LOS MEJORES DE 2016 según.....MONDOSONORO (discos Nacionales)



Me ha encantado la lista de Mondosonoro de los discos nacionales del 2016. Mucho rock de guitarras en los primeros puestos (Triangulo, Juventud Juché, Viva Belgrado.....).

Gran web, gran revista y genial criterio musical, eso si, lo de separar la lista de lo mejor en páginas y páginas...se hace muy eterna su lectura.

Os resumo los 10 mejores discos nacionales según la gente de Mondosonoro.

Todo fluye

Cuando en unos años echemos la vista atrás para valorar lo que ha dado de sí 2016 y revisemos esta lista, algunas ausencias nos dirán casi tanto del momento por el que atraviesa la música en nuestro país como los nombres que sí aparecen en ella. 2016 ha sido el año en el que, fuera complejos, grupos que llevaban tiempo coqueteando con el mainstream como Sidonie, Izal o Love Of Lesbian traspasaron esa frontera invisible para dar el gran salto. Lo han hecho con discos en los que el riesgo cede protagonismo en beneficio de una indudable pegada comercial. Más bien lo contrario de lo que ocurre con “Salve discordia” de Triángulo de Amor Bizarro y “Movimientos” de Juventud Juché, álbumes con los se alcanza la excelencia por la vía de la exploración y hasta (por momentos) el extremismo.
Al podio también se sube Quique González con su décimo disco, el más completo en casi veinte años de carrera. Pero más allá del caso de González, Elle Belga o Kase O, nuestra lista también refleja el paso adelante de la generación que dio sus primeros pasos hace una década y cuenta a estas alturas con tres o cuatro discos publicados. Son los AGZNovedades CarminhaManelMelange (un grupo que aunque debute en 2016 está formado por miembros de Lüger o Los Imposibles), CVEEC,… Y pisando fuerte vienen jóvenes como Viva BelgradoJoana SerratCala VentoFuturo Terror o la santísima trinidad del nuevo garage madrileño: Los NastysThe Parrots y Hinds. La sensación general es que, tal y como ocurre en otros aspectos de la vida, el tiempo pasa y todo fluye. Y nosotros felices de contarlo. Luis J. Menéndez


10.- Joana Serrat

“Cross The Verge”

(El Segell)

(AMERICANA) “Cross The Verge” avanza bien. La mayoría de las veces se mueve lento y sinuoso (“Lonely Hearts Reverb”, “Flags”, “Lover”…); en otras le sale el carácter trotón del country (“Saskatoon”, “I Follow You Child”) o acelera adquiriendo un tono folk-pop que le sienta de maravilla ( “Cloudy Heart”). También hay momentos para permitirse una “murder ballad” a lo Nick Cave (“Black Lake”) y en general es perfecto para dejar que actúe como un relajante bálsamo de los que sana el espíritu. La misma sensación que te pueden producir el “Out of Tune” (2003) de Mojave 3 (Neil Halstead colabora en “Cloudy Heart”) o el “How I Quit Smoking”de Lambchop. Así que no cabe más que darle las gracias por regalarnos un disco de esos que enamora poco a poco, en los que no es necesario poner ningún anzuelo en forma de single rotundo a lo “Green Grass”, aunque eso no signifique que no lo echemos de menos. Ahora tocaba otra cosa. Tocaba crecer y lo ha hecho. Don Disturbios

9.- Melange

“Melange”

(Discos Tere)
(ROCK) “Melange” es una sesión de hipnotismo que durante una hora y trece minutos plantea una nueva forma de entender el rock psicodélico: a lo largo de sus quince temas el cuarteto madrileño juega con el oyente meciéndolo en una música de trance. En su propuesta, Melange conjuga a la perfección los sonidos orientales propios del género y la energía del rock psicodélico más eléctrico, con una atmósfera que remite al folclore de aquí. Su sonido es un cóctel perfecto entre influencias internacionales e influencias nacionales. Todo ello sin perder lo esencial a la hora de hablar de géneros revivalistas: “Melange”no puede ser un disco de los setenta, porque es un disco que suena al dosmil. Sin salirse de los elementos clásicos del rock psicodélico, suena fresco y contemporáneo. Con guitarras sutiles y limpias, un bajo melódico y definido, una batería que a veces arranca con ritmos que recuerdan a “La Leyenda del Tiempo” o al jazz, una sección de teclados que aparecen y desaparecen sutilmente, la intervención de instrumentos no eléctricos (vientos o incluso violines) y una voz cantante suave y chamánica; la suma de sus componentes produce el trampantojo de que “Melange” parezca una única canción de hora y cuarto de duración. Daniel Treviño

