LOS MEJORES DE 2016 según.....JENESAISPOP



JENESAISPOP es una de esas páginas que casi no pasa un día en que no entre y la consulte. La web indie por excelencia y siempre atenta a todo lo nuevo que se mueve por el mundo de la música.

Os dejo con la lista de sus 15 mejores discos, mezclando nacional con internacional.

La lista completa la tenéis en su web www.http://jenesaispop.com/



2016 será recordado por el gran número de pérdidas irreversibles para la música popular. Talentos únicos que han resultado fundamentales durante décadas, como Prince, Leonard Cohen y David Bowie -estos dos últimos además grabando obras sublimes durante sus últimos días de enfermedad- nos han ido dejando a medida que avanzaba el año. La buena noticia es que, al margen de esto, ha sido un gran curso -mucho mejor que 2014, por ejemplo-, en el que han brillado géneros tan diversos como el trap, el folk, el hip-hop clásico o el renovado, el R&B o incluso el rock -con los mejores exponentes nada menos que en nuestro país-. Os dejamos con lo que para nosotros fueron los mejores discos de 2016.


15
El Último Vecino

el ultimo vecinoA pesar de lo reconocible de todos los recursos que utiliza El Último Vecino, su propuesta resulta tremendamente personal. No suena impostado, ni a parodia ni a homenaje. El estilo de El Último Vecino ha sido mejorado y envuelto en ‘Voces’ en una fórmula mucho más pop en la que las voces cobran mayor protagonismo. Puede que haya algo de nostalgia en su sonido pero también hay mucho de un tipo sensible, con unas referencias muy claras, capaz de rescatar unos sonidos que a pesar de transmitir cierta melancolía son capaces de alegrarte el día.
14
El Guincho

elguincho-hiperasiaUn peldaño por debajo de su ambición -sería mejor si no existieran precedentes como ‘808s & Heartbreak’, aunque ojo, ha sabido reírse de que el último álbum de Kanye West se llame justo ‘The Life of PABLO’- y un peldaño por encima de lo que parecen estar interpretando crítica y público, ‘HiperAsia’ es ante todo un álbum que representa perfectamente lo que es este 2016. Quizá el disco nacional más 2016 que escuchemos este año. Lo es, principalmente, porque usa diferentes lenguajes como el trap, el rap, el dubstep, el jungle, el lounge, el reggaetón o el neo-soul sin que apenas te des cuenta de que lo está haciendo, sin oportunismos, al propio servicio de las intenciones conceptuales de El Guincho. Cuando menos te lo esperas te viene a la mente un arreglo… que a lo mejor ha durado 1 segundo. Y lo es también por lo innovador de su formato. Así, El Guincho se merienda toda moda para reflexionar sobre sí mismo, su carrera y el devenir de los géneros, a veces contradiciéndose o equivocándose en los detalles… y dejando intencionada o accidentalmente uno de los discos más relevantes de 2016. Cuando dentro de 15 años alguien quiera sonar a 2016, seguro que ‘HiperAsia’ se parece un poquito. E igualmente, cuando nos encontremos la pulsera o veamos su portada en 2031, seguro que recordaremos inmediatamente cómo fue este año.
13

shura-nothingsrealLa decisión de Shura de expandirse en su lado más “radio-friendly” en ‘Nothing’s Real’ no nos permitirá saber cómo habría sido un disco suyo lleno de canciones parecidas a ‘White Light’, pero con lo buenas que son estas canciones de estilo ochentero entre Fleetwood Mac circa 1987, Madonna y Janet, al final termina dando igual. Lo de Shura era pop en mayúsculas y ‘Nothing’s Real’ es prueba de que la británica puede con cualquier estilo si se lo propone. Un disco, en definitiva, como los buenos, de largo recorrido.
12
The Avalanches

