Coleccionando vinilos. 3- MILES DAVIS "Kind of Blue" (1959)
Mi primera adquisición voluntaria (junto con "Quadrophenia" de The Who) para comenzar con mi colección de vinilos. Y es que este disco, tenía que tenerlo si o si. Tuvo su momento de grandeza en 2009 con su 50 aniversario y volvió a estar de plena actualidad, aunque en realidad siempre lo ha estado.
Es un disco que cambió la música, y eso no lo pueden decir muchos.
Añadió la improvisación al jazz, sobre una base establecida los músicos, pedazo de músicos, daban rienda suelta a su creatividad.
Cambió la manera de entender el jazz, incluso la música clásica, e incluso la forma de escuchar música.
También fue motivado por el cambio de soporte musical, ya que antes se escuchaban vinilos de 78rpm por lo que solo cabían canciones de 2-3 minutos y con la aparición del vinilo de 33rpm se pudieron añadir temas de duración más elevada y Miles Davis fue de los que aprovechó esto para dar rienda suelta a sus canciones y no ponerles unos límites temporales.
Es un disco ideal para ponerlo en casa y saborearlo con calma, sin prisas.
Aqui les dejo algunos de los millones de datos que sobre esta obra de arte pueden consultar en la red.
Lean, no les llevará más de 5 minutos pero lo más importante, busquen el disco y den al play.
textos extraídos de jazzeseruido, wikipedia y alguna que otra web que no recuerdo.
CANCION A CANCIÓN
1. SO WHAT
So what comienza de una forma atípica en el jazz, con la sutileza y la elegancia del piano de Bill Evans, que nos recuerda su formación de pianista clásico, introduciéndonos en el tema. Luego, como por encanto, se superpone el contrabajo, Paul Chambers majestuoso, feérico, esbozando la melodía, magnífica en sus líneas pero extremadamente sencilla en su composición interna. un tema que se repite al final en forma de cadencia que pone un fin glorioso y redondo al tema. Es uno de los punteos más admirados y repetidos por los bajistas. Sting en su gira Broken Music del 2006, durante una larguísima versión de Roxanne que sobrepasa los diez minutos, introduce un solo de bajo que no es otro que el de So what. De igual manera, aparentemente desordenada, un joven Miles va dosificando las notas con una madurez escalofriante, poniendo los puntos sobre las íes sólo cuando es preciso, sacando brillo a las improvisaciones de su sexteto. Es pura magia, no sé si me entiendes. Si te has enamorado alguna vez de la música entonces seguro que el jazz te seducirá y Miles Davis, bueno, Miles Davis te meterá directamente en la cama.
El resto es ritmo e improvisación. Cuando Miles entra es casi un solo y el resto de los metales no hacen otra cosa que rondar alrededor de la batería de Jimmy Cobb durante todo el corte, fingiendo no improvisar, cuando lo que en realidad escuchamos no es una composición, sino genio, espontaneidad, frescura.
Y luego, bueno, ahí está. Cabalgando sobre el ritmo, Coltrane se prueba a sí mismo, como si intentara dejar claro que un día de estos va a dejar a Davis para grabar con su propia formación, pero en el jazz todos son solistas y en Kind of blue está demostrado. Evans, Coltrane, Chambers, Jimmy Cobb, que aguanta la tensión marcando electrizantemente sutil el ritmo con los platillos, “Cannonball” Adderley sobresaliendo con su estilo hardbop de los 50, ese saxo alto imbuido de un erotismo que se hace más procaz con cada compás y, por encima de todos, la trompeta de Miles, expectante, egoísta y genialmente tacaña, dosificándose a tales extremos que sólo de cuando en cuando se deja oír para poner el sello distintivo a las secciones más bellas, como un arquitecto que pone su firma a un proyecto levantado por el mejor grupo de artistas de todos los tiempos.
2. FREDDIE FREELOADER
Freddie Freeloader es de una estructura muy similar al tema anterior en lo simple. La batería sigue llevando y cohesionando al grupo. Wynton Kelly (en lugar de Evans) está fabuloso en un solo incluso prematuro, al que sigue la trompeta y un Coltrane que da sentido al tema. Si tuviera que elegir un corte para oír a Coltrane en este disco elegiría este tema. Como ocurre con el primero, acaba volviendo a su estructura original, decadente, perfecta.
