Coleccionando vinilos - 251 - JOY DIVISION "Closer" (1980)
Cara A | ||||||||||
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N.º | Título | Duración | ||||||||
1. | «Atrocity Exhibition» | 6:06 | ||||||||
2. | «Isolation» | 2:53 | ||||||||
3. | «Passover» | 4:46 | ||||||||
4. | «Colony» | 3:55 | ||||||||
5. | «A Means To An End» | 4:07 |
Cara B | ||||||||||
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N.º | Título | Duración | ||||||||
6. | «Heart And Soul» | 5:51 | ||||||||
7. | «Twenty Four Hours» | 4:26 | ||||||||
8. | «The Eternal» | 6:07 | ||||||||
9. | «Decades» | 6:10 |
Closer (Reedición)
Hay discos que, con el tiempo, no hacen más que rejuvenecer. Quizá por el ADN espeleológico de la criatura en cuestión o porque su eco ha generado comparaciones a la baja respecto al original, la fecha de envasado se difumina a golpe de lifting. En algunos casos muy concretos, se dan estas dos circunstancias, al mismo tiempo. Así es con “Closer”, testamento discográfico de Joy Division y cumbre de la generación post-punk, en la que los de Mánchester abanderaron la facción más emocional. No es para menos con templos de lírica mayestática como “Decades”, escalón final de un trabajo donde ya se pueden atisbar los primeros rasgos genéticos de lo que sería después New Order. “Isolation” da buena fe de ello, aunque también las capas ambient bailables de “Heart And Soul”.
Los presagios estilísticos aquí reunidos llegan hasta el slowcore, con embriones tan evidentes como “Twenty Four Hours”. Por su parte, sin la dinámica imparable de “A Means To An End” no se entendería la existencia de las hordas neopostpunk del siglo XXI. Las mismas que, únicamente, se quedaron con el molde de esta obra de arte del vacío sónico.
Ya sea en el estatismo atmosférico que recorre “The Eternal” o en los silencios afilados de “Passover”, el segundo larga duración de Joy Division resquebraja los arquetipos de la canción pop y se nutre del enfoque, igualmente panorámico y opresivo, mediante el que Martin Hannett dibujó las nubes y los planos secundarios de las canciones que Ian Curtis y compañía trazaron como la Puerta de Tannhäuser del pop.
Closer: el sombrío epitafio de Joy Division
El 18 de julio de 1980 se publicó el emblemático segundo y último álbum del cuarteto de Manchester, dos meses después del suicidio de Ian Curtis
Joy Division
Closer
Factory. 1980. Inglaterra
El 17 de julio de 1980 se clavaba la gran punta de lanza del post punk, la escuela, la enseñanza. Es aquí cuando te enseñan a leer la biblia y cómo debes leerla y cómo debes aprender a hablar y a escuchar. No hay mejor tema para abrir un álbum como Closer que «Atrocity Exhibition«.
Esas rechinantes guitarras e Ian Curtis te suplican: “this is the way, step inside” (este es el camino, entra).
Si Unknown Pleasures no terminaba con una nota lo suficientemente oscura, Joy Division en Closer no tenía intenciones de ceder. La piedad representada en la portada se volvería inquietantemente profética, ya que sería el último álbum de estudio de la banda.
El suicidio de Curtis dos meses antes ahora se cernía sobre Joy Division como una mortaja. Por supuesto, la banda y posiblemente el propio Curtis, no tenían idea de lo que vendría al cortar este su segundo esfuerzo.
En «Atrocity Exhibition» las lineas de Ian Curtis hablan de horrores indescriptibles que se venden como entretenimiento, en líneas como “for entertainment they watch his body twist/ behind his eyes he says `I still exist.’” (para entretenerse, miran cómo su cuerpo se retuerce / detrás de sus ojos, él dice ‘Todavía existo’)
Y como un ladrador sádico de carnaval, Curtis atrae al oyente con una súplica más, “this is the way, step inside”. Mientras el batería Stephen Morris y el bajista Peter Hook mantienen un zumbido ominosamente constante en su estruendo de bajo nivel, las guitarras de Bernard Sumner chillan y aúllan, rasgan y raspan, como los temas de abuso y tormento en la canción.
“Isolation”, en comparación, era algo así como un predecesor sónico de New Order, marcado por sintetizadores espásticos y un ritmo disco, siendo la canción más obviamente pegadiza de Closer, pero aún muy paranoica e inquietante, particularmente por la confesión de Curtis: “I’m ashamed of the person I am” (Estoy avergonzado de la persona que soy)
En “Passover”, una canción más lenta, más apagada y líricamente sombría, es donde Joy Division se ganó su reputación como banda progenitora del rock gótico. Sin embargo, al no haber empleado nunca la moda del maquillaje, sino más bien una personalidad solida, esta es en gran medida una percepción del oyente.
Dejando de lado la imagen o el sesgo, es difícil no verla como una de las canciones más oscuras del canon post-punk.
«Colony» está más cerca para un rockero, aunque todavía está a kilómetros de distancia. Sin embargo, aumenta el ritmo antes de pasar a «A Means to An End«, una canción más simple y pegadiza, una de las mejores de la banda.
La línea de bajo descendente de Hook, el hi-hat disco de Morris en cámara lenta, el riff inolvidable de Sumner y el grito embrujado de Curtis de “I put my trust in you” (pongo mi confianza en ti) combinados, hacen una escucha intensa, que ha proporcionado una plantilla que ha sido copiada por generaciones de bandas desde entonces.
Podría decirse que ninguna pista del álbum es tan poderosa como «Heart and Soul«, una mirada sombría a la humanidad.
La letra de Curtis combinada con el arreglo ambiental de la banda, unida por una línea de bajo repetitiva y un ritmo de batería insistente, enmarcan la voz de Curtis, inundada de reverberación, que suena como si se hablara desde más allá.
Sin embargo, después del segundo coro, la guitarra de Sumner se sale de control y se convierte en una distorsionada tonalidad de terror menor.
El arreglo de esta canción en papel no parece tan complejo, ni su estructura es tan diferente a la mayoría de las canciones pop convencionales, pero en ejecución, es mucho más avanzada que la mayoría de las canciones de Joy Division, así como el de la mayoría de los artistas de vanguardia de hoy.
Es durante el último tercio del álbum donde el estado de ánimo desciende de sombrío y melancólico a desesperado, comenzando con la frase “So this is permanence/love’s shattered pride” (Así que esto es la permanencia / el orgullo destrozado del amor) en “Twenty Four Hours”, deslizándose de un lado a otro entre la tenue contemplación y las velocidades viscerales y fuertes, el modelo mismo bipolar.
«The Eternal» renuncia a lo maníaco por el simple y depresivo piano de espíritu agónico y el sintetizador que enmarca las observaciones de Curtis sobre la muerte.
«Decades«, es la canción más cercana a sonar «gótica», aparte de las meras sensibilidades oscuras. Un sintetizador similar a un clavecín crea una atmósfera de tipo barroco que enciende una llama debajo del sonido ya sombrío creado dentro de la canción.
Esta canción, en particular, parece hacer una fuerte transición hacia el primer álbum de New Order, Movement (1981). Este es el sonido de una banda en su apogeo creativo, mirando hacia el futuro, sin decir adiós. Empujando para ver hasta dónde podían llegar.
A pesar de todos a los que influyó en estos 40 años, no hay otro álbum como Closer. A pesar de la austera producción fúnebre de Martin Hannett, Curtis y compañía nunca han sonado tan vivos.
Cualquiera que sienta que Joy Division era tristeza y fatalidad solo escucha con oídos superficiales. A pesar de su reputación desesperada, es una banda y un álbum muy incomprendido. Su música es sobre supervivencia, no resignación mórbida.
Es cierto que el ambiente es sombrío, pero en ningún momento Joy Division se revuelca en él. Si bien la banda no tenía noción del género musical conocido como Goth ni tampoco la estética dark, durante mucho tiempo se les ha atribuido su surgimiento.
Y gótico, sin duda, lo son. Tan gótico como una catedral abandonada con hojas muertas que vuelan por sus pasillos. Sin embargo, diría que, más que nada, el sonido de Joy Division era primitivo. Esa es una de las razones por las que todavía suena tan resonante en la era musical artificial y consciente de la imagen que ahora disfrutamos. Joy Division no decía «mírame». Decían: «mira dentro de mí».
Si bien la desesperación y el anhelo son omnipresentes e incluso opresivos a veces, también son signos de vida. En definitiva, se trata de música sobre la resistencia, no sobre la muerte y la descomposición.
En todo caso, esta banda ha perdurado en nuestras almas, nuestros pensamientos, nuestra forma de pensar, caminar, y reaccionar, la resistencia lo es todo.
Atrax Morbid
Decades (Subtitulada)
Impresa en sobrio blanco y negro, la tapa de «Closer» presenta el título del álbum escrito en una fuente que parece haber sido cincelada en mármol, mientras que una fotografía monocromática parece mostrar cuatro figuras encapuchadas llorando alrededor de un hombre que yace en un lecho… Lanzado el 18 de julio de 1980, «Closer» fue a todas luces una obra póstuma. El frontman Ian Curtis se había suicidado en su casa en Macclesfield, Cheshire, el 18 de mayo y la banda ya no existía; habían acordado previamente que si algún miembro abandonaba el grupo, el nombre de Joy Division debía asimismo abandonarse. Y así fue: los tres miembros sobrevivientes -el guitarrista Bernard Sumner, el bajista Peter Hook y el baterista Stephen Morris– se convertirían en New Order, junto con el tecladista Gillian Gilbert.
Ahora bien, ¿cuál es el problema con la tapa de «Closer»? Debido a que la misma mostraba aun grupo de personas llorando a un muerto, el sello Factory Records fue acusado de falta de juicio por varios fans del grupo, que quedaron estupefactos cuando vieron la tapa por primera vez en las disquerías: la misma fue literalmente un velorio gráfico para el cantante fallecido. Como Morris recordó en su autobiografía «Record Play Pause«, «La foto parecía una inquietante profecía o alguna broma de mal gusto, un truco para vender más. ¿Quién en su sano juicio pondría una tumba en la tapa del álbum de una banda cuyo cantante acababa de morir?». Sumner se suma a la queja: «Nos acusaron de sacar provecho de la muerte [de Ian]», dijo en su libro «Chapter And Verse». «Como si fuéramos capaces de hacer algo así. Te dice más acerca de los acusadores que de la banda», concluye.
En su reseña de «Closer» para el periódico musical Sounds, el escritor Dave McCullough señaló que la música era «el equivalente auditivo de una rica losa de mármol, tan lujosa y tan conmovedora como la antigua imagen pétrea de la muerte que muestra la tapa». Pero cualquier acusación relativa a que Joy Division glorificara la muerte de su cantante carecía de asidero: de hecho, la tapa del álbum había sido creada y aprobada -por la banda, eh- semanas antes de que Curtis muriera. Fue solo el caótico calendario de lanzamientos de Factory lo que retrasó al disco; para cuando fue editado, la tragedia ya había ocurrido. «(La tapa) Parecía una buena idea en aquel momento», recuerda Steve Morris, «pero, después de que Ian murió, se convirtió en otra de esas horribles coincidencias».
Pero bueno, ¿qué muestra exactamente la tapa? La imagen parece inspirada en «La Lamentación Sobre Cristo Muerto», famoso cuadro del pintor Giotto: la figura preponderante es Jesús, tras haber sido bajado de la cruz (detalle marcado por el halo en su cabeza) y las otras figuras son personas que estuvieron presentes en la crucifixión, entre ellas las Tres Marías (la madre de Jesús, María Magadelena y María de Clopas) e incluso Juan el Apóstol, José y Nicodemo, según la versión que veas. Peter Saville, el premiado diseñador que había trabajado con Joy Division en la portada de «Unknown Pleasures», reveló que las fotos provenían de una revista de arte muy trendy llamada Zoom, que tenía dando vueltas en su estudio en Londres.
Saville explicó que el manager de Joy Division, Rob Gretton, fue a verlo con la banda para hablar sobre la arte de tapa mientras estaban haciendo el LP: «No había escuchado nada de lo que habían grabado, así que les dije ‘Les voy a mostrar algo que he visto recientemente y que me entusiasmó'». Fue así que el diseñador le enseñó al grupo todas las fotos de Wolff, que cubrían varias páginas de la revista: «Todos se apiñaron en torno a mi tablero de dibujo y fueron pasando las páginas», cuenta Saville en la biografía de la banda «This Searing Light, The Sun y Everything Else» (2019). «Todavía eran cuatro amigos que hacían algo juntos; nadie era más importante que nadie. (…) Pensé que la banda se reiría, pero quedaron cautivados. Dijeron ‘nos’ -remarco que dijeron ‘nos’, como en ‘nosotros’- ‘nos gusta esa foto en particular'».
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