avalanches-wildflowerMás allá del name-dropping de los créditos sobre temas que no habríamos descubierto jamás, y que también sacude de lo lindo el mundo cinematográfico y documental -de ‘Streetwise’ a ‘American Juggalo’-, lo importante es que The Avalanches han construido un álbum poderoso y personal, incluso quizá demasiado parecido a su debut, en el que refulge sobre todas las cosas su habilidad y originalidad en la producción. No sabemos si es el uso de la ibogaína en la enfermedad de Robbie Chater o una cuestión de paciencia, pero es difícil escoger qué funciona mejor en una pista como ‘The Wozard of Iz’, si el delicioso recitado de Mort Garson de ‘I’ve Been Over the Rainbow’, que chiflaría a Broadcast; la parte de Danny Brown, el sample acreditado de Tommy James & The Shondells o las orquestaciones aportadas por The Avalanches. ¿Cómo averiguar dónde empieza cada cosa? Todo está tan bien casado que hasta el último sonido ambiente del disco tiene su porqué. ¿Quién no cree en los interludios después de ‘Light Up’? It’s a world of fantasy. Doo doo doo doo doo. Ba ba ba ba ba. Doo doo doo doo doo.
11

Solange_a seat at the table‘A Seat at the Table’ efectivamente no es ‘Lemonade’ y no moverá millones de copias ni será uno de los discos más vendidos del año por mucho que lo merezca. El disco de Solange es puramente R&B, se parece más a los discos de Ms. Lauryn Hill, D’Angelo, Jill Scott y Miguel que a los de Beyoncé porque contiene melodías vocales y armonías mucho más sutiles y pacientes, producciones nada bombásticas y muchos menos singles para la radiofórmula actual. La primera mitad del disco refleja esto brillantemente en canciones tan buenas como la agridulce ‘Weary’, que ha inspirado un divertido meme; ‘Mad’, una pequeña obra maestra de hip-hop fusionado con jazz en la que rapea Lil’ Wayne; ‘Don’t Touch My Hair’ y ‘Cranes in the Sky’, de lejos la mejor canción del disco, un sobrecogedor retrato de escapismo que contiene probablemente la melodía más hermosa del álbum.
10
Leonard Cohen

leonard-cohen-youwantEstremece hoy leer el texto que nuestro compañero Jaime Cristóbal escribía sobre este disco semanas antes de la muerte de Cohen. “¿Es este el último disco de Leonard Cohen? ¿Está el poeta canadiense “haciéndose un ‘Blackstar'”?”, comenzaba preguntando. “Uno echa la mirada atrás y se da cuenta de que acaba de escuchar el disco más redondo de Leonard Cohen de los últimos veinte años. Ni siquiera importa si será el último o no, ‘You Want It Darker’ se sostiene con una inusitada vida por sí mismo”, concluía. Y no era para menos, pues estábamos ante un largo lleno de sorpresas gratas, como el impacto de esa apertura homónima o incluso los pasajes más “estándar” del cantautor, como ‘Treaty’, que suena a clásico instantáneo, con su melodía muy Cohen pero también muy Randy Newman, llena de imágenes bellas, si bien crípticas, quizá dirigidas a Dios (“Ojalá tu amor y el mío firmasen un tratado”), con el ocasional rayo de luz autobiográfico (“I’m angry and I’m tired all the time”), cantadas con una voz que es pura grava, pero una grava hermosa; y ‘On the Level’, de letra magnífica, contrarrestando el peso existencialista de buena parte del disco con lo que parece la descripción de un encuentro tentador con una mujer. Reconforta sin duda reencontrarse con el inconfundible humor de este antiguo “ladies’ man”.
9
Rihanna

rihanna-anti-coverLa versatilidad y personalidad vocal de Rihanna, eternamente “cool”, no es siempre evidente en sus grandes éxitos, pero en ‘ANTI’ no había nada de eso en principio (después ha resultado que sí). En su lugar, Rihanna parecía buscar un disco que la alejaba firmemente de la radiofórmula para reconducirla hacia terrenos más experimentales, dando lugar a una obra que era un pequeño despropósito conceptual, pero cuyas canciones por separado, desde hitazos como ‘Work’ y ‘Needed Me’ hasta “fan favorites” tan reivindicables como ‘Consideration’ o ‘Higher’, eran muchísimo mejores que la suma. El gran “grower” del año.
8
Nick Cave & The Bad Seeds

