Coleccionando vinilos - 159 - BUNBURY - Expectativas (2017)


Siento predilección por el gran Don Enrique Bunbury, tanto que debí pedir con fuerza a los Reyes Magos este vinilo que me llegó en dos casas distintas.

Y es que es una gozada el disco y contiene esa "Actitud correcta" que para mí ya es una de las mejores canciones del rock español y toda una declaración de intenciones.

Nunca fui muy de los Heroes, quizás por la época en la que triunfaron,  pero justo cuando publicó su segundo disco en solitario "Pequeño" me enganché a él y desde entonces no fallo a la compra física de sus discos (antes cd y este es el primero en vinilo) y a defender su chuleria, pero es que conocimientos musicales y sociales como él no es fácil encontrar.

No fui solo yo, la crítica ya se encargó de poner en su sitio a este disco, uno de los mejores de su carrera.

Antes de que leáis los corta y pega sobre este disco, también os dejo este enlace que no he podido copiar y me parece un trabajo sobresaliente.

https://www.elquintobeatle.com/2017/10/30/bunbury-expectativas/


Enrique Bunbury ‎– Expectativas

Sello:
Warner Music Spain ‎– 5419784450, Ocesa ‎– 5419784450
Formato:
Vinyl, LP, Album, 180 g, Gatefold
CD, Album 
País:
Fecha:
Género:
Estilo:



Gran reportaje desde dirtyrock.info

Mi acercamiento al nuevo disco de Bunbury se produce a través de los dos videos, “Parecemos tontos” y “La actitud correcta” y lo primero que observo en el camaleónico Bunbury es por un lado a Nick Cave y por otro a Raphael.
Me gustan que resalten las letras, ya tiene tablas de sobra para hacer discos de autor, nos ha regalado un puñado de singles inmemorables. Y la madurez de esos 50 añazos se nota. Me invoca un sonido desconocido en su trayectoria, mas no sé, oscuro diría yo.
Yo hago el análisis como pieza individual sin ahondar en la intensa y prolífera carrera del maño, abanderado de uno de los mejores grupos que ha dado España.
Y en esas letras, a uno que le encantan que los intelectuales se mojen, se expresen tanto dentro de su arte utilizando su personaje, como fuera de él ya que su posición tanto pública como, en muchos casos pudiente, les hace situarse sin ese miedo que tiene el ciudadano de a pie, percibo que las expectativas no son muy positivas, que no confía en los políticos ni en lo que vendrá.
“Expectativas” prevé el desengaño, y la lucha hacia la desilusión que este puede conllevar, pero por otro lado anima aprender del fracaso y sobreponernos.
Bunbury con Expectativas nos describe un tiempo político preciso, las ansias, deseos y fracasos de todos. Y desde el pesimismo realista nos lleva a un ánimo de levantarse y seguir adelante abrazando la vida, el arte y el amor.
Bunbury publica “Expectativas”, quizá su disco más ambicioso, radical e innovador, que está grabado en Sonic Ranch, Texas y mezclado en Westlake, Los Angeles, California. “Expectativas” ha sido producido por el propio Enrique Bunbury y arreglado e interpretado por Enrique Bunbury & Los Santos Inocentes que están formados por: Quino Bejár, Robert Castellanos, Ramón Gacías, Jordi Mena. Jorge “Rebe” Rebenaque y Álvaro Suite. Y cuenta con la participación especial de Santi del Campo al saxo y Erin Memento a los coros.accept
  • La ceremonia de la Confusión” 3:56
“Conclusiones y palpitaciones, una maraña de presentimientos, un torbellino de desconcierto.
No hay margen de error, la ansiedad por tener el control, y la acumulación de datos tontos. Y danzar y dar la bienvenida a la ceremonia de la confusión”
Esta me gusta mucho, más incluso que el single, lectura clara de la actualidad que nos ocupa, sintetizadores duros y modernos y ese saxo oscuro a lo Bowie, brutal. Bunbury sabe rebuscar lo mejor de cada casa y la letra cuanto más la escucho más me gusta. ¿Será toda esta sociedad de consumo individualista un plan orquestado por el poder?
  • “La Actitud Correcta” 4:19
En este caso no sé si dirige a los nuevos grupos musicales o los nuevos políticos.
A una nueva generación de bandas (Aunque Bunbury no solo está al tanto sino que es muy respetuoso con los nuevos talentos) o a nuevos políticos (Quizá Pablo Iglesias o más posible Albert Rivera)

