50 DISCOS QUE CUMPLEN 50 AÑOS (1973-2023) 11 - SOLERA "Solera"


Apunte curioso que no se si lo sabían. La primera canción de este disco fue versionada por unos grunge Dover para su primer disco. 
Increible disco fuera de su tiempo, con una producción más potente estariamos ante un disco de 10. Porque todo lo demás lo tiene, letras, música, misticismo, leyendas urbanas......
Solo sacaron un disco y se esfumaron y de sus cenizas nació otra de esas bandas a reivindicar "Canovas, Rodrigo, Adolfo y Guzman".
No me canso de escucharlo, y lo tenía olvidado y gracias a esto de rescatar discos de 1973 me he llevado una gran alegria recuperarlo y darlo unas cuantas escuchas.


Sello:Hispavox – HHS 11-239
Formato:
Vinilo, LP, Album
País:Spain
Publicado:1973
Género:RockFolk, World, & Country
Estilo:Acoustic

Lista de Títulos

A1Noche Tras Noche2:50
A2Una Singular Debilidad3:04
A3Linda Prima
Written-By – Rodrigo García
2:26
A4La Tempestad2:42
A5Tierra Mojada3:06
A6El Discípulo De Merlín2:15
B1Volverás
Written-By – Rodrigo García
3:43
B2Calles Del Viejo París
Written-By – José María Guzmán
3:00
B3Juan5:06
B4Agua De Coco Y Ron2:35
B5Tiempo Perdido
Written-By – José María Guzmán
2:31

Compañías, etc.

Créditos



 

A pesar de lo poco que lo conoce el público, es sorprendente la cantidad y calidad de los artículos sobre este disco. La imprescindible LAFONOTECA, no podía ser menos:

El primer (y único) disco que grabó Solera, editado por Hispavox en 1973, se llama como el grupo y fue producido por Rafael Trabucchelli, conocido por crear el llamado “sonido Trabucchelli” o “sonido Torrelaguna”, que respondía a la idea de, a la manera de lo que se hacía en la Costa Oeste americana o en el sunshine pop, realizar producciones de calidad, brillantes y llenas de detalles, capaces a la vez de atraer y llegar al gran público.

Así lo había demostrado en sus producciones para Miguel Ríos o para grupos como los MódulosLos Ángeles o Los Gritos, y así lo volvería a dejar patente en este disco, dotado de una producción sensacional, sencilla, cálida, con muy buenos arreglos en la instrumentación, y unas orquestaciones que, como en “Juan” y “El discípulo de Merlín”, enriquecen y envuelven a las canciones sin recargarlas en exceso.

El disco, de todas formas, es diferente a todo lo que se venía haciendo en España hasta entonces, con canciones muy influenciadas por el pop de grupos como Crosby, Stills & Nash, por vertientes más folk y por los mismos Bob Dylan o los Beatles. Las referencias de cada uno de los miembros de la formación se dejan notar, ya que aquí todos componen y ejercen de solistas en alguna canción.

Desde el primer momento, la valía de las composiciones, las interpretaciones y el sonido, queda patente. La primera canción, “Noche tras noche” es, para el que suscribe estas líneas, no sólo la mejor del disco sino una de las mejores canciones pop que jamás se hayan grabado en España. Una preciosa melodía, unos coros sensacionales y la excelente voz de José María Guzmán. Por su parte, Rodrigo contribuye con otros temas como “Linda Prima” (seguramente la canción más conocida del disco, la que más sonó en su momento) o “Volverás”, componiendo además junto a Guzmán, aparte de la ya citada “Noche tras noche”, otra canción que destaca por su estribillo, “El discípulo de Merlín”.

Por otro lado, Guzmán muestra la vena más pop del cuarteto con canciones que pueden recordar más a la última época de los Beatles, como “Tiempo perdido”, además de aportar el otro gran éxito del grupo, “Calles del viejo París”. Las composiciones de los hermanos Martín tampoco olvidan el pop, como en “Una singular debilidad” y “Agua de coco y ron”, la más eléctrica del disco, pero fundamentalmente demuestran que son músicos de inspiración folk, como se puede apreciar en “La tempestad” o “Tierra mojada”.