So what comienza de una forma atípica en el jazz, con la sutileza y la elegancia del piano de Bill Evans, que nos recuerda su formación de pianista clásico, introduciéndonos en el tema. Luego, como por encanto, se superpone el contrabajo, Paul Chambers majestuoso, feérico, esbozando la melodía, magnífica en sus líneas pero extremadamente sencilla en su composición interna. un tema que se repite al final en forma de cadencia que pone un fin glorioso y redondo al tema. Es uno de los punteos más admirados y repetidos por los bajistas. Sting en su gira Broken Music del 2006, durante una larguísima versión de Roxanne que sobrepasa los diez minutos, introduce un solo de bajo que no es otro que el de So what. De igual manera, aparentemente desordenada, un joven Miles va dosificando las notas con una madurez escalofriante, poniendo los puntos sobre las íes sólo cuando es preciso, sacando brillo a las improvisaciones de su sexteto. Es pura magia, no sé si me entiendes. Si te has enamorado alguna vez de la música entonces seguro que el jazz te seducirá y Miles Davis, bueno, Miles Davis te meterá directamente en la cama.
El resto es ritmo e improvisación. Cuando Miles entra es casi un solo y el resto de los metales no hacen otra cosa que rondar alrededor de la batería de Jimmy Cobb durante todo el corte, fingiendo no improvisar, cuando lo que en realidad escuchamos no es una composición, sino genio, espontaneidad, frescura.
Y luego, bueno, ahí está. Cabalgando sobre el ritmo, Coltrane se prueba a sí mismo, como si intentara dejar claro que un día de estos va a dejar a Davis para grabar con su propia formación, pero en el jazz todos son solistas y en Kind of blue está demostrado. Evans, Coltrane, Chambers, Jimmy Cobb, que aguanta la tensión marcando electrizantemente sutil el ritmo con los platillos, “Cannonball” Adderley sobresaliendo con su estilo hardbop de los 50, ese saxo alto imbuido de un erotismo que se hace más procaz con cada compás y, por encima de todos, la trompeta de Miles, expectante, egoísta y genialmente tacaña, dosificándose a tales extremos que sólo de cuando en cuando se deja oír para poner el sello distintivo a las secciones más bellas, como un arquitecto que pone su firma a un proyecto levantado por el mejor grupo de artistas de todos los tiempos.
2. FREDDIE FREELOADER
Freddie Freeloader es de una estructura muy similar al tema anterior en lo simple. La batería sigue llevando y cohesionando al grupo. Wynton Kelly (en lugar de Evans) está fabuloso en un solo incluso prematuro, al que sigue la trompeta y un Coltrane que da sentido al tema. Si tuviera que elegir un corte para oír a Coltrane en este disco elegiría este tema. Como ocurre con el primero, acaba volviendo a su estructura original, decadente, perfecta.
3. BLUE IN GREEN
No sé qué decir de Blue in green. Fue el tema que elegí como sintonía cuando hice mi primer programa en Radio Moguer. Es demasiado perfecto. Miles apunta ese estilo que bordaría en los 90 (experimentos electrónicos pseudomusicales aparte) regalando las notas con tacañería, a cuentagotas, escasas como diamantes. Un lujo. Es el corte más breve, pero también el más elaborado, matemáticamente perfecto y conciso. Si a esto le unimos el protagonismo absoluto del piano, comprenderemos por qué se atribuye a Evans la autoría de Blue in green.
4. ALL BLUES
All blues es eso, un blues en 6/8. Si no fuera mi disco preferido diría que este es el tema que me gusta menos. También es el más cercano, a mi parecer, al hard bop. Aquí es Miles el protagonista, dictando las claves de la libre melodía. La batería también goza de libertad, ya que la base rítmica no es constante, lo que nos permite apreciar la calidad de Jimmy Cobb.
