Coleccionando vinilos - 249 - THURSTON MOORE "By the Fire" (2020)
Thurston Moore gravita en la perfección
El nuevo álbum de Thurston Moore supone el triunfo de la veteranía al servicio de una música asequible, pero que nunca renuncia a la complejidad
Dijo Albert Ayler que la música es la fuerza curativa del universo. Y Thurston Moore, que idolatra a Ayler y a John Coltrane tanto como a Neu! o The Velvet Underground, ha aplicado esa máxima para concebir By The Fire. Aunque algunas de estas canciones ya existían antes, fue durante el confinamiento cuando el guitarrista terminó de darle forma a su undécimo disco, posiblemente uno de los mejores que ha grabado.
Tras la separación de Sonic Youth en 2011, tanto Moore como Lee Ranaldo han ido refinando sus posibilidades como compositores de canciones a medida que desarrollaban sus trayectorias en solitario. En By The Fire, Moore presenta consistentes temas que navegan por terrenos ignotos (ese manejo único de la repetición y los crescendos que actúan como un vórtice que parece estar abriendo una nueva dimensión). Nada más comenzar, Hashish sorprende por su sencillez. Es rock and roll aferrado a las influencias clásicas de su creador, lo que también implica, después de 40 años de actividad, una cierta dosis de autorreferencia: su guitarra ondulante, la manera en la que la canción cabalga sobre el ritmo preciso y efectivo, nos hace regresar a ciertos pasajes del grandioso Sister, registrado en 1987 por su antigua banda.
Más de la mitad del disco está compuesto por piezas que superan los 10 minutos. En otros tiempos, esto hubiese implicado espirales de electricidad descendiendo y elevándose para devorar el silencio, generando ese efecto psicodélico que los experimentos de Moore aspiran a crear. ‘Breath’, que supera esa plusmarca, se divide en varias partes, pero ninguna de ellas está supeditada a la abstracción. La intensidad oscila hasta que entran las voces de Moore y la bajista Deb Gouge, miembro también de My Bloody Valentine, para cantar a dúo sobre una melodía que de nuevo nos pone en contacto con el rock en su vertiente más pura. Siren comienza de un modo casi pastoral, luego fluye a través de varios segmentos de frenesí para terminar casi como empezó, dulcificado ahora por la parte vocal. Locomotives tiene un largo desarrollo instrumental, hipnótico, estridente por momentos, que también tiene una desembocadura vocal y melódica. En esto reside uno de los grandes logros del disco: su autor conjuga sus dos vertientes, la de hacedor de canciones y la de explorador sonoro, en el espacio de una misma composición.
Dos canciones grabadas en solitario aportan la parte más calma e introspectiva de este álbum. Con él, Moore logra algo tan encomiable como es la continuidad de una búsqueda que lo lleve a gravitar alrededor de la perfección, algo que otros, a su edad y con su trayectoria, podrían ya dar por amortizado. By The Fire es el triunfo de la experiencia al servicio de una música que se presenta asequible sin renunciar a la complejidad. El mensaje de un artista que, como él mismo afirma, apuesta por la creatividad como vía para defender nuestra dignidad.
Thurston Moore – By the Fire
3.5 |
Thurston lo ha vuelto a hacer. No a lo Deftones, pero también lo ha vuelto a hacer. Después de 40 años de disonancias, distorsiones, experimentación y de pertenecer a uno de los grupos clave del indie rock americano, y por ende, a nivel internacional, el viejo Thurstoon y sus dedos de 62 años continúan aporreando la guitarra como si tuviera 25. By the Fire (The Daydream Library, 2020), publicado en su propio sello, con ese guiño a posiblemente la obra cúspide de Sonic Youth, Daydream Nation, cumple con el guión establecido de los discos en solitario de Moore. No encontrarás nada nuevo salvo lo esperado. Porque en un álbum de Moore no vas a buscar cambios de patrón. Vas a escuchar lo que ha estado haciendo en solitario y toda su vida con el grupo, los muros de sonido, el tema uniforme de 15 minutos con las mismas notas pero sonidazo o ese toque melódico que aún conservaban bien fresco Sonic Youth en sus últimos trabajos. Y eso es By the Fire. 80 minutos inmiscuido en ese imaginario.
