50 DISCOS QUE CUMPLEN 50 AÑOS (1973-2023) 46 - LAS GRECAS "Te estoy amando locamente"


Segundo disco de los tres que van a pasar por el blog para terminar de subir un poco la cuota de discos nacionales de 1973.
Con Las Grecas tuve un poco de dudas ya que el disco que incluye su hit data de 1974. Pero la canción es de 1973 y en ese año fue publicada acompañada de otras canciones.
El éxito que tuvo la rumba, el rock fronterizo, el flamenco, en sus variantes más bailables fue gracias en gran parte a ellas y aqui queremos dejar constancia y liberarnos de prejuicios. 
Imaginen, imaginen....


 Interesante artículo periodístico extraido de La Vanguardia para repasar la vida de las reinas del gypsy rock


Las Grecas. Te sigo amando “locamenti”

Tina y Carmela Muñoz Barrull, Las Grecas, dos hermanas gitanas transgresoras, conocieron el éxito y cayeron, al menos una de ellas, desde lo más alto. En el 25 aniversario de la muerte de Tina cumplimos su gran sueño: reunir a todas sus hijas, tres de ellas dadas en adopción.   Por Almudena Ávalos   Fotos: Ximena y Sergio

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En los años sesenta, el cantautor brasileño Roberto Carlos publicó su tema Namoradinha de um amigo meu. A las hermanas Tina y Carmela Muñoz Barrull, que vivían entonces en Argentina, les fascinó. La canción comenzaba diciendo: “Estou amando loucamente”, y ellas contaban que lo aflamencaron cantando: “Te estoy amando locamenti”. Al regresar a España grabaron Te estoy amando locamente y la incluyeron en su primer disco, Gipsy rock, publicado en 1974. Fue un auténtico bombazo. Las Grecas fueron pioneras en un género musical que fusionaba flamenco y rock, reventaron las listas de ventas, pusieron a bailar a un país que necesitaba mover las caderas e inspiraron a artistas, desde Paco de Lucía hasta la actual Rosalía. “Pero el principal objetivo de Tina no era ser artista sino ser madre”, dice su primogénita, Saray Muñoz. Y, a su pesar, Tina conoció el éxito pero no vio crecer juntas a sus hijas. Tuvo cinco, tres de ellas dadas en adopción, y falleció por el virus del sida en 1995 sin cumplir su sueño de juntarlas. Pero hay sueños que se hacen realidad más allá de la vida y esta es la historia de uno de ellos.

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Foto de familia de las cinco hijas de Tina, tres de ellas dadas en adopción al nacer.

Saray es la mayor de las hijas de Tina. Tiene el corazón noble y una sólida carrera como cantaora. Tenía 19 años cuando murió su madre y la relevó en Las Grecas junto a su tía Carmela. De ahí saltó a trabajar con Joaquín Cortés, Antonio Canales y Sara Baras. En la actualidad es cantaora del Ballet Nacional de España. Y gracias a su popularidad pudieron encontrarla sus hermanas dadas en adopción. Ella fue quien cuidó de Tina hasta su muerte y quien atesora más vivencias. “La recuerdo bailando como una cría delante del espejo las canciones de Los Chichos. Fue una gitana revolucionaria, con esos escotes y esa libertad…”, cuenta. Cuando nació Saray en 1975, Las Grecas estaban en pleno éxito. “Yo me estaba criando con mi abuela y ella paraba poco por casa. Poder estar conmigo era su obsesión y así empezó su trauma”, cuenta. Cuatro años después Tina se quedó embarazada de su segunda hija, Tamara, y comenzó a mostrar comportamientos extraños. “Decidieron llevarla a la clínica López Ibor, donde le diagnosticaron una enfermedad mental. Empezamos a protegerla de ella misma pero cada vez iba a peor”, lamenta Tamara. “El éxito le pilló demasiado joven. Su máxima pasión no era ser artista y se vio envuelta en un mundo en el que no estaba a gusto. Carmela sí disfrutaba. Pero mi madre no. Eran polos opuestos”, recalca Tamara.

En 1979, Tina volvió a quedarse embarazada y tuvo a las mellizas Siria y Tania. “Al nacer las apartaron de ella. Se las llevaron a una casa cuna e íbamos todos los días a verlas”, recuerda Saray. Un día fueron a visitarlas y ya no las encontraron. “Se las habían llevado a espaldas de mi madre. Ella tenía una enfermedad mental, pero no estaba incapacitada legalmente. Se puso peor a partir de que le quitaran a sus niñas. Ella nunca quiso darlas en adopción”, dice Saray emocionada. “Fue víctima de un momento en el que había muchas adopciones ilegales”, apunta. “Y no volvimos a saber nada de nuestras hermanas. No sabíamos si estaban vivas. Solo nos dijeron que les habían cambiado el nombre y por eso no podíamos encontrarlas. Debían ser ellas las que nos encontraran”, cuenta Tamara.

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Tina, con su hija Tamara, y Carmela, con su hijo Julio, hacia 1979.