“Tienes la actitud correcta

 Pero te falta ese no sé que

Que no sé lo que eres

Y es lo único que importa, oh”


  • “La cuna de Caín” 4:32
Más electrónica que la anterior. Llena de matices, añadidos y arreglos en producción.
“Cuna de Caín y guerra civil entre hermanos. De la mano nos hacemos daño, siempre que nos encontramos, el exilio es mejor que nuestra prisión de mediocridad y vulgaridad, envidias e ingratos juegos de villanos”
 Perfectamente la podríamos encuadrar en los recientes conflictos catalanes. Otra vez aparece el maravilloso saxo y ese bajo distorsionado en un juego instrumental muy logrado.
  • “En Bandeja de Plata” 5:08
“No tengo claro qué hayamos perdido ninguna ocasión que viniera servida en bandeja de plata. No tengo claro que haya diferencias, ninguna oportunidad me ofrecieron en bandeja de plata”
Me parece clara la referencia a Podemos y todos los aires de cambio del 15M, y su fallido deseo de revolución. Y la música me acerca al indie más bailable.
  • “Parecemos Tontos” 5:08
Esta quizá sea la más parecida al sonido Bunbury que nos tiene acostumbrados. Y su acostumbrado juego vocal.

“Acciones y facciones que no me convencen, y el reflejo en el espejo está loco de atar. Todo este abanico de pantomimas, todas las risas, todas las rimas, no conseguirán engañarnos a todos. Aunque a veces parecemos tontos No conseguirán engañarnos a todos, a todos no”

Más de lo mismo y el desencanto político.
  • “Lugares comunes, Frases hechas” 3:20
“Escucha a todo el mundo Repetir la misma opinión de ira en la prensa. Realidad y ficción, comentarios a pie de página, lapidamos porque molamos. Es la cadena del váter, como una revelación. Lugares comunes frases hechas, insistir en un término y terminar creyéndonoslo. Pensamiento único donde quepamos todos. No hay caminos secundarios, pudiendo ser ordinarios. Y señalar con el dedo a quien no diga lo mismo que yo”
Demoledora letra sobre el pensamiento único imperante en la sociedad, el poder de la prensa y la televisión o ¿Por qué todos los jóvenes solo escuchan reggaetón?

  • “Al filo de un Cuchillo” 4:29
“Cada lección aprendida merece el precio pagado, la mano que me alimenta es la mano que me va a golpear”

“Sigo construyendo un puente de frente mientras lo cruzamos y damos los pasos. Y nos alejamos de la casilla de salida, más lejos cada día, más de noche que de día, mas cierto que mentira”

Las reglas del juego caerse y levantar, un ánimo al aprendizaje basado en el fracaso y el seguir adelante. Canción machacona en un disco, donde el mensaje se impone a su forma.
  • Bartleby (Mis dominios) 4:00
“El tiempo indispensable para desconectarse, no ver más televisión. Y dejar de atender a la actualidad, no quiero entender nada, porque nada es necesario. No escucho ni veo, ni siquiera hablo. Estos son mis dominios Desde esta atalaya Hasta donde la vista alcanza Nada de lo que ves es mío”
Reivindicando su espacio vital para decidir y opinar a su antojo.
  • Mi Libertad 3:41
Un puntazo que una canción que nos habla de libertad se acerque al blues. Creo que Bunbury homenaje con cachitos o trozos de aquí y allá a la música, y las letras esta vez maduras y concisas, interpretables y metafóricas nos ofrecen un álbum de autor maduro.