En definitiva, se trata de un disco inspirado, imaginativo y variado en el que destacan, sobre todo, las armonías vocales y las voces solistas, el gusto por la melodía, las composiciones, y la calidez del sonido. Capítulo aparte merecen las sensacionales letras, de esas que tienen algo que decirnos y nos lo cuentan de la mejor manera posible, perfectamente ajustadas.

Uno de los mejores discos de pop que se han editado en España y que, sin embargo, pese a ser muy bien valorado por la crítica, no ha pasado de ser un disco de los llamados “de culto”, sin terminar de llegar al gran público.

El disco fue reeditado en CD por EMI-Odeón en el año 2000, incluyendo una canción inédita extra (“Jovencita”, composición de Rodrigo García). La anécdota curiosa de esta reedición, según cuenta Juan Puchades en la revista Efe Eme -nº71, septiembre 2005, artículo “Cánovas, Rodrigo, Adolfo y Guzmán (el milagro fue posible)”– es que, reunidos Cánovas, Rodrigo, Adolfo y Guzmán en el programa Comediscos de Santi Alcanda en Europa FM, y al poner esta canción extra, Juan Cánovas se dio cuenta de que era él quien tocaba la batería y, por tanto, la canción correspondía a un descarte de las sesiones de “Señora Azul” (Hispavox, 1974) de C.R.A.G., no de “Solera” (Hispavox, 1973). Por lo que, si hay futuras reediciones, este error debería ser subsanado.

En fin, lo cierto es que la reedición es muy de agradecer, ya que el disco no había sido editado nunca en CD, y ya resultaba muy difícil de conseguir. Gracias a la reedición, muchos de los que, por edad, no lo conocimos en su momento, podemos disfrutar de este sensacional e imprescindible disco.


Otro gran reportaje aqui os dejo, de la web revistafreerockin.com:


UNA CUENTA PENDIENTE CON SOLERA

EL ÚNICO DISCO DE LA BANDA GERMEN DE CÁNOVAS, RODRIGO, ADOLFO Y GUZMÁN, ES UNA JOYA OCULTA DE LA MÚSICA ESPAÑOLA, A MEDIO CAMINO ENTRE EL POP Y EL FOLK

 

 

MARÍA F. CANET

Hay que tomar aire para pronunciar Cánovas, Rodrigo, Adolfo y Guzmán, no sólo en sentido literal; este supergrupo de pop-folk es una de las bandas nacionales de culto. Con el paso del tiempo, la crítica ensalzó su ya mítico LP Señora Azul (Hispavox, 1974), considerado, a día de hoy, una de las grandes obras maestras de la música española. Sin embargo, las figuras de Juan Robles Cánovas, Rodrigo García, Adolfo Rodríguez y José María Guzmán, son desconocidas para el gran público. A principios de los setenta, Rodrigo García, músico sevillano curtido en grupos como Los Speakers (en sus años en Colombia) o Los Pekenikes, José María Guzmán, consagrado músico de sesión, y los hermanos José Antonio y Manolo Martín, que destacaban como dúo de folk, formaban Solera. La banda, semilla de CRAG, se disolvió escasos meses después de la publicación de su único trabajo. A pesar de su calidad, el álbum, que vio la luz en 1973 bajo el sello Hispavox y la producción de Rafael Trabucchelli —emblemático productor y padre del sonido Torrelaguna, bajo el cual se amparan grupos como Los Ángeles, Los Módulos o Los Gritos)— pasó desapercibido en la época.

Como banda pionera, Solera se labró un camino al margen de la industria; no encajaban ni en la horda melódica impulsada por grandes voces como Nino Bravo, ni en el pop inocente y estival de conjuntos como Fórmula V; tampoco encontraban su hueco en la canción protesta. Su propuesta, bajo la influencia americana, se insertaba en una “tercera vía” tan revolucionaria para el momento como maldita. En los 35 minutos que dura Solera, el folk melódico de la escena de Laurel Canyon y el pop psicodélico se entrelazan, y dejan claro que, de haber nacido al otro lado del charco, su suerte habría sido otra.