5. FLAMENCO SKETCHES
Este tema siempre ha sido el último de mi lista. No porque tenga algún defecto sino simplemente porque simboliza lo que los americanos (y, en general, los extranjeros) entienden por “Spain” o sea: flamenco y nada más. Esboza precisamente eso, un aire un tanto lacónico de flamenco jondo que luego desarrollarían por separado Trane y Miles en discos tan dispares y a la vez tan similares en en el fondo como Olé Coltrane y Flamenco Sketches.
Nuevamente es el piano el que abre el tema dando paso a la trompeta de Miles. Es el esquema habitual: piano, trompeta e improvisación sobre el boceto. En este caso, el experimento queda algo pobre hasta que irrumpe el saxo en lo que prácticamente es un solo. La atmósfera de este tema es muy distinta al resto del disco. Se acusa la mano de Evans en los arreglos (muchos aseguran que en la autoría del tema). Quizás también el aire flamenco, muy al estilo de las saetas y la música de semana santa en general, influyan en esta percepción cualitativa.
En cualquier caso, el tema es una conclusión un tanto fuera de lugar para un disco tan redondo. En mi opinión, siempre vehemente, hubiera encajado mejor al principio de la segunda cara (hablo del LP) o como tema central del CD.
El corte termina con el piano, tal como comenzó, retomando esa estructura circular que hace tan redondo al resto de los temas.
Ahí termina el disco y uno quiere ponerlo de nuevo. Yo hace tiempo que me quedé sin aguja para el giradiscos y estoy oyendo el CD. No sé si encontraré la aguja o me compraré un plato nuevo (tengo demasiados vinilos buenos). También he visto en la red que se ha editado un SACD de Kind of blue, o lo que es lo mismo, una remasterización que permite oír el disco en 5.1 com si estuvieras en el estudio mientras grababan el disco... No sé si estoy preparado para eso. En realidad, no. La tecnología me supera y mi lector de dvd no admite SACD's. Qué se le va a hacer.
LA GRABACIÓN
Kind of Blue fue el resultado
de dos sesiones de improvisación a comienzos de la primavera de 1959.5 El 2 de marzo Miles Davis
reunió su sexteto para la grabación en el recién inaugurado 30th Street Studio
de la Columbia Records, una iglesia rusa de Manhattan reciclada,17 de las pistas
"So What", "Freddie Freeloader", y "Blue in
Green", que componían el primer lado del LP. El 22 de abril se completaron
las grabaciones con el registro de las pistas que compondrían el segundo lado del
LP, "Flamenco Sketches", y "All Blues". La producción
corrió a cargo de Teo Macero, que había trabajado con el trompetista en sus dos discos anteriores,
e Irving Townsend.
Davis le pidió a sus músicos que casi no
ensayaran y ellos llegaron al estudio con una pobre idea de lo que iban a
interpretar, según afirmaciones del pianista Bill Evans, Davis sólo les dio
bocetos de las líneas de escalas y melodías. Una vez en el estudio Davis les
dio breves instrucciones de cada pieza y después se pusieron a grabar. Si bien
los resultados son impresionantes, teniendo en cuenta que entraron al estudio
con una escasa idea de lo que harían, la creciente leyenda de que éste se grabó
en una sola toma es falsa, sólo "Flamenco Sketches" se completó en la
primera ejecución. Esta primera toma, no la toma final, fue incluida como un
bonus track en la re-edición del álbum en 1997. Se registraron cinco tomas maestras,
aunque no fueron las únicas, también se grabó una toma cortada de "Freddie
Freeloader", pero que no se incluyó en la re-edición como disco compacto
del Kind of Blue en 1997.18
El pianista Wynton Kelly pudo no haberse
sentido muy complacido al ser reemplazado por Bill Evans, sin embargo Davis,
para apaciguar los sentimientos de Kelly y sacarle provecho a sus cualidades de
bluesman y acompañante, le reservó para el número con más orientación blues de todo el disco, "Freddie
Freeloader".18
La grabación tuvo lugar en el 30th
Street Studio de la Columbia Records en la ciudad de Nueva York en apenas diez
horas repartidas en dos días, el 2 de marzo y el22 de abril de 1959. Acompañaron a
Miles el legendario saxofonista John Coltrane y el contrabajista Paul Chambers, el equipo se completó con Julian "Cannonball" Adderley, en el saxofón alto, Jimmy Cobb a la batería y Bill Evans al piano. Su lanzamiento se produjo el 17 de agosto por el sello
discográfico Columbia en formatomono y estéreo.