nick caveNick ha encontrado en Warren Ellis a su hermano en la música (“sin él, todo esto se vendría abajo”, dice en la película que acompaña el disco). ‘Skeleton Tree’ es la expresión de lo que el violinista ha logrado extraer del australiano en inacabables, a veces estériles, sesiones de improvisación en búsqueda de un hilo del que tirar. Esa es la esencia de este álbum, que es semejante al trabajo que ambos llevan haciendo juntos desde hace varios años en diversas BSO de películas. Construyen composiciones a partir de un bucle de ruido o un par de notas dislocadas o un coro deslavazado o un ritmo marcial. Cave los usa, a duras penas cantando (“he perdido hasta la voz”, reconoce), para desentrañar unos textos que van unidos a la música como hueso y carne, una poesía fantasmal con imágenes de insectos, mujeres vestidas de rojo, espacios inabarcables, pánico, pérdida y dolor. También hay sexo y religión o, al menos, algo sobrenatural. Es uno de esos discos que a medida que se escuche y dependiendo de qué manera se acceda a él, ofrece múltiples y diversas lecturas. Pero todo, inevitablemente, vuelve a conducir a Arthur, el hijo que el año pasado perdía el artista al caer de un acantilado.
7
Kanye West

kanye westDecir que ‘The Life of Pablo’ resume, por sonido, la carrera de Kanye parece una holgazanería, pero es verdad. El disco contiene una calidez que no oíamos realmente desde ‘My Beautiful Dark Twisted Fantasy‘ y su gusto por los samples del soul, el R&B y el hip-hop de la vieja escuela, los arreglos clásicos de algunas de sus pistas o incluso su duración remiten a ‘Late Registration’. Las letras del disco siguen resultando problemáticas pero musicalmente es complejo, fascinante y para escuchar en bucle incansablemente.
6
Michael Kiwanuka

michael_kiwanuka‘Love & Hate’ es un disco sobre soledad y conflictos de amor, sin apenas menciones religiosas pese a que Kiwanuka es católico reconocido, pero también un estudio sobre la historia de la música afroamericana a través de un enfoque retrospectivo y lo-fi que no olvida la modernidad. Kiwanuka y compañía abren en ‘Love & Hate’ una exuberante panorámica de cuerdas, pianos, coros celestiales, guitarras líquidas y metales al servicio de las melodías de R&B y soul clásico y el resultado es esos discos que se quedan para siempre.
5
Frank Ocean

frank-blondEstamos ante una obra conmovedora, en la que Frank se ha dejado el alma. Y no, no es una frase hecha. Su personalidad, sus miedos, su dolor, su felicidad, sus anhelos, están impresos en estas canciones. Unas veces de forma más explícita que otras, pero siempre con una singular capacidad poética, las constantes referencias y metáforas a su pasión por los coches y la velocidad (herencia y símbolo, dice, de una adolescencia heterocéntrica), las evidentes alusiones a unas relaciones complicadas en su temprana juventud que cambiaron para siempre su forma de ver el amor (tanto ‘Ivy’ como ‘Pink White’ parecen referirse a la persona a la que escribió aquella desarmante carta abierta en su Tumblr, 2012), el uso de drogas como método evasivo de la realidad o su huida de los focos, las alfombras rojas y todo lo que implica la fama en general alimentan estas estupendas canciones.
4
Bon Iver

JV1-640x640El gran hallazgo de ’22, A Million’ es la profunda arquitectura sonora, con apariencia de accidente, que dispone Vernon con el equipo técnico de April Base, su estudio, diseñando una perspectiva inédita (‘____45_____’ y ‘21 M♢♢N WATER’, por ejemplo, coquetean con el free-jazz) que hace sonar de forma insólita incluso las canciones más tradicionales. Es el caso del desarmante corte introductorio, ‘22 (OVER S∞∞N)’, la fantástica ‘29 #Strafford APTS’, interpretada con guiños de hillbilly por su fiel S. Carey mientras vientos y cuerdas parecen sonar a millas de allí, o de la sinuosa ‘666 ʇ’, no demasiado alejadas de ‘Perth’ o ‘Holocene’. Como ocurrió con ‘Bon Iver’, ’22, A Million’ presenta un nuevo estándar musical que será referencia futura para muchos. Y detrás de ese reinventado muro de sonido hay canciones, canciones emotivas y certeras en las que emerge el autor de ‘Skinny Love’. ’22, A Million’ vuelve a confirmar a Justin Vernon y su equipo como uno de esos raros grupos que no juegan la misma liga que los demás. Simplemente, crean una propia y el resto debe conformarse con mirar, aprender y disfrutar.
3
Triángulo de amor bizarro

