Coleccionando vinilos - 244 - BUNBURY "Curso de levitación intensivo" (2020)


Y el ganador del año ha sido ..... BUNBURY. Si, no lo ha tenido nada fácil. 
En mi lista de los mejores discos nacionales del 2020, su anterior disco "Posible", ya comentado en esta misma temporada de vinilos, iba a lograr estar entre los 5 primeros. Pero por ahi estaban para el podio Triangulo de Amor Bizarro, Confeti de Odio, Sidonie, Chucho, Viva Belgrado.... Pero sobre la bocina, a mediados de diciembre, se sacó esta otra colección de canciones que hoy os traigo, y decidí darle la medalla de oro como mejores dos discos de 2020.

Quizás en individual no son el mejor del año, pero en un año tan especial, donde muchos artistas han retrasado la salida de sus discos para poder vender más y hacer gira, Don Enrique Bunbury ha decidido sacar todo lo que tenía y publicar dos discos de una calidad arrolladora. No son caras b, ni rarezas, ni nada que se le parezca.
Son composiciones nuevas, dos discos distintos pero muy relacionados con esa nueva sonoridad oscura heredera de Nick Cave, el último Bowie y los Depeche Mode más intimos.

Dos discos de cocción lenta, de sacar frases, texturas, melodias, sin prisa, con calma, con escuchas repetidas. Dos discos de esos atemporales que no dejas aparcados porque te cansas de ellos.

Ganador.

Nota del propio Enrique Bunbury:

Enrique Bunbury nos habla sobre el disco:
 "La idea de este álbum es intentar que no se pierda la experiencia de escuchar el álbum completo, sin avances, "ADELANTOS" o sencillos previos que puedan distorsionar o mostrar una idea no ajustada a la realidad completa. Así que, he pensado invertir los tiempos, que el disco salga antes y la primera impresión sea escuchando la historia en su totalidad y en el orden correcto. Posteriormente, sacaremos algunos "ATRASOS", con su correspondiente videoclip. Habrá quien valore esta opción como peor y quien coincida conmigo en que es mucho mejor!.

"CURSO DE LEVITACIÓN INTENSIVO". "Junté a músicos de mi banda, Los Santos Inocentes, con otros provenientes del jazz joven y experimental. Quería grabar un disco orgánico, libre, que fluyera como los meandros de un río abriéndose paso entre la maleza. Con Tony Allen (batería de Fela Kuti) como referente rítmico y con los saxos de The Comet is Coming y su imaginería free jazz y psicodélica, con un pie en el presente y el otro anclado en el conocimiento de los discos grabados con sabiduría y técnica artesanal. Quería hacer un disco maduro, de músicos con tatuajes descoloridos y cicatrices de mil batallas, con sonido del siglo veintiuno o como se llame éste en el que estamos".

Añade además: "Tan lejos de "POSIBLE" como fuera posible, grabado inmediatamente después. Pensado para ser escuchado de principio a fin, como se aprecian los discos. No voy a pensar en quién me va a prestar atención, ni en cómo, ni en dónde, ni cuántos habrá al otro lado de la línea. La música llega a quien tiene que llegar y no hace falta que los números nos avalen. Hacer discos es un honot que nos conceden las musas y la Música. A ella honramos, o eso modestamente pretendemos. Ojalá, de todas formas, esas canciones rocen alguna de tus fibras, y sientas que las canciones te hablan directamente, porque ese fue mi propósito: Establecer un diálogo honesto y sensible, con un interlocutor válido".




Como no, jenesaispop da cuenta de este disco aunque es un poco más crítico y simplemente le aprueba con un 6/10

Bunbury ha sido uno de los nombres más mediáticos este año, no siempre por las razones que él esperaba. Publicó un disco nuevo, ‘Posible’, que se ha negado a presentar en vivo porque no quiere hacer directos de aquella manera; y durante su promoción se pilló los dedos vinculando a Bill Gates con el coronavirus y apoyando a Trump en la salida de Estados Unidos de la Organización Mundial de la Salud. Además, un libro ha desgranado su método de composición, documentando decenas de inspiraciones en otros autores.