El álbum estuvo basado en formas modales, que permitían
amplias posibilidades de tránsito por escalas a partir de alguna nota
predeterminada en lugar de la secuencia lineal de acordes que desarrollaba el
jazz hasta entonces, contrastando con sus primeros materiales caracterizados
por un estilo hard bop eimprovisaciones. Se convirtió en
un gran éxito comercial con ventas superiores a los cuatro millones de copias
en Estados Unidos (certificado como cuádruple disco de
platino por la Recording Industry Association of
America), convirtiéndose en el disco más vendido de la carrera de Davis y el más
vendido de la historia del jazz.
Está considerado como la obra maestra
del género y por su gran influencia en diversos géneros como el rock y la
música clásica es apreciada
como una de las producciones más grandes de todos los tiempos. En el año 2002 un jurado compuesto por expertos
en preservación de música y sonido de los Estados Unidos anexó a Kind
of Blue en el Registro Nacional de Grabaciones de la Biblioteca del Congreso de Estados
Unidos debido a su "significación cultural o histórica" en la vida
norteamericana. En el 2003 la revista Rolling Stone lo colocó en el
n.º 12 en su lista de 'Los 500 mejores álbumes de todos los tiempos'.
Kind of blue no ha dejado de venderse, alcanzando cifras millonarias. Varias
generaciones de músicos, desde Quincy Jones a Pink Floyd, lo han incorporado a
su lenguaje. Más que un gran disco de jazz, Kind of blue es el
disco de jazz: la esencia de una música evasiva y cambiante. Funciona como contraseña
para entrar en la secta de paladeadores de lo cool. Hollywood
ha abusado de su carácter icónico: en Novia a la fuga, Julia
Roberts le regala una copia -en vinilo- a Richard Gere, como si ella quisiera
devolverle el favor por la educación mundana de Pretty woman.
Mantiene propiedades curativas: lo escucha en casa Clint Eastwood, en su papel
de atormentado agente del Servicio Secreto de En la línea de fuego.
Semejante fenómeno merecía todo un libro. Lo publicó Ashley Kahn en 2000 y
hay traducción (Miles Davis y 'Kind of blue'. La creación de una obra
maestra). Una indagación casi detectivesca sobre lo que ocurrió
durante los dos días de 1959 en que se materializó. Problema: sólo vive uno de
los músicos participantes, el baterista Jimmy Cobb. Un eficaz currante, pero
sin perspectiva histórica: para él, inicialmente, se trató de otra grabación
más. Entre los misterios a resolver: ¿deriva de sesiones improvisadas? De
rebote: ¿está justificado que Miles firme como autor único?
A lo primero, cabe responder que sí, que fue una creación del momento.
Davis podía llevar meses masticando la jugada, pero prefería que los músicos
arribaran al estudio sin rutinas aprendidas: buscaba la respuesta fresca, la
intuición inmediata. Además, tres de ellos tenían madera de líderes y convenía
embridarlos. Eso exigía pasmosa seguridad por parte de Miles: en 1959 se
entraba a grabar como si se acudiera a una iglesia y se asumía que todos iban
convenientemente ensayados.
Como revelan los diálogos entre tomas, parte de los cuales se han
recuperado para la edición del 50º aniversario, los instrumentistas pisaron
cautelosa y relajadamente un terreno desconocido. Davis mostraba los rudimentos
de cada pieza y se lanzaban a volar. Como cómplice, el pianista Bill Evans, por
naturaleza y circunstancias, un hombre reservado. Evans argumentó
convincentemente que él llegó con partes de Blue in green y Flamenco
sketches. Pero en 1959 se aceptaba que la estrella de una sesión se
atribuyera la autoría exclusiva de temas que se elaboraban bajo sus órdenes.