El elepé arranca con ‘Noche Tras Noche’, una pegadiza pieza de pop barroco marcada por coros hipnóticos y teclados, cantada por José María Guzmán. En esa línea decimonónica, acentuada por un órgano, se encuentra la sobresaliente ‘Calles del viejo París’, composición empapada en nostalgia a pesar del potente estribillo. Del folk estadounidense de los sesenta bebe ‘Una singular debilidad’, entonada en falsete por Manolo Martín con armonías vocales que emulan a Crosby, Stills & Nash y marcada por un cambio de ritmo entre timbales, palmas y cálidas notas de guitarra eléctrica.

 

En la onda Beatle —con una trompeta que remite a ‘Penny Lane’— se encuentra ‘Linda Prima’, osada composición interpretada por Rodrigo García, que, con ironía y metáforas —“Si lo primero conviene/ lo otro creo yo que no/ linda prima se marchitará tu flor”— relata una aventura amorosa entre primos. Otro de los temas cantados por García, el medio tiempo acústico ‘Volverás’, narra otra compleja historia de amor marcada por la diferencia de edad —“eres joven voluble/ te conviene madurar/ al final con más solera sé que volverás”— entre explícitas referencias sexuales “porque te sé hasta el fondo”.

La psicodelia presente en ‘La Tempestad’, con modernos sintetizadores y guitarras harrisonianas, contrasta con la melosa ‘Tierra Mojada’, una vez más, con gran protagonismo de las voces y notas orientales. Melodías decimonónicas sustentadas sobre órganos y potentes secciones de cuerdas, destacan en ‘El discípulo de Merlín’ o ‘Juan’, cuya sonoridad orquestal, casi de ensueño, contrasta con la mediocridad del día a día que retrata la letra.

Sorprendentes resultan ‘Agua de coco y ron’, que mezcla psicodelia, rock progresivo y toques tropicales, ‘Jovencita’ — “jovencita de alma ardiente y de boca sensual/ tu mirada nos promete un paraíso terrenal/ pero pronto nos defraudas/ casi siempre pasa igual/ eres clásica y estrecha, mojigata ritual/ te forjaron en los moldes intransigentes de ayer/ circunstancias desastrosas aún vigentes por doquier” — mordaz crítica a la moral del momento bajo forma de rock setentero cimentado sobre pianos o ‘Tiempo Perdido’, cuyas vibrantes guitarras son un guiño al power pop y a grupos como Big Star.

Tras la disolución de Solera, el éxito se les volvía a escapar entre los dedos a Cánovas, Rodrigo, Adolfo y Guzmán. A pesar de que en la actualidad ‘Señora Azul’ goza de gran renombre, en 1974, como ocurrió con su predecesor, el disco no obtuvo ningún reconocimiento. El grupo pasó a ser la banda de acompañamiento de Karina y no volvería a grabar otro disco hasta 1984, Queridos compañeros. En 1985  publicaban un último disco, CRAG, para posteriormente proseguir sus carreras en solitario o con otros grupos, como es el caso de Guzmán, quién militó en Cadillac.

La dulzura de las melodías de Solera contrasta con unas letras osadas, que se valían de la ironía como arma para evitar la censura; sexo y crítica social sin tapujos, algo que se mantendría en las composiciones de CRAG, como es el caso de la célebre ‘Señora Azul’ —un dardo a la crítica musical— o ‘María y Amaranta’, que relata una historia de amor lésbico. Cuesta pensar que discos así pasaran inadvertidos. Solera y CRAG, un vendaval demasiado revolucionario para una España que aún se proyectaba en blanco y negro, amparada en la falsa imagen de modernidad que provenía desde las playas de Benidorm. El ajuste de cuentas aún queda pendiente

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