El artista no ha debido de pasarlo nada bien, pero en lugar de ahogarse en un vaso de agua por un mal «trending topic», ha elaborado un álbum que solo puede entenderse como una respuesta a todas estas polémicas. Ya en los últimos tiempos le habíamos adivinado preocupado por el «qué dirán», por el reconocimiento. Ahora, en la primera canción de este otro álbum, le oímos hasta ladrar.

Una de las composiciones nuevas es la lynchiana ‘Malditos charlatanes’ y es tan explícita en su crítica a las redes sociales como sigue: «Demasiadas bocas que cerrar / Ahora se les olvidó leer más allá de un titular / Y comprender de verdad, sin agarrarse al clavo que arde más / Criticar por criticar / Y opinar de cualquier cosa». Después, continúa: «Escribiré contra el olvido / Porque mientras yo escribo / Otro habla de lo que hago o digo con aires de superioridad moral, y una incapacidad total para crear algo de belleza / Si sólo puede desarrollar destreza para destrozar». En la línea, ‘El precio que hay que pagar’ reconoce: «Sé que digo tonterías / Y a veces me río de la moral». Y plantea: «Preferiría no tener que explicarme delante de una audiencia hostil». Por su parte, ‘El día de mañana’ advierte: «cuida el carácter que gastas, que lo mucho cansa, y solo te vas a quedar».

‘Curso de levitación intensivo’ termina con una canción sobre los errores y el agradecimiento, ‘Tenías razón en todo’, pero en general la temática sociopolítica manda en unos temas que cuestionan las mentiras del «nuevo orden mundial» (‘N.M.O.’) y lo políticamente incorrecto. Dice ‘El momento de aprovechar el momento’: «Vamos a hacer lo incorrecto o lo más indicado para una generación / Por no reconocer nuestra vulnerabilidad en un acto de vanidad común». ‘El pálido punto azul’ parece arremeter contra el egocentrismo, y es significativo que lo primero que oigamos en el disco sea un sample de la frase «artículo de opinión: comenzamos».

El fondo musical es decidido y monocorde: la inspiración, como en ‘Posible’, continúa siendo ‘Blackstar’ de David Bowie y el último Nick Cave, quizá también los últimos Depeche Mode -los más sobrios y austeros, los más «cantautores»-. Los saxos de los músicos Santi del Campo y Pau Vidal marcan unas grabaciones de cierta querencia jazz, con la salvedad de algún número aislado un poco más pop, como el mencionado ‘El precio que hay que pagar’.

Es de agradecer que Bunbury haya hecho y sacado un disco en tan pocos meses, en lugar de pillarse un cabreo y encerrarse en sí mismo. El gran problema de ‘Curso de levitación intensivo’ es que a veces parece más bien una sesión en el psicólogo o un artículo de opinión en su defensa que un álbum, pues las melodías, a veces incluso un tanto feístas, quedan en un plano muy secundario respecto al mensaje. Apenas esa guitarra eléctrica que aparece hacia el minuto final de ‘El día de mañana’, el guiño al bajo de New Order de ‘El momento de aprovechar el momento’, los vientos en ‘La gran estafa’ o el cambio de melodía en el estribillo de la dream pop ‘Ezequiel y todo el asunto del Big-Bang’ nos recuerdan que estamos escuchando un álbum y no un discurso, porque aquí lo que importa es ante todo lo que se dice, no cómo se dice. Un álbum para quien tuviera unas cuantas preguntas sobre los controvertidos pensamientos del Enrique Bunbury de 2020.

Calificación: 6/10
Lo mejor: ‘El precio que hay que pagar’, ‘El día de mañana’, ‘Ezequiel y todo el asunto del Big-Bang’
Te gustará si te gusta: Depeche Mode, Nick Cave, el último Bowie y él mismo
Youtube: vídeo de ‘El precio que hay que pagar’





EL PRECIO QUE HAY QUE PAGAR


Mucho más emocionado con esta obra está Juanjo Ordás en esta crítica para Efeeme:

Curso de levitación intensivo, de Bunbury

 Autor:

DISCOS

«Un disco de canciones mayúsculas en las que Bunbury se muestra pletórico como cantante y compositor»

 

Bunbury
Curso de levitación intensivo
OCESA – WARNER, 2020

 

Texto: JUANJO ORDÁS.