“Ahora prefiero ser un animal y no cuestionar mi libertad, la duda perdura, fractura inferida. Siempre se desconfía del juicio del que se va. Seré un anarquista pragmático, accidentalmente a propósito”


  • La Constante 4:08
Y como no, el amor.
“Hoy te elijo a ti para estar en mi vida, te elijo cada día consciente y libremente. Mi amor no será un problema jamás, el problema jamás, sólo porque curaste mis heridas. Y tu anatomía fue mi medicina y remedio para todo, mi bálsamo del Perú. Si algo no sale bien serás mi constante, sólo porque este es el mejor de todos los posibles accidentes del azar, opción infalible”
Aunque esta quizá sea la más flojita. Su vitalidad y emoción la hacen muy especial.
  • Supongo 4:36
“El tiempo es un círculo plano, todo lo hecho lo repetiremos, y tú y yo nos volveremos a encontrar. Todas las veces, si te abrazo no tengas miedo. Nada lo sé de cierto, todo lo sé de supongo. El mundo se encarga de asesinar tus sueños, yo nada sé de cierto, todo lo sé de supongo”
Maravilloso epilogo de esta obra que describe un tiempo político preciso, las ansias, deseos y fracasos de todos. Y desde el pesimismo realista un ánimo de levantarse y seguir adelante abrazando la vida, el arte y el amor. La humildad para reconocer que no tiene las respuestas, avanzar sin miedo y afrontar la vida que nos viene.
Yo le doy un 8.5, porque me encantan los discos con contenido en las letras, sin caer en el rollo cantautor. Examen sociopolítico de nuestro país, y musicalmente trocitos de música de aquí y de allá, Nick cave, Raphael, el último Bowie, o sus amigos de León Benavente. Y si me apuras incluso Depeche Mode o Arcade Fire.

Lección de arte de Bunbury.



Desde bandalismo.net



Crítica: Las expectativas de Bunbury de superarse y no caer en lo de siempre


El nuevo trabajo de Enrique Bunbury supera las expectativas jugando con el jazz y la oscuridad sin llegar a ser opaco o denso


Estamos ante uno de los discos más ambiciosos del nacido en Zaragoza. Desde la producción pasando por la lírica, los arreglos y la incorporación del saxofón de Santiago del Campo —quien estuviera con Los Especialistas—. En definitiva, no se ha guardado nada en este nuevo trabajo.
El resultado es un disco dividido en dos partes. Una primera parte que incorpora más rock y un contenido más social que se contrapone después para dar paso a lo íntimo, lo personal. Expectativas estuvo planeado desde el álbum Palosanto (Warner Music, 2013), pero se tuvo que posponer por la grabación del MTV Unplugged: El libro de las mutaciones (Warner Music, 2015).
La continuidad se nota desde el primer tema —uno de los favoritos del propio Bunbury—titulado  ‘La ceremonia de la confusión’. En ésta el saxofón se integra naturalmente en una canción que nos invita a estar alerta, ver lo que sucede a nuestro alrededor. ‘La actitud correcta’ nos habla de una sociedad donde, aunque seas casi perfecto: “te falta ese no sé qué, que no sé lo que es, y es lo único que importa”. En otras palabras, por más que te esfuerces siempre hará falta algo. Y no solo para con las personas, también con las bandas de rock y diversos artistas. Para la siguiente canción ‘Cuna de Caín’ —que se perfila para ser un sencillo— ya nos habituamos más al saxofón, mientras que en la letra se habla de una relación entre dos personas que no han quedado bien… “mentiras y engaños, juegos de villanos”.
‘En bandeja de plata’ es una crítica directa al gobierno, a la sociedad civil, a los políticos… que no siempre son la mejor opción, aunque no haya otra. La melodía va avanzando y avanzando hasta que llega a tope en el estribillo. Mientras que con ‘Parecemos tontos’ se llega a un pequeño descanso, la agresividad de las guitarras se vuelca a la lírica, un tranquilo paisaje de enormes montañas de basura, una tarde nublada por la contaminación con una salvación… que no a todos nos pueden engañar. Cerrando la primera parte llegamos a ‘Lugares comunes, frases hechas’, un tema con una base más bailable y cuya la letra nos invita a revisar la autocensura, a dejar de ser policía de lo correcto.
Para abrir la siguiente sección del disco llega ‘Al filo de un cuchillo’. Aferrarse a lo que importa, donde el dolor y el placer están tan cerca que es difícil encontrar el punto exacto de la separación. ‘Bartleby (Mis dominios)’ es una rebelión al estilo militar: ya he cumplido, tanto a la sociedad, a la familia y a todos… necesito una desconexión.
‘Mi libertad’ inicia de forma calmada para después dar un puñetazo seco y duro “ahora prefiero ser un animal y no cuestionar mi libertad”‘La constante’ se perfila para ser coreada en medio del concierto, con el móvil en modo linterna entre el vaivén de los brazos de la multitud mientras las parejas se abrazan, corean y gritan al mismo tiempo “mi amor no será un problema jamás, el problema jamás…”.
El disco cierra con ‘Supongo’ que invita a no hacerle caso a las verdades absolutas, donde sólo se dan vueltas y vueltas en un bucle sin fin llamado mundo —asfixiante y abrumador—, con la música subiendo de tono conforme avanza la canción para terminar en la cúspide.
Los sintetizadores y el saxofón nos recuerdan al Blackstar (2016) de David Bowie, también jugando con jazz y con un poco de oscuridad sin llegar a ser opaco o denso. Se plantean preguntas y hechos con un poco de desesperanza y críticas, pero también con un poco de luz que te invita a movilizarte. De 40 canciones solamente se llegaron a hacer 24, pero solo éstas 11 que se nos presentan fueron las elegidas, esperemos que después podamos escuchar algunas de las que fueron puestas a un lado. Sin duda ‘Expectativas’ es uno de los mejores discos de Enrique Bunbury. De hecho, nos aventuramos a decir que es el mejor hasta el momento.




