos sesenteros que tan bien evocan. ‘Eternidad’ redunda en esas virtudes, justo antes de que ‘Siempre brilla el Sol’ confirme que a En la espiral (sin que ese sea su mayor problema) el jitazo incontestable del todo se le ha resistido un poco. Este no anda lejos.
Así pues, y aunque la intención, canción a canción, sin perder la ilusión ni el ansia de redención, era buena, no podemos evitar pensar que la acción pertenece al pasado, y en este caso razón y atracción no caminan en la misma condición, vemos algo de falta de inspiración. Pero callaremos, antes de que las autoridades nos llamen la atención y reclamen nuestra extradición.

4,07/10

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