50 DISCOS QUE CUMPLEN 50 AÑOS (1973-2023) 2 - VAINICA DOBLE "Heliótropo"

Estas dos chicas que se conocieron en una parada del autobús porque una tarareaba una canción y la otra se acercó y la acompañó con el ritmo son una de las joyas escondidas del pop en español de siempre. Y no digo infravalorada, porque lo poquito que se habla de ellas es para encumbrarlas, pero es que se habla muy pocas veces. 50 años se cumplen en 2023 del segundo disco de las VAINICA DOBLE. "Heliótropo" es una de sus mejores colecciones de canciones, y sus señas de identidad se ven claramente en estas 12 canciones en apenas 36 minutos.

Crítica social, costumbrismo, surrealistmo, ecología, matemáticas, todo ello muchas veces con forma de canción infantil.

La compañia discográfica tuvo entre sus manos aupar a un nivel de popularidad mayor a Vainica Doble, pero optó por jugar todas las cartas a favor de otra voz femenina, Cecilia.

No se si reprochárselo o agradecérselo, porque el haber jugado siempre en esa liga minoritaria y lejos de lo comercial es lo que ha hecho construirse esta carrera llena de canciones que te van atrapando.

Lo más granado del pop indie de los 90 beben de sus influencias, no hay más que mirar al cancionero de La Buena Vida, Sr. Chinarro, Nosotrash, Lidia Damunt....e incluso Los Planetas que versionan esa crítica a la propiedad que es "Un metro cuadrado".

Y enlazando con Los Planetas, no quiero olvidar a Prin La Lá, un combo creado/ideado por Fernando Vacas en las que un grupo de hermanas y primas cordobesas cantan al más puro estilo Vainica Doble. Su carrera se limita a un EP y un disco pero que tuvo repercursión por su calidad psicodélica-infantil y porque que las edades de las niñas iban de los 11 a los 17 años. La curiosidad viene porque estaban anunciadas como teloneras de Los Planetas en la Riviera viernes y sábado. Yo fui el viernes y pude verlas, pero alguien se le ocurrió que si en esos momentos no podían entrar menores a ver conciertos, igual tambien estaba prohibido que actuaran menores, por los que para prevenir alguna sanción, el sábado no pudieron tocar.

Ya lo sabrán si las conocen, pero si no, aqui se lo cuento. El programa de cocina que triunfaba en los años 80 era "Con las manos en la masa" tuvo una canción de cabecera muy conocida que interpretaban Vainica Doble y Joaquín Sabina. Fueron sus 15 minutos de fama y fue gracias que asi lo propuso la presentadora Elena Santonja, hermana precisamente de Carmen, el 50% de Vainica Doble.

Sello:Ariola – 82.186-I
Formato:
Vinilo, LP, Album
País:Spain
Publicado:1973
Género:PopRock
Estilo:Psychedelic Rock

Lista de Títulos

A1Réquiem Por Un Amigo
A2El Pabú
A3Dos Españoles, Tres Opiniones
A4Elegía Al Jardín De Mi Abuela, Con Una Dedicatoria Y Un Suspiro
A5Moros, Cristianos Y Chinos
A6Ay, Quién Fuera A Hawaii
B1Agáchate, Que Te Pierdes
B2Nana De Una Madre Muy Madre
B3La Máquina Infernal
B4Habanera Del Primer Amor
B5A La Sombra De Un Banano
B6Coplas Del Iconoclasta Enamorado

Compañías, etc.

Créditos



Destacamos este trabajado e interesante artículo realizado por Marcos Gendre, extraido de elsaltodiario.com

‘Heliotropo’, la excursión mágica de Vainica Doble

La montaña rusa de sensaciones propagada por las canciones cosidas en Heliotropo, el segundo disco largo de Vainica Doble, es imparable.