 

Pude saber de Curso de levitación intensivo más o menos desde su génesis, antes incluso de que tuviera título, pero muchos detalles los desconozco. No hay que querer entrar hasta la cocina del restaurante, con ingerir buenos platos debe bastar.

Me sorprendió como a cualquiera que Bunbury decidiera grabar un nuevo disco cuando Posible llevaba poco tiempo en el mercado. Pero luego lo piensas y dices: ¿por qué no? Lo raro hubiera sido que estuviese quieto. Lo natural es que un músico haga música, máxime cuando no puede girar. Pero es cierto que no es el ritmo habitual y que nos retrotrae a una década de los sesenta que muchos ni hemos vivido, en la que los músicos podían lanzar más de un álbum por año.

Curso de levitación intensivo está compuesto por canciones nuevas, pertenecientes a los últimos meses o a la etapa final de Posible, aproximadamente. Que nadie piense que se trata de un disco de rescates y recortes, porque no es el caso. De hecho, Bunbury echó el freno cuando quedaba poco para entrar a grabar. Y no es que le hiciera falta, porque cuando tuvo que seleccionar el material para Curso de levitación intensivo se encontró con que tenía cerca de veintitantos temas nuevos entre los que elegir. Fácilmente podía haber puesto en las tiendas un doble, pero tenía claro desde el principio que lo que deseaba era un disco sencillo. Así pues, cribó y se quedó con diez. No fue una selección sencilla.

Por otro lado, Bunbury suele grabar maquetas bastante elaboradas, pero lo curioso es que, cuando se juntó en el estudio La Casa Murada con Los Santos Inocentes —más algunos músicos adicionales—, entre todos hicieron que esas demos crecieran más allá de su concepto original. Eso ya de por sí parecía difícil, pero fue lo que ocurrió: un nuevo camino, apenas vislumbrado, empezó a despejarse. Curso de levitación intensivo no es una ruptura dramática respecto a la línea que venía trabajando con PalosantoExpectativas y Posible, pero tampoco es otro sendero en ese mismo bosque. Se aparta del camino sin dejar de ser un paso natural, excitante y arriesgado. Por decirlo de otra manera, cualquiera de los tres discos anteriores era más comercial. Este es más complejo a nivel de concepto, menos amable y un poquito más cabrón. Es más, diría que la única canción puramente popular es “El precio que hay que pagar”, que entra sola, para el resto hace falta la misma concentración que precisaron Blackstar de Bowie y Push the sky away de Nick Cave, por citar dos símiles relativamente recientes. Hay que tener un poco de paciencia y dejar que el álbum se abra, aunque el tono sea tenebroso. La oscuridad con la que arranca “N.O.M” no se despeja en todo el disco, un trabajo que finaliza con “Tenías razón en todo”, cuyos versos finales son aterradores (y no es broma).

Sería complicado encuadrar Curso de levitación intensivo en un género. Demos gracias porque no haya que hacerlo. Hay banda, ritmos negros complejos (brillantes Ramón Gacías y Quino Béjar), variedad de tempos, electrónica y jazz, incluso a ratos se puede percibir un hermanamiento con el latin alternative. Pero sobre todo es un disco de canciones mayúsculas —sacar cualquiera de las diez habría sido una atrocidad— en las que Bunbury se muestra pletórico como cantante y compositor, que sigue proponiendo retos a su banda y músicos participantes. Los saxos de Santi del Campo y Pau Vidal tienen una importancia fundamental, en los teclados meten mano desde el ducho Jorge Rebenaque hasta el guitarrista Jordi Mena o Ramón Gacías, pasando por el propio Bunbury, que graba también guitarras y bajos. Sin duda, aquellas sesiones tuvieron que ser una batidora de creatividad.

No cabe duda de que Bunbury está en racha. Nunca ha aflojado, pero cada vez resulta más y más difícil elegir cuáles son sus discos esenciales, porque cada vez hay más donde elegir. ¿Dónde cae Curso de levitación intensivo? Entre los esenciales. Además, es uno de esos álbumes que resulta muy difícil de disgregar, es complicado imaginarse sus canciones fuera del contexto. Hasta ahora, eso solo ocurría con Las consecuencias pero con Curso de levitación intensivo pasa lo mismo. Es un bloque musical perfecto.



 

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