Por último, la gran web EFEEME también se lanzaba a hablar de "Expectativas"



“Expectativas”, de Bunbury

 Autor:

DISCOS
“Lo digital convive con lo analógico. Esa es la clave de un disco con el que Bunbury ha buscado la contemporaneidad, sonar a 2017”

Bunbury
“Expectativas”
OCESA/WARNER

Texto: JUAN PUCHADES.

Más vale que te acusen de moverte que de quedar varado. Esa ha sido la máxima que, en gran medida, ha guiado los pasos de Bunbury desde que hace veinte años grabara “Radical Sonora”: cada disco lo ha entendido como la búsqueda de una sonoridad y cada tanto, habitualmente mediante trilogías, ha remodelado la fachada de su música: la estructura permanece, con su sello personal, por supuesto. El nuevo giro, en el que anda ahora, se inició con “Palosanto” (2013), en el directo de la MTV (“El libro de las mutaciones”, 2015) tuvo cierta continuidad (quizá pasó desapercibido, pero ahí estaban las secuencias, los nuevos tratamientos) y se expande en este nuevo “Expectativas”. Tanto es así que incluso en ‘La actitud correcta’ se ha atrevido a darle una colleja a quienes, al contrario que él, gustan de permanecer anclados en aguas conocidas, una canción con la que Bunbury saca pecho y alza la cabeza.
Pero vayamos al principio, porque lo más llamativo de “Expectativas” no se hace esperar y en el segundo 15 del cedé, en la ‘La ceremonia de la confusión’, la primera canción, ya se deja oír. Se trata del saxo de Santi del Campo. Sí, un saxo que desde ese momento suena a lo largo de prácticamente todo el disco, y no como elemento secundario, sino con voluntad protagónica, situado en primer plano. Bunbury, para renovar el sonido ha optado por recurrir a un instrumento prácticamente relegado al olvido en el rock (como bien recordó Diego A. Manrique en septiembre de 2016). Y si hablamos de rock español, el saxo, directamente, es elemento proscrito. Ahora nos referiremos a él. Antes detengámonos en otro de los detalles que aporta “Expectativas”: los teclados y los sonidos secuenciados. Así, lo digital convive con lo analógico (que aportan guitarras, bajo, batería, el mismo saxo). Esa es la clave de este disco, con el que Bunbury ha buscado (repetimos: como ya inició en “Palosanto”) la contemporaneidad, sonar a 2017. Y, de paso, el desmarque. La jugada le sale bien, pues “Expectativas” suena a un Bunbury renovado, lejos de los postulados más formales de su obra. Pero no nos llevemos a engaño, sigue donde siempre, mantiene el hueso y solo cambia la piel. Y el lugar es ese que llamamos (a falta de mejor denominación) el ancho, largo y elástico rock clásico.
Ya que hablamos de ello, regresemos a la segunda canción del disco, a la rockera ‘La actitud correcta’, la de la colleja. Colleja que uno intuye dirigida a sus compañeros españoles militantes, como él, en ese mismo rock clásico: “Tienes la actitud correcta, / la mirada ante la cámara, / las palabras bien escogidas / y una sensatez abrumadora. // No es cuestión de credibilidad, / ni tampoco de autenticidad, / es el resultado final / el que me parece insuficiente. //  Citas grupos que están de moda / y tu nuevo disco será la hostia, / más guitarra y más sintetizador. / Seguro que me suena a la misma canción”. ¿Por qué a los españoles? Desde luego es una impresión personal, pero a nadie escapa el hecho de que hace más de una década que el rock clásico español se