Hace ya medio siglo que Gloria Van Aerssen y Carmen Santonja decidieron firmar canciones juntas bajo el nombre, inspirado por su querido amigo Iván Zulueta, de Vainica Doble. Entre sus múltiples atentados contra la superficialidad, su primera metamorfosis fue un hechizo constante de pop embrujado. De Cervantes a sus paralelismos con los cómics de ciencia ficción de Josep Mª Beà, de Juan Ramón Jiménez al pop soleado del San Francisco hippie, labraron un conjunto de estribillos imposibles, donde el acervo clásico era pervertido en rock ácido y los cantos gregorianos dialogaban de tú a tú a con Pink Floyd.

El atrevimiento suicida surgía por mera reacción espontánea. Sensación perfectamente dibujada en su primer single, La bruja / Un metro cuadrado (1970), presentación oficial donde ya demarraban del resto del pelotón con distancia considerable.

Su álbum de debut, Vainica Doble (1971), confirmó la singularidad de cada uno de su actos. Pop de alta graduación donde la huella barroca de Pepe Nieto en los arreglos era compatible con la lisergia sci-fi de “Guru zakun Kin Kon”.

Las propiedades únicas de su puesta de largo podrían haber sido su pico, pero, a pesar de sus vaivenes con las discográficas y su condición de pioneras —hecho siempre penado por la miopía del entorno correspondiente—, tuvieron arrestos para prorrogar el milagro con Heliotropo (1973), un caudal de inspiración para los ideólogos de la Movida, con Carlos Berlanga y “El Zurdo” como exponentes más lúcidos. Y cuyo eco, recogido desde las mismas playas de San Sebastián, donde Carmen vivió de niña durante la Guerra Civil, avivó la inspiración de La Buena Vida, Le Mans y Family. Y la enredadera de Heliotropo no ha dejado de ramificarse en grupos como Gente Joven, Sagrado Corazón de Jesús o Manu Ferrón.

“De este disco aprendí que la ternura no es ñoñería, porque la primera no está reñida con el ingenio, al contrario que la segunda”, explica para El Salto este último. “Que el ingenio, consustancial al genio —no el de la lámpara ni el del mal humor, el de las ideas geniales—, puesto al servicio de la escritura de canciones, a la opinión crítica y al lado gracioso de las cosas hace progresar al mundo, lo llena de cosas nuevas, a menudo inesperadas y casi siempre extraordinarias. Y dejé de entender de qué hablamos cuando hablamos de modernidad. Y me hice más creyente y menos crédulo. Y así sigo”.

Otro de los abducidos por la magia de Heliotropo fue Abel Hernández —Migala, Emak Bakia, El Hijo— que en 2012 me explicaba que “cuando escribo una canción como ‘Exteriorización del cuerpo astral’ quizá en cierto momento dude de su pomposidad, barroquismo y rebuscamiento pero entonces pienso en canciones de ellas y me digo que es un buen camino. Es como que su legado a mí me diera más que una forma concreta, una carta de libertad”.

Solo desde esta libertad es posible cocinar armonías azules como “Habanera del primer amor”, cuya instrumentación no convencía a Gloria y Carmen, algo con lo que Antonio Galvañ, Parade, no está precisamente de acuerdo: “Una canción que quizá es el ‘éxito’ por el que las conoce la mayoría del público”, comenta para El Salto. “Una canción muy cursi para ellas, que estuvieron a punto de no incluir si no hubiera sido por la insistencia de Caballero Bonald. A mí me parece una puerta de entrada preciosa para Vainica, de hecho fue mi puerta de entrada”.