Sonará típico y previsible porque se debe haber dicho como 40 millones de veces, pero es tremendo cómo con toda la trayectoria que lleva Moore a las espaldas aún siga siendo capaz de hacerte disfrutar con otro disco en solitario. La buena forma es obvia, y su talento también. Dentro de esos largos temas y de esas gruesas capas de distorsión, disonancia y notas poco comunes, siempre consigue sacar punta. Hace mucho con poco, como hacía relativamente con Sonic Youth junto a Lee Ranaldo. Ninguno es que fuera un guitar hero ni un súper virtuoso, pero la convergencia de ambos, siempre buscando melodías y roturas sonoras en los márgenes habituales —en no pocas ocasiones con acordes sencillos— hacían un combo tremendo que ha quedado para la historia. Mucha parte de aquello está presente en este trabajo, y en general en la mayoría de sus discos en solitario. Es obvio que él fue decisivo en el sonido del grupo.
De hecho, claro, abrir este disco y escuchar lo primeros compases de ‘Hashish‘ con las cuerdas y esa melodía que después va tomando forma con el acorde y una batería de ritmo tan steveshelleysco, puede que si te dicen que forma parte de alguna cara B de los últimos trabajos de SY te encaje. Pero es también marca de la casa de Moore en solitario, que como decíamos, ha seguido siempre en la misma onda. Esos pequeños cambios de tonalidad que le dan cierta melodía, junto a esa coraza instrumental tan acompasada entre guitarra y batería hacen que tenga electricidad y sea puro enganche. Pequeños detalles y cambios que le dan dinamismo a sus composiciones y que se ve perfectamente en ‘Cantaloupe‘, con las pequeñas ráfagas que oxigenan el sonido y que se funden con su voz en el estribillo. Moore molando, aunque casi se podría decir, la mitad de Sonic Youth, ya que le acompaña Shelley a la batería —no en todas—, lo que se reconoce claramente, y al bajo Deb Googe (My Bloody Valentine). Grata reunión de dinosaurios.
Canciones de amor en un tiempo donde la creatividad es nuestra dignidad, nuestra demostración contra las fuerzas de la opresión. BY THE FIRE es una reunión, una fiesta de paz, canciones en el calor del momento
Un elenco con el que Moore también aprovecha para meterse en sus habituales temas extensísimos. El primero, ‘Breath‘, diez minutos de intensidad, en los que se alterna la habitual capa gruesa de guitarras con los cambios a la parte rítmica y vocal en la que le acompaña Googe. Todo mientras en las pistas secundarias se ven esos detalles marca de la casa. El tema tiene unas envestidas que recuerdan y mucho a ‘Cusp’ de Rock n roll Consciousness (Caroline International, 2017). Cosas de Moore, haciendo varios temas a partir del mismo patrón. Pero como hemos dicho, importa poco al perfil al que va dirigido el trabajo. Y estas son las cartas que a lo largo del álbum va mostrando Thurston, con suaves balsas sonoras de doce minutos como en ‘Siren‘, más centrada en la belleza del sonido que no en retorcerlo, como sí hace en ‘Locomotives‘, de nada más y nada menos que 16 minutazos. En ella se funden la experimentación de los primeros discos de Sonic Youth y sus desvaríos con Glenn Branca, aunque al final hay un desmelene más indie rocker totalmente disfrutable. Son esos momentos los que te sumen en el trance en sus discos. Placer sonoro. Distorsiones, ritmos repetitivos y punteos evocadores. También cierra el disco un casi cuarto de hora de experimentación en ‘Venus‘.