8.- BeGun

“Amma”

(Foehn Records)
(ELECTRÓNICA) BeGun, a través de este notable álbum de debut, nos hace partícipes de su particular evolución sonora en la que, sin alejarse en demasía de su celebrado punto de partida electrónico -future-dub, chillwave, dreampop, etc.- se ha atrevido a aportar nuevos matices a su discurso musical, explorando zonas más oscuras y profundas y orientándose, quizá, más al club. Y es que este ‘Amma’ -que significa “madre” en una lengua de Ghana- mantiene la idea de discurso estético-musical -y hasta visual y conceptual- que en esta ocasión viene impregnada por África desde su primer y hasta el último beat. Todos los temas que sustancian este LP conforman un viaje, desde lo geográfico y musical, que hay que escuchar del tirón. Gunsal se ha atrevido a, siempre desde su estilo personal, reinterpretarse a través de la polirritmia africana, el lenguaje tonal y instrumentación melódica tribal. Fernando Fuentes

7.- Manel

“Jo Competeixo”

(Discmedi/Warner)
(POP) Sin duda el disco más inquieto, arriesgado y moderno del cuarteto. Y aquel en el que la producción (en manos de Jake Aron, responsable de trabajos para Grizzly Bear, tUnE-yArDs o Yeasayer) ha supuesto un espaldarazo definitivo para el universo Manel. Lo cierto es que fue todo un placer llegar totalmente virgen a la primera escucha de “Jo competeixo”completo, y al acabar “Les cosines” pensar algo tan básico y tan definitivo como “joder, esto era lo que buscaban”. Porque, ahora que todos ustedes ya han escuchado “Jo competeixo” en varias ocasiones, no dudo que habrán llegado a una conclusión similar. Manel han actualizado su sonido hasta alcanzar lo que tres años atrás parecía utópico: sonar a grupo de rock sin echar por la borda lo aprendido y madurado durante los días del folk costumbrista. “Les cosines”, con su oscuridad, sus guitarras, sus sintetizadores y esos gritos a lo Bobby Gillespie, es buena muestra de ello. O pongamos por ejemplo “L’espectre de Maria Antonieta” o “Arriba l’alba a Sant Petersburg”, melancólica, de coros preciosos y rítmica motownesca, que hubieran sonado muy distinto si las hubiesen creado cinco años atrás. Joan S. Luna

6.- Viva Belgrado

“Ulises”

(Walking Is Still Honest/Tokyo Jupiter/Aloud)
(POST-HARDCORE) La caída en la autocomplacencia era fácil viendo la buena acogida que tuvo su primer álbum de estudio. Y en un primer momento, una sospecha de tal cosa sería pertinente: el tema de apertura, “Calathea”, guarda un parecido más que razonable con la apertura de su antecesor, “Báltica”. Lo cierto es que el tono no tarda en variar, y el armazón de post-rock con el que se presentó la banda cae prácticamente al instante. ¿Qué es, pues, lo que ofrece en esta ocasión Viva Belgrado? ¿Una vuelta al hardcore recrudecido de su EP “El Invierno” (2013) deudor de At The Drive-In? Nada de eso; el tono de “Ulises”, bajo la metáfora que ofrecía Joyce en su célebre novela del hombre moderno, se adecua más a los paradigmas del indie pop, sofisticando su sonido y abriendo la puerta a posibilidades hasta ahora inexploradas por los conjuntos de screamo. “Por la mañana, temprano” o “Apaga la llum” son buenos ejemplos de la versatilidad de la banda andaluza. Por otro lado, tampoco es que la contundencia brille por su ausencia precisamente. La fina retórica de sus letras ha dado paso a un estilo más directo en el que no hay lugar para las lecturas ambiguas; el abanico cosmopolita de lentejuelas rojas con el que esta vez nos acompañan es un viaje por el dolor de las noches vacías y los ojos del hastío – para más señas, el tema “Erida”. Fernando Acero

5.- Novedades Carminha

“Campeones del mundo”