Y la estrella era Miles. Un superviviente: alardeaba de haber dejado a pelo
la heroína, que destrozaría a Charlie Parker y tantos kamikazes delbe-bop.
Intimidante, a pesar de su hilo de voz: la leyenda aseguraba que se dañó las
cuerdas vocales en una bronca con el propietario de un club. Miles no respetaba
a esa especie e ignoraba sus exigencias: podía actuar de espaldas al público,
oficialmente, para escuchar mejor a sus músicos (pero quería demostrar que no
necesitaba hacer concesiones). Solía marcharse del escenario sin despedirse
mientras su banda seguía tocando.
Los dueños de los locales tragaban. Miles atraía a una clientela
apetecible: racialmente mixta y con alto porcentaje de mujeres. Era unjazzman con
gancho sexual, tan seguro de su masculinidad como para expresarse, si le
apetecía, con lo que muchos consideraban delicadeza femenina. Nada que ver con
el genio atormentado de Parker o la exuberancia bonachona de Dizzy Gillespie:
racionaba su trompeta, valoraba el silencio. Vestía impecables trajes de corte
europeo. Conducía un Ferrari blanco. Se susurraba que mantenía una relación
intermitente con Juliette Greco, ángel oscuro del existencialismo parisiense.
Kind of blue encajaba en su perfil de sibarita sensual. El mismo título exhibía
una naturalidad coloquial: sugería que le preguntaron de qué iba el disco y él
respondió que, bueno, que sonaba "como... triste". Después, Davis
alegaría motivos más espirituales: que "pretendía evocar la presencia
fantasmal de un coro gospel" que escuchó una noche en
pleno campo. Alternativamente, que era su respuesta al pellizco ancestral de
una kalimba, el piano de mano que le fascinó en un espectáculo
de danzas africanas.
En 'Kind of blue' no se encuentran las melodías de Broadway que se tornaban
filigranas en manos de Miles: domina el clima blues, aunque
realmente sólo dos temas cumplen sus esquemas. En busca de resonancias extra,
se ha sugerido que blue (azul) también insinúa aquí
connotaciones eróticas: es el equivalente en inglés de "verde". Nadie
se escandalizará si recordamos que Kind of blue fue accesorio
indispensable para el estilo de vida que entonces preconizaba Playboy.
Pero eso supone reducirle a artefacto de una época y una cultura, cuando se ha
demostrado intemporal: el ambiente que crea este trabajo, a la vez robusto y
sedoso, propicia la seducción. Seamos más específicos: sirve para los
preliminares y para el acto, especialmente si se trata de "hacer el
amor" más que de "follar".
Kind of blue pertenece a la era del elepé: hasta poco antes, los jazzmenestaban
constreñidos por la duración de las placas de 78 revoluciones por minuto, lo
que suponía destilar temas de alrededor de tres minutos. Esas convenciones
todavía se respetaban cuando pudieron usar el soporte elepé. Pero no Miles:
aquí hay piezas que se acercan a los 6, 10 o 12 minutos; nacen, crecen y
terminan sin prisas. La tensión se resuelve con solos que reflejan el
equilibrio de fuerzas de aquella cumbre de titanes. Bill Evans es un pianista
ascético, casi impresionista, mientras Cannonball Adderley rebosa la
fibra soul que en los sesenta le haría popular; Coltrane, que
poco después realizaría Giant steps, parece un velocista apenas
reprimido.
Miles administra su trompeta con economía. Como líder, no se deja intimidar
por gente con más recursos técnicos o mayor gama expresiva; sabe lo que quiere
sacar de sus asalariados, a quienes paga generosamente. Aunque artista muy
competitivo, desprecia las olimpiadas del virtuosismo. Posee un lirismo tan
efectivo como su sentido del drama. Finalmente, confía a muerte en su visión.
Lista de temas
Temas 1, 2 y 4 escritos por Miles Davis.
Temas 3 y 5 escritos por Miles Davis y Bill Evans (confirmado en el ensayo de
Ashley Kahn sobre el álbum).
1. "So What"
2. "Freddie
Freeloader"
3. "Blue in
Green"
4. "All Blues"
5. "Flamenco
Sketches"
Personal
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