Sobra la misma, el malabarista pop Paco Tamarit nos expone los efectos emocionales que pueden conllevar el contacto directo ante una canción de las Vainica. “Se para el tiempo cuando empiezan a sonar esa flauta, esa guitarra, esos bongos... En casi todos los conciertos que hago como Serpentina o San Francisco acabo interpretando ‘La Habanera…’ y cuando termina es tal el terremoto emocional que llevo encima, que no consigo encontrar nada apropiado para continuar y tengo que despedirme. La llevo tan dentro de mí que no requiere ensayos ni revisiones. Siempre me apetece hacerla, a no ser que esté mi hija Bárbara, que no puede oír una frase sin ponerse a llorar. No es una canción muy definitoria de Vainica Doble, pero aún así es la que siempre recomiendo a quien quiere meterse de lleno en su mundo. Y es que todo el mundo hemos tenido un primer amor, una primera pulsión sexual resuelta con sentimientos extraños. Todo el mundo nos sentimos atrapados en una vida que empezó sin darnos cuenta y acabará sin habernos dado ninguna explicación. Esa fugacidad, ese paso inexorable del tiempo y ese cariño por las cosas insignificantes representan la columna vertebral de esta canción absolutamente emocionante”.

La montaña rusa de sensaciones propagada por las canciones cosidas en Heliotropo es imparable: de “Habanera del primer amor” a “Coplas del iconoclasta enamorado”. “En mi opinión, esta última es su mejor canción”, comenta Antonio Galvañ. “Totalmente redonda en cuanto a música y letra. Ay, qué letra. El hombre que por amor lo destruye todo. Pero lejos de ser dramática, lo fabuloso de ella es que lo dice de forma casi cómica, y el efecto es demoledor. Una cosa que ellas han hecho mejor que nadie en el pop español”.

El humor teñido en ironía atroz fue una de las tantas características enjaretadas en un libro de estilo donde su amor por la naturaleza emergía en “Agáchate, que te pierdes”, un desesperado canto ecologista contra los despropósitos de la modernización sufridas por las ciudades en la España de los años 60. Arponazos rebañados en caramelo con los que también atacaban la condición de una sociedad que “nos impone sus condiciones. Fundamentalmente, estamos condicionados y, naturalmente, ahora con hijos incorporados. Y no hay ocasiones de ir a Hawaii”.

Letras de tal contundencia son las que habitan en “Ay, quién fuera a Hawai”, el reverso del cariño profundo que nutre cada centímetro de “Elegía al jardín de mi abuela, con una dedicatoria y un suspiro”, de una dulzura subyugante y donde los recuerdos de la niñez jamás fueron tan fabulosamente materializados como en tan sentida evocación, enfatizada con la presencia de la “Dedicatoria” de Schumann, que Gloria canta como si recordara el día en que su vida se cruzó con la de Carmen en la cancha de baloncesto del patio universitario de Madrid.

En contadas ocasiones, los misterios de la empatía a través de experiencias ajenas a nuestras vidas contarán con semejante caudal de cepos como en esta demostración de sensibilidad extrema. “‘Elegía al jardín de mi abuela, con una dedicatoria y un suspiro’ es mi canción favorita de Heliotropo y de todo el repertorio de Vainica Doble”, reconoce Antonio Galvañ. “Y mira que hay para elegir. Desde que la escuché por primera vez me pareció que me hablaba a mí, que hablaba de mí. Esa vuelta a la infancia, los primos juntos en el jardín y la tía tocando el piano se antojan tan cercanos que no puedo desligar la canción de mi propia vida. La he tocado varias veces en directo y, en una de ellas, una mujer mayor se me acercó y me dijo: ‘yo estaba allí, en ese jardín con ella’. Que vivan Vainica Doble. Siempre”.


Y para finalizar, este gran repaso, como siempre, de la gente de lafonoteca.net

Tras su notable álbum de debut el poeta jerezano José Manuel Caballero Bonald propone a las Vainica continuar su carrera discográfica en el sello Ariola donde trabaja como cazatalentos sin limitación –en este álbum ejerce también de productor-, ya que su sola presencia hacía sentir orgullo a la casa discográfica. Las ficha únicamente para un LP, las impone un ritmo de trabajo estable y un equipo de músicos profesionales, además después de las mil batallas que tuvieron con los arreglos del anterior disco, en éste dejan todo el trabajo sin inmiscuirse en él a Pepe Nieto (Los Pekenikes), todo un acierto a posteriori. El grupo de acompañamiento para este disco fue el formado por Eduardo Gracia (bajo), el peruano José Ébano (batería), Carlos Villa y Martín Carretero (guitarras) y Agustín Serrano y José Manuel Gracia (pianos).