(Ernie Records)
(ROCK) En este “Campeones del mundo”, Novedades Carminha presentan un órdago a grande prácticamente inédito en la escena garage-punk de nuestro país, probablemente una de las más herméticas del circuito: se internan durante una semana en el estudio La Mina (segunda casa de gente como Pony Bravo o el Niño de Elche), se llevan de productor a Hevi (uno de los símbolos de la música urbana gallega, cerebro, letrista y MC en proyectos como Fluzo o Malandrómeda) y, siguiendo la senda iniciada anteriormente en canciones como “Fiesta tropical” o “Tú antes molabas” y manteniendo su cáustico, ácido y festivo discurso, matan el punk e inician un cambio de paradigma en el circuito con un álbum completamente desprejuiciado, que se fija más en espejos como los de Devendra Banhart, Beck, William Onyeabor, Eels o Violent Femmes que en la ya utilizada y gastada marca de los Buzzcocks, Siniestro Total, Mac DeMarco o Richard Hell. El resultado es un cóctel impredecible, que rompe con los cánones del género, coqueteando con cadencias de todas las músicas negras, incorporando nuevos elementos al sonido y dejando un cancionero impoluto. Bienvenidos al primer día del resto de la vida de Novedades Carminha. Alan Queipo

4.- Agorazein

“Siempre”

(Agorazein)
(RAP) Pocas veces se hace tan necesario poner el foco en los productores de un disco como en este caso. Los gallegos Banana Bahia Music -aunque no son los únicos que participan- definen por completo el sonido de “Siempre”, borrando del mapa el bombo-caja y tirando de subgraves, 808, tiempos lentos y sofisticación. Eso sí, Agorazein también han hecho los deberes. El cuidado que ponen en las melodías vocales es una rareza dentro del rap patrio y ni un solo tema del disco hubiera desentonado como single de adelanto. Cada corte tiene su gancho y cada voz su sello. Tanto Tangana como Sticky y Jerva atesoran un fraseo una manera de entrar en el beat más pulidos que nunca, y el uso de anglicismos y un argot a medio camino entre lo generacional y lo local -con influencia del rap latino- contribuyen a esa personalidad en lugar de limitarse a ser un ejercicio de estilo. Completa el cuadro un imaginario de polvos a escondidas, amores y desamores, lealtad, vaciles con la corona puesta y desprecio al inmovilismo de los fans reconvertidos en haters. Resumiendo, el emperador va vestido. Dario G. Coto

3.- Quique González

“Me mata si me necesitas”

(Varsovia)
(AMERICANA) No voy a decir nada que su fiel base de seguidores no sepa a estas alturas, pero no cabe duda de que Quique González es el autor que, con el tiempo, mejor ha sabido adaptar a nuestras coordenadas el rock americano de corte más clásico. Ese que parte de la electrificación de la tradición folk de los sesenta, para mezclarse con el country y dejarnos un reguero de discos clásicos que van de Bob Dylan a Ryan Adams pasando por John Mellencamp. Su nuevo trabajo, lejos de ser una excepción, lo afianza todavía más en su peculiar maestría a la hora de adaptar la tradición de genuino sabor americano a nuestras coordenadas. Gracias, sobre todo, a su envidiable capacidad para lograr que sus letras en castellano, sus historias, floten etéreas sobre la capa de esos acordes mil veces tallados y retallados en el inconsciente colectivo de los más roqueros. Don Disturbios

2.– Juventud Juché

“Movimientos”

(Sonido Muchacho)
(POST-PUNK) Suelen decir los expertos que las primeras líneas de una novela o los primeros minutos de una película sirven ya para descubrir si estamos ante una gran obra, un disco correcto o puro perogrullo. Bien, pues apliquemos esa máxima a “Movimientos” de Juventud Juché. Y saben qué, la teoría funciona a la perfección. Cuando empieza a sonar “Pasos”, con la línea de bajo arrolladora de Luis, la guitarra rasposa de Javi y esos tombs marciales de Arturo que duelen como puñetazos en la mejilla, uno se ve dentro de una toma en blanco y negro saturado de una banda de post-punk cortando yugulares y manejando los mismos elementos en 1978, para al entrar la voz de Javi saltar en el tiempo hasta 2016 y vernos atrapados en un local en el que el sudor y la sangre gotean desde el techo sobre los cabezales de los amplificadores, deslizándose por las paredes y nublándonos la vista, provocándonos ese éxtasis tan especial que solamente la fiereza del mejor punk y post-punk nos generan. A partir de ahí ya no hay vuelta atrás. El trío madrileño ya nos ha atrapado y nos agarra con fuerza por los pies para hacer girar nuestros cuerpos sobre sus cabezas como si ellos fueran gorilas gigantes y nosotros juguetes diminutos a su merced. Se nos abren de par en par las puertas de un mundo de doloroso placer en el que Wire suenan con la robustez de The Ex (“Un año”) o en el que Pony Bravo serían un grupo de versiones de ESG (“Niebla”) mientras las hostias van cayendo una tras otra (con títulos breves, a pinón desde primer segundo), con un magnetismo que nos hace acelerar, decelerar y volver a meternos de cabeza a la centrifugadora musical que han creado con la ayuda de un Ian Crause (producción) y un Bob Weston (masterización) que han sido mano de santo para el sonido del grupo. Así como lo escribo, sin puntos y seguido, sin respirar, nadando en el barro y pensando en que se vayan las bandas de pop anodino a tomar por el culo, en que basta ya de gente sin sangre, en que no hay forma de expresión humana que uno desee más ahora mismo que un visceral y violento pogo inundado de codazos, patadas y caras desencajadas. Entonces es cuando pensamos en lo fácil que parece todo en manos de estos Juventud Juché y en lo difícil que es en realidad dar forma a una obra de la coherencia, el magnetismo y la fiereza adictiva de “Movimientos”Joan S. Luna