arrastra entre la escasez de ideas sonoras y cierta pereza formal que impiden el avance: se escriben canciones estupendas (algunas con letras sonrojantes, pero esa es otra vaina) que suenan al disco anterior del mismo artista, y al anterior y al anterior… Cuando no a los discos del vecino, que a su vez recuerdan a los de otros compañeros; hay productores y colaboradores que parecen multiplicarse de tal modo que casi se antojan franquicia humana. Por no hablar de que el manual de estilo remite sin remisión al pasado: todo dios conoce la discografía de Dylan, los Stones, los Beatles o los Byrds, se aferra a ellas y se graban discos que parecen registrados hace cuarenta años (“Tienes la actitud correcta / para un versión discreta / que recuerda a otra época / que insistes en reproducir”, canta Bunbury con cierta mala leche). Por si no hubiera suficiente, estamos metidos en un cansino bucle de sonidos de raíz estadounidense, en el que todos necesitan grabar obligatoriamente una pedal steel o similar, sin percatarse siquiera del empacho que llevamos y de la falta de originalidad que tal cosa supone: de ahí que algo tan común como un modesto saxo resulte sorprendente. Ojalá los dardos que lanza Bunbury (oyente infatigable y gran conocer de la actualidad nacional e internacional) sean tenidos en cuenta y alguien se desperece y percate de que hay que romper con la uniformidad y arriesgar un poquito, solo un poquito (que tampoco es necesario hacer “puenting” a ciertas edades).
Sin duda resulta reconfortante que Bunbury haya abierto el debate (quizá la caja de los truenos, veremos), aunque para ello haya dejado la canción más accesoria de “Expectativas”, animosa y simpática en su formato de rock and roll contagioso pero con un texto tan vinculado a este tiempo y al oficio del músico que no es precisamente de aquellas que conmocionan al oyente medio. Pero encaja en un disco que tiene voluntad de reflejar el momento en que ha sido escrito, como ya sucedió con la primera parte de “Palosanto”, o en canciones de obras anteriores. Porque Bunbury gusta de observar la realidad, implicarse y decir la suya. Aquí lo hace desde la inicial ‘La ceremonia de la confusión’, que con su toque casi apocalíptico nos adentra en estos días agitados, plagados de opinadores todo a cien, de teclado inmediato. Incluso un tema como ‘Cuna de Caín’, sobre relaciones a dos, casi puede ser interpretado en clave social, aunque no lo pretenda: “Cuna de Caín / y guerra civil / entre hermanos, / de la mano. / Nos hacemos daño / siempre que nos encontramos. // El exilio es mejor / que nuestra prisión / de mediocridad / y vulgaridad, / de envidias e ingratos / juegos de villanos”. Canción de bella factura definida por capas sintetizadas y esas guitarras frías y afiladas que son tónica a lo largo del álbum: por momentos lo menos logrado, lo más convencional, demasiado próximas a cierta estética dominante en el mal llamado indie, pero ese es uno de los riesgos que conlleva el querer aproximarse a la contemporaneidad, que huyendo de recursos manidos se puede acabar cayendo en otros.