Entrados los ochenta, Tina se enamoró otra vez. Fue de un refugiado político iraquí y tuvo a Alba, a la que también apartaron de ella al nacer y la dieron en adopción. Fue su última hija y la primera en encontrar a su familia biológica. “Desde niña supe que era adoptada y a los 16 años me sentí preparada mentalmente para buscar mis raíces”, explica Alba. “Crecí con el nombre de Begoña, pero en el registro descubrí que me llamaba Alba Muñoz Barrull. También había una dirección postal escrita al lado, a la que fui para ver qué había allí”, relata. Resultó ser la casa de su abuela biológica. “La superó la situación, por desconfianza y por el impacto al verme le costó creerme. La historia de mi madre era pública, y podía llegar cualquiera y decir que era su nieta”. Alba no se dio por vencida. Buscó sus apellidos en Internet y dio con el cartel de un espectáculo protagonizado por Saray. Consiguió saber dónde vivía, se armó de coraje y se presentó allí. En cuanto Saray abrió la puerta y la miró a los ojos, supo que era su hermana. “Eran los mismos de mi madre cuando la parió. Algo muy sutil que solo sé yo porque fui quien estuvo con ella”, cuenta la primogénita. Aunque en la familia estaban felices por haber encontrado a la pequeña, quedaba un poso de tristeza por saber qué habría sido de las mellizas.

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Las dos hijas mayores de Tina: Saray y Tamara.

Hace dos años, una de las mellizas pidió su partida de bautismo para casarse. Descubrió que se llamaban Siria y Tania y que sus apellidos eran Muñoz Barrull. “No lo habíamos querido saber antes por respeto a nuestra familia adoptiva”, cuentan. “Googleamos nuestros apellidos y aparecieron Las Grecas”, dice Siria. “Pero ¡cómo íbamos a ser sus hijas! ¡Con la de veces que hemos interpretado juntas sus canciones en karaokes!”, exclama Tania. Para Siria fue una revelación saber su nombre. Tanto que se lo ha tatuado en un brazo, lo lleva colgado en una cadena y acaba de debutar como artista con él. “Cuando leí Siria miré al cielo, rompí a llorar y di las gracias a mi madre. Me dieron en adopción con 4 años y hasta entonces todos me llamaban así. Debía tenerlo grabado en mi interior”, reflexiona. Desde niña le gustaba cantar, el arte corría por sus venas y, aunque fue educada en una familia de tradición militar, nunca tiró la toalla. “Cuando supe que mi madre era Tina, todo encajó. Ahora voy a perseguir mi sueño, ser artista. Hace un mes le dije a mi coronel que había llegado el momento de mostrar mi talento y me voy a volcar en ello”. Y tanto: su primer tema se llama Ya estoy lista, y ha sido editado por Sony Italia.

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Las tres pequeñas: Alba y las mellizas Tania y Siria.

Tras conocer sus apellidos, las mellizas encontraron a Saray en Facebook y contactaron con ella. “Imagínate. La sorpresa fue enorme. Por fin, después de toda una vida echándolas de menos, las mellizas estaban vivas”, recuerda Tamara. Saray se hallaba organizando un homenaje a su madre y las invitó. Pero solo se pudieron reunir cuatro de ellas. “Nuestra madre ha querido que hoy nos juntáramos las cinco”, dice Saray con ese brillo en la mirada que todas comparten. Un destello que habla de quiénes son: las hijas de una artista inmortal, las descendientes de una mujer valiente que apostó siempre por la vida, que quiso ser madre a toda costa y que murió abrazada a una muñeca pensando en las hijas que nunca vería. Hoy hemos cumplido su sueño.

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Los dos hijos de Carmela: Julio, al fondo, percusionista y profesor de cajón, y Emanuel, El Greco, cantante de trap.

Los hijos de Carmela

Julio y Emanuel llegan en un impecable BMW rojo que aparcan frente al tablao Casa Patas. Los dos son artistas. Han mamado el flamenco desde la cuna pero sus carreras son muy diferentes. Julio es un gran percusionista e imparte clases de cajón. Comenzó de niño a tocar con su madre y debutó con 14 años junto a José Mercé, el Cigala y Joaquín Cortés. Su hermano pequeño, Emanuel, cuyo nombre artístico es El Greco, acaba de irrumpir en el mundo del trap con su tema Gitano Magrebí. “A mi madre le hace gracia lo que hago y me apoya”, confiesa. Ambos coinciden en que si no hubiera sido por su madre y su tía, no hubieran sido nada musicalmente. “Pero Las Grecas no solo significaron mucho para nosotros sino para todos los flamencos y el resto de músicos. Fueron un ‘boom’, y criarnos con eso nos lo ha dado todo. En nuestra casa se ha escuchado música de todo tipo, desde bakalao hasta trap”, cuenta Julio. “Pero la excelencia musical siempre ha estado presente”, apostilla. “Paco de Lucía y Camarón era buenos amigos de mi madre y mi tía. Camarón lloraba con ellas e iba siempre a verlas actuar. Era su fan número uno. Paco de Lucía reconoció que Entre dos aguas, su éxito mundialmente conocido, lo compuso inspirado en Te estoy amando locamente. Estaba calentando en el estudio con el tema de ellas cuando le salió. Escucha el inicio de ambas canciones y lo entenderás”, explica Julio. Pero lo que hace más grande todavía la figura de Las Grecas es que continúen inspirando a las nuevas generaciones. “Rosalía ha hecho una versión de Te estoy amando locamente que han bailado hasta en Coachella”, dice Emanuel. Porque el arte, como todo lo eterno, está por encima de nuestras vidas.

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