1.- Triángulo de Amor Bizarro

“Salve discordia”

(Mushroom Pillow)
(ROCK) TAB nos han malacostumbrado a que cada disco desde su homónimo debut de 2007 mantenga un nivel que roza el sobresaliente. Lo hacen tan fácil, de hecho, que corren el riesgo de que el constante tour de force al que se somete el cuarteto gallego se observe desde fuera como un simple dejarse llevar. Y nada más lejos: pocas bandas en este país, indies o mainstream, nuevas o veteranas, de ayer y de hoy, se han caracterizado por un ética de trabajo tan bestial y autoexigente. Desde hace ya tiempo los resultados a la vista están, reforzados por el momento de aparente estabilidad que están viviendo: este cuarto disco es además el primero en el que repiten formación.
Como ya ocurría en “Victoria mística”“Salve discordia” supone un nuevo paso adelante en la trayectoria de una banda que, sin renunciar a su ya inconfundible personalidad sonora, aspira a radicalizar su discurso apelando al “bigger, faster, stronger, louder”. Por vez primera en su carrera TAB han disfrutado de las posibilidades de un gran estudio y también de tiempo para planificar y matizar este cuarto disparo. Ajenos al peligro que ello conlleva, Rodrigo, Isa y compañía han recurrido a un viejo conocido como Carlos Hernández -que ya se encargó de producir su debut- para pisar el acelerador y registrar algunas de las canciones más brutales que nos traerá este 2016, dentro y fuera de nuestras fronteras. “Gallo negro se levanta”, “Como encontró a sus diosa”, “Nuestro siglo Fnord” y, sobre todo, esa dupla en la recta final del disco formada por “Euromaquia” y “Luz del alba” ponen a Rafa al límite de las capacidades humanas (asegura que ha llegado a grabar a 200 BPMs, una auténtica brutalidad, sobre todo a la hora de afrontar los directos), mientras que el hiriente y aguerrido tratamiento de la producción sitúa al grupo más cerca del sonido industrial de Ministry que de la escuela noise-rock con la que siempre se les había identificado. Más que nunca TAB son un bulldozer cargado de explosivos (esas referencias al discordianismo que conceptualmente cohesionan el disco) y fuera de control.
En el otro lado de la balanza se sitúan algunas de las canciones que Rodrigo le cede a Isa (“Que hizo por ella cuando la encontró”, una suerte de reformulación de “Super Castlevania IV”, aquella balada que formaba parte de “Año Santo”; o el indisimulado homenaje a New Order que es “Baila sumeria”) posiblemente los singles más claros junto al tema que abre el disco, “Desmadre estigio”, ensayo de nuevas fórmulas para el que Rodrigo reconoce el influjo del psych-rock setentero pero que, tal vez por su característica dicción arrastrada y macarra, tiene también un no-sé-qué del mejor rock urbano nacional. Junto al cierre “O salve Eris” es el tema que más claramente muestra la evolución compositiva de TAB: estructuras cambiantes, inesperados giros rítmicos, guitarras que van del clasicismo rock a la abstracción cuasi electrónica,… Una necesaria válvula de escape para un grupo de fondistas que entienden su propia carrera como un proyecto a largo plazo. Pocas inversiones tan seguras en el actual mercado del rock. Luis J. Menéndez

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