Quien quiera más actualidad, que pinche ‘En bandeja de plata’, con una de las letras más descarnadas que ha escrito Bunbury en todos estos años. Un grito contra quienes nos gobiernan: “Parece que si hay que elegir, / dejar en manos responsabilidad, /pudiendo escoger entre dos o tres, / preferimos al más subnormal. // Nada ocurre por casualidad, / no puede un retrasado mental / estar al frente de todo”. No señala a nadie en concreto, pero que cada cual le ponga al subnormal el nombre que le plazca en este corte rockero (de ritmo casi machacón que invita a ser celebrado en directo) que va adquiriendo un tinte, de nuevo, casi apocalíptico.
En ‘Parecemos tontos’, el sonido cambia radicalmente, se torna abiertamente orgánico, tranquilo, mientras guitarra y voz lo dominan todo. Un tema hermoso que, también, se adentra en lo social y deja algunos de los mejores versos del álbum (la letra está escrita con Juan Carlos Espadas-Aragón): “¿Qué ruido hace un hombre / que se quiebra en soledad? / ¿Qué cobijo encontrará / en la sombra de un mal pensamiento?”. Incide Bunbury en la idea de romper con los lugares comunes que movilizan pensamientos en redes sociales y comentarios en prensa en ‘Lugares comunes, frases hechas’, de plena actualidad: “No hay caminos secundarios / pudiendo ser ordinarios, / y señalar con el dedo / a quien no diga lo mismo que yo”. Se inicia con un prometedor ritmo bailable que, sin embargo, ¡ay!, no termina de despegar y se difumina en la melodía mientras los riffs intensos se sitúan delante.
Tras la tenebrosa y densa (tanto en lo letrístico como en lo musical) ‘Al filo de un cuchillo’, llega la luminosa y adherente ‘Bartleby (Mis dominios)’, otro alegato por la libertad individual, por romper con lo que nos ofrecen. Con ‘Mi libertad’ deja una excelente balada en la que se mezcla una atmósfera jazzística con detalles de una guitarra a ratos tex-mex (aquí, en este sonido, sí hay originalidad), capas orquestales electrónicas y adición del saxo (¡con solo incluido!): una de las canciones que mejor definen las intenciones musicales de “Expectativas”, casi un ejercicio de estilo.
El Bunbury más sentimental se hace de rogar y no aparece hasta el décimo corte, ‘La constante’. Inmenso baladote latino, romántico, casi un bolero, pespunteado por el saxo y, otra vez, con cuerdas sintetizadas al fondo. Y aquí, llegados a este punto de la escucha, surge la pregunta, porque es cierto que el compositor escribe a cada momento de lo que le place y le motiva, pero, ¿es preferible el Bunbury social o el de las canciones que taladran las tripas, con vocación de inmortales? La respuesta está implícita en el mismo interrogante.
Para corroborar que no hay verdades absolutas, solo personales (individuales), la escucha concluye con ‘Supongo’, canción sobre la fragilidad y la inseguridad tratada con lo mínimo, con cierta solemnidad casi épica en el estribillo. Uno de esos cortes nacidos para cerrar discos.
Leo y oigo estos días que este es el mejor disco de Bunbury, o a situar entre los mejores. No seré quien asevere tal cosa. Tampoco la contraria. “Expectativas” es una obra excesivamente monotemática (y de eso andamos bastante servidos estos días en las noticias, aunque no sea culpa de Bunbury: la casualidad ha acompañado al lanzamiento), musicalmente intensa y bien resuelta. Pero aunque uno lleva varias semanas escuchándola con asiduidad, le resulta imposible ofrecer una valoración definitiva y prefiere no perderse en ociosas disquisiciones apresuradas y que sea el tiempo el que decida. Aunque el notable alto está asegurado.

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