En cualquier caso, si bien en su trayectoria en solitario estos temas largos, principalmente aquí de experimentación han estado presentes, y en menor medida en Sonic Youth durante los 2000, este By The Fire es posiblemente el trabajo que más se acerque al extinto grupo, al que recuerda en casi todas las canciones de minutaje normal. No es obviamente lo mismo, pero pasajes de ‘Calligraphy‘ o ‘Dreamers Work‘ llevan a todo ese pasado. Una conjunción de temas realmente buena, cuya estructura se podía ver venir porque Moore no se ha complicado demasiado en solitario, ha hecho lo que siempre le ha gustado, pero que por ejemplo supera notoriamente discos recientes más discretos como Spirit Counsel (The Daydream Library, 2019). A mitad de camino entre el notabilísimo The Best Day (Matador, 2014) y su álbum de 2017. Más experimentación en cortes largos y buena melodía en esos temas cortos en los que también hay cierta oscuridad. Resumen, un gran trabajo, efectivo en corto y en largo. Pura inspiración. Aún tiene algo que decir.
Como el autobús de ese clásico llamado Speed que protagonizó el inefable Keanu Reeves en los noventa, da la sensación de que para Thurston Moore bajar el ritmo nunca es una opción. Si con Sonic Youth complementaba un ritmo de publicación bastante intenso con constantes escapadas en solitario, desde la trágica -en términos musicales y sentimentales- disolución de la banda no ha parado, cultivando esa dualidad que tan bien se le da entre el experimentalismo mainstream y el ruidismo más melódico. Así, si hace poco menos de un año publicaba esa ida de olla en triple cd llamada Spirit Counsel ahora vuelve con un disco más convencional, menos abstracto, pero en absoluto sencillo o simple.
By the Fire, que así se llama el doble álbum que nos ocupa, se mueve en las coordenadas sonoras de los aún recientes The Best Day (2014) y, sobre todo, Rock n Roll Consciousness (2017), alternando composiciones puramente pop con esos hipnóticos bucles de guitarra marca de la casa que empiezan a enredarse y nunca sabes qué derroteros van a tomar. 82 minutos de Thurston en estado puro repartidos en 9 canciones de las cuales 4 superan los 10 minutos de duración. Asistido en esta ocasión por un grupo de escuderos de auténtico lujo (entre otros, Deb Googe de MBV al bajo y su inseparable Steve Shelley en la batería), cada canción merece una escucha pausada y atenta para ser degustada en plenitud. No es fast food musical, desde luego.
“Hashish” y “Cantaloupe” abren el disco por todo lo alto. Dos canciones concisas que encajan a la perfección en el canon de pop ruidista de Moore. Las cristalinas guitarras de la primera recuerdan a la época del estupendo e infravalorado Sonic Nurse (2004) mientras “Cantaloupe”, más dura y cortante, encajaría sin problemas en The Eternal (2009) e incluso en discos como Daydream Nation (1988) o Dirty (1992). Melodías hipnóticas que anticipan el primer tema largo, una intensa y casi instrumental “Breath” que suena estupenda, sobre todo cuando coge aire en sus desarrollos, pero a la que un poco de tijera le vendría bien. Bajando un poco el ritmo, “Siren” se recrea en desarrollos más preciosistas sin caer en la repetición y mantiene el interés a lo largo de su minutaje, preparando el terreno para “Calligraphy”, melódica, minimalista y preciosa canción, de belleza desnuda, una de las mejores del álbum -si no la mejor-.
En el tramo final, “Locomotives” es experimental, larga y, por qué no decirlo, un tanto aburrida aunque por suerte logra enfocarse y despegar en el minuto 13 y su final es arrollador. La paciencia en la escucha a veces da sus frutos. “Dreamers work” acaricia el folk con la punta de los dedos y en “They believe in love (when they look at you)” vuelve a aparecer por momentos la sombra de la juventud sónica que tanto echamos de menos. Cierra el disco “Venus”, una sinfonía instrumental de distorsión que, personalmente, no pincharía en una primera cita pero que si te pilla in the mood puede hacerte flotar en el espacio un buen rato.