En Heliotropo llevan a su máximo esplendor todo lo que habían apuntado en su debut. Los arreglos están más cuidados y son más adecuados con los temas, el sonido es mucho más homogéneo y la pluma de Carmen está más acertada y/o afilada según requiera la ocasión. Es un trabajo más personal e íntimo, cantan sobre sí mismas y su infancia, un período de la vida donde no tenemos limitaciones, en el cual tenemos mil sueños y nos parece posible que cualquier cosa pueda ocurrir. Pero más que una mirada alegre, las Vainica se presentan aquí con una visión más introspectiva de su pasado. Así tenemos la maravillosa “Habanera del primer amor” que curiosamente las Vainica no la querían meter en el disco y si no fuera por la insistencia de Caballero Bonald nunca hubiera visto la luz, o la “Elegía al jardín de mi abuela, con una dedicatoria y un suspiro” donde Carmen rememora sus bonitos recuerdos en ese rincón de su niñez en el que incluyen un fragmento de Widmung, Op.25 nº1 de Schumann, uno de los temas favoritos de las dos.

Pero no todos los recuerdos de su niñez son buenos. “Réquiem por un amigo” es una canción de desengaño con ritmo funerario y unos arreglos extraordinarios donde la letra es poesía pura. Y “El pabú” a pesar de empezar como una alegre canción infantil se torna en algo más personal para presentar a una madre absorbente y autoritaria con la que nos volveremos a encontrar en el futuro en la canción “Madre que no hay más que una” del LP “El Tigre del Guadarrama” (Guimbarda, 1981). Una figura autoritaria que choca frontalmente con la forma que se tenía que educar a los hijos según las Vainica.

Pero todas las canciones no son tan personales, sino que el dúo, a veces, simplemente crítica aquello que no le gusta, y ahí es donde afila más su pluma Carmen sabiendo donde hacer más daño. Que decir de “Dos españoles, tres opiniones” nada más que es una de las canciones que mejor refleja la esencia de este país, de querer tener siempre la razón, estar a la gresca y no ceder ni dialogar sino imponer. En “Ay, quién fuera a Hawai” critican el uso maniqueo del lenguaje de la época, un tema que iba a salir en la película que Iván Zulueta pensaba hacer sobre El Dorado. Por último en “Agáchate que te pierdes” surge la vena más política del dúo y cargan contra una sociedad gris tanto en lo físico -en las ciudades cada vez había más hormigón y menos jardín- como en lo mental.

Las Vainica llevaban tiempo con la idea de meter interludios musicales en sus álbumes, ya que ellas valoraban más su música que sus letras. Para su primer trabajo no se atrevieron pero en el segundo LP introdujeron el instrumental “Moros, cristianos y chinos” y un pequeño intermedio, esta vez cantado, con “A la sombra de un banano“.

El dúo también era muy dado a dar una vuelta de tuerca a sus temas y de ese modo nada es como parece de inicio como se puede comprobar en “Réquiem por un amigo“, pero también en “Nana de una madre muy madre” que empieza con un tono dulce para después convertirse en una serie advertencia a su retoño sobre los problemas que se encontrará en el futuro y como tendrá que pelear por sí mismo para conservar lo que desea; y en “La máquina infernal” donde se nota la influencia del rock andaluz.

“Heliotropo” termina con uno de sus temas más icónicos, “Coplas de un iconoclasta enamorado“, una canción de amor total donde un hombre es capaz de destrozar todo a su paso en nombre del amor cosa que a Gloria le parecía muy bonito y, a pesar de que la letra inicial de Carmen era contraria al iconoclasta, al final se convirtió en uno de los grandes temas de amor del dúo y un broche perfecto para uno de los mejores discos que ha dado la música en este país.

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