Como si inconscientemente les agobiase que algunos de sus grupos favoritos estén separados tras haber contenido una pareja (Sonic Youth y Stereolab, a los que decían copiar constantemente aunque nadie se diera cuenta, recuperad ‘Peng!’ y veréis), Triángulo lo dan todo como si el 29 de enero -día de lanzamiento- hubiera sido el último día para ellos y para todos nosotros en el planeta Tierra. La energía que inspiran canciones como ‘Nuestro siglo Fnord’ o ‘Luz del alba’ -el batería, Rafa Mallo, se merece un altar más que un premio- es la mayor jamás vista en sus canciones. Era esperable que profundizaran en sonidos noise, metaleros, industriales… pero el fondo del disco esconde un sinfín de novedades estilísticas más sorprendentes. Como si Triángulo de amor bizarro hubieran dicho “ya tenemos nuestro sonido, todo el mundo lo conoce e identifica al segundo, ahora atraigamos otros estilos hacia él”, el cuarteto gallego se aproxima como nunca lo había hecho a Phil Spector, The Jesus & Mary Chain, Raveonettes y los Smiths (‘Seguidores’, que a su vez podría salir en una peli de David Lynch); al dub y al reggae que tanto han obsesionado últimamente a Rodrigo (‘Desmadre estigio’) o a los últimos Portishead (‘O Salve Eris’).
2
Beyoncé

‘Lemonade’ no es el disco político de Beyoncé que prometía la gran ‘Formation’; en su lugar, por concepto es simplemente un disco de amor, desamor y, finalmente, de misericordia, aunque aúne en sus letras otros temas como feminismo (‘6 Inch’) o racismo (‘Freedom’, con Kendrick Lamar), pero el tema aquí no es lo que cuenta Beyoncé sino cómo y ‘Lemonade’ es un disco de una calidad musical notable, por momentos excelente incluso; vocalmente impecable, variado y dotado de un sonido vigoroso, oscuro y lleno de matices, que por nada del mundo un fan de la música comercial debería ignorar. Quizás no encuentres por aquí una canción histórica tamaño ‘Crazy In Love’, ‘Irreplaceable’, ‘Halo’ o ‘Drunk In Love’, pero sí una obra sólida de principio a fin que vuelve a demostrarnos que la evolución artística de Beyoncé desde ‘4’ es exactamente como queríamos.
1
David Bowie

blackstarDesde el lunes por la mañana en que conocimos su muerte, es inevitable que un escalofrío recorra el cuerpo al escuchar ‘★’. En una pirueta meta-artística en la que obra y vida -muerte, mejor dicho- de un artista confluyen de manera gloriosa y terrible, David Bowie nos estaba anticipando su inminente defunción a través de los surcos de este álbum final. Eso explica muchas cosas, si no todas, y obliga a juzgar esta obra desde una perspectiva nueva, inevitablemente. Pensar en los últimos 18 meses del artista británico, desde que le fuera diagnosticado el cáncer de hígado, pasando por la lucha contra la enfermedad y la asunción de que no podría vencerla, y culminando con la creación de un disco que ni siquiera sabría si podría finalizar o ver editado en vida (visualizando la fecha de su cumpleaños, su favorita, como el momento perfecto para su edición), es totalmente conmovedor.
Pero, obviando las circunstancias, David Bowie lanzaba un disco audaz y cautivador, valiente, que corría unos riesgos que nadie, salvo su espíritu siempre inquieto, le pedía. Con él escribía ya un nuevo y notable episodio de su carrera, a la altura de su leyenda. Apoyándose en la libertad del jazz y el kraut rock, inspirado por jóvenes artistas que rompen límites como Kendrick Lamar o Death Grips, esta vez ha amasado una obra densa, oscura como una ponzoña viscosa que recorre sinuosa, temible, casi cada segundo de sus 41 minutos, permitiendo puntuales y muy medidos espacios a la luminosidad de algunas melodías. Todo conforma su gran obra final, y no deja más remedio que descubrirse ante esta maniobra asombrosa: ‘★’ es un epitafio que retrata su salida de este mundo, pero será, probablemente, el portal de entrada para muchas generaciones, presentes y venideras a una carrera artística referencial, que ha cambiado y cambiará vidas.

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