En definitiva, By the fire es un gran disco, otro más, del imprescindible Thurston Moore, un estilo en sí mismo a estas alturas de su carrera. Una buena recomendación tanto para los que quieran reengancharse a su carrera si le tenían en barbecho, como para quienes se adentren en su mundo por primera y, por supuesto, para quienes le seguimos fielmente desde el principio de los tiempos. Que nunca pare el autobús, por favor.
HASHISH
Y por último, la de JENESAISPOP:
‘By the Fire’ es la continuación del anterior disco de Thurston Moore, ‘Rock N Roll Conciousness’. Su pareja, Radieux Radio, vuelve a encargarse de las letras, Deb Googe (My Bloody Valentine) se mantiene, aniquiladora, al bajo, si un disco cerraba con ‘Aphrodite’, este acaba con ‘Venus’… Aunque algunas cosas han cambiado. Paul Epworth sólo produce un tema, ‘Breath’ que, además, es el único en que colabora Steve Shelley. Las percusiones son, básicamente, obra de Jem Doulton.
Pero la continuidad más reseñable radica en que Thurston permanece en la senda más Sonic Youth, desarrollada en temas largos, larguísimos, aquí aún más extendidos y abundantes que en ‘Rock N Roll Conciousness’, lo que resulta en un disco de duración extenuante. Sus 82 minutos casi duplican los 42 del anterior. También ha bajado un poco la velocidad de los temas en general. ‘By the Fire’ continúa siendo asfixiante, pero algo menos directo, contiene más recovecos y… resulta aún mejor disco. Tiene mucho de deslumbrante y adictivo; su conjunto, aunque largo, es mucho más redondo y cohesionado. Y, paradójicamente, es de mejor escucha.
El amenazante inicio post punk de ‘Hashish’, sus punteos de bajo y guitarra alternados hasta que estallan, ya sirven para que afilemos colmillos. Pero los guitarrazos marca de la casa, reconocibles, familiares, con los que abre ‘Cantaloupe’ han de alterar el cuerpo de cualquier fan de Sonic Youth: atmósfera sofocante y sexual, nube de distorsión, pegada melódica… Purito rock’n’roll sexy marca de la casa, que recoge lo mejor de los hits de la banda autora de ‘Daydream Nation’.
Pero donde emerge el disco como campeón es en las tonadas largas. ‘Breath’ (más de diez minutos) empieza acústica para, a los dos minutos, arrearnos con la batería galopante de Shelley y los guitarrazos pletóricos de Moore y, a continuación, aparcar el peligro inminente para convertirse en una pieza de lo más erótico-festiva, casi bailable. ‘Siren’ (doce minutos) arranca dulce y se desarrolla en un emocionante crescendo hasta que se empieza a nublar, se oscurece. Pero al final el sol vuelve a salir, calmo. Aunque el «tour de force» es ‘Locomotives’, dieciséis minutos, con un primer segmento de batería marcial y ferroviaria y ambientación onírica. Su latente amenaza va aumentando, y en el segundo segmento lo onírico muta a pesadilla. Su tercer segmento suena a locomotora oxidada, y es lo más cercano al ruidismo y a la abstracción de todo el disco (el cierre recoge todo lo anterior pero en forma de canción más convencional pero efectiva). Y ‘Venus’, el petardazo final de trece minutos, suena a hangares de avión, a bola de distorsión creando vórtices, succionando.
‘By the Fire’ no alcanza la categoría de terrorismo sónico de My Bloody Valentine o el desquiciamiento de los temas más esquinados y vanguardistas de Sonic Youth, pero es una sublimación de la fórmula. Ruidaco, sí, pero con la capacidad de involucrar y emocionar. Thurston Moore es otro de esos clásicos veteranos que han conseguido reivindicar y reinventar su glorioso pasado sin sonar trasnochados o falsos, sino palpitantes, actuales.
Calificación: 7,5/10
Lo mejor: ‘Cantaloupe’, ‘Breath’, ‘Siren’, ‘Venus’
Te gustará si te gustan: Sonic Youth, My Bloody